lunes, abril 10, 2006

Créditos al Campo

Dice LO “los bancos viven del interés del Fobaproa y de las tarjetas de crédito”, primera mentira aquí, son sólo 4 bancos los que reciben aportaciones del IPAB, los demás quebraron, ya no existen, segunda mentira, los bancos cada vez más están dando préstamos hipotecarios, a tasas que ya son bastante razonables 8.5% - 9% es bastante razonable, en más de 40 años no se veían tasas hipotecarias en esos niveles, y no es poca cosa. Es cierto falta crédito a la industria y al campo, sobre los primeros en otra ocasión me referiré a ellos sobre el campo, LO dice “Vamos a sentarnos con ellos y tenemos de nuevo que entregar créditos y tienen que entender que van a cumplir con esa función, además tienen que capacitar a su personal para que se vuelva a dar crédito al ejido; para que se vuelva a dar crédito a la pequeña propiedad”. Pregunta, ¿se van nada más a “sentar”? o los vas a obligar, y si los vas a obligar, ¿Puede un gobierno obligar a una empresa a que quiebre? Y más importante aún, el dinero de los bancos no es de los bancos, es de nosotros, la sociedad que ahorra, y presta su dinero a los bancos a cambio de un interés, así que los que finalmente van a quebrar somos nosotros, y si lo que propones es que el gobierno va a garantizar los préstamos al campo, entonces estamos hablando de que tu propuesta es otro Fobaproa. Bien Señor, candidato, lo que tanto critica lo pretende inducir: Prestar al campo en México, es simple y llanamente un suicidio financiero por la razón de que no hay ninguna garantía y si mucho riesgo de incumplimiento. En efecto, en gran parte del campo Mexicano no hay propiedad privada (y luego dicen que ha fracasado el Neoliberalismo), en el campo la propiedad es comunal al más puro estilo comunista, por esto la Reforma Agraria, el reparto y el ejido han sido un ancla paralizadora del progreso y de la distribución del usufructo. Se propuso una readaptación del ejido de manera que se conservaran las formas de producción colectiva, aunque sin los límites que imponían la ley respecto a la venta directa. Pero a fin de cuentas la propiedad como tal no existe, y si no existe no hay manera de que los bancos ejerzan su garantía y recuperen los créditos que no han sido pagados. Esto por un lado, por el otro, la parcelización o atomización de las tierras impiden que sea rentable adquirir equipo agrícola, un tractor, una bomba, ¿a quién se le otorga el crédito? ¿A una unión de campesinos que son dueños del usufructo pero no de la propiedad? Si incumplen con los pagos del crédito, ¿Cómo le van a hacer los Bancos para recuperar los prestado y seguir pagando los intereses a los ahorradores que depositaron su dinero en ellos? Además los bancos tendrían que enfrentar al corporativismo agrario que incrementaría aún más el riesgo del préstamo.

Por donde uno le busque, el corporativismo impide el desarrollo, obstaculiza cualquier iniciativa de mejoría y depreda al conjunto de la sociedad. Hay una correlación directa e inexorable entre el campesino pobre y la CNC: esta última es la causante de su permanencia. La CNC, como el resto de los sindicatos corporativistas, se ha convertido en un mecanismo de control y preservación de rentas para los líderes sindicales. En el caso de la agricultura, el movimiento que se autodenominó "el campo no aguanta más" o “El Barzón”, no son otra cosa que una forma de llegar a las emociones de la gente para preservar un sistema de control político corrupto, todo ello para gracia de los líderes. Y en efecto, el campo “NO Aguanta Más”, y sólo saldrá de su miseria el día en que todos los campesinos de México sean realmente dueños de sus tierras, y puedan vender o comprar a su entero arbitrio, sin tener que pedirle permiso a un sindicato corporativista, a un cacique o a una “Unión de Campesinos”. El día en que esto pase, no va a ser necesario que un Presidente de la Republica se “siente” con los banqueros para obligar que presten al campo, estos créditos fluirán de una manera natural, por que representará una forma adicional para los bancos de hacer negocio, de la misma forma que es prestar para construir una vivienda, o un auto, o el crédito al consumo. Exactamente de la misma forma. Y ese día, México habrá abandonado una verdadera ancla que mantiene al campo en la pobreza, y la improductividad. Con López Obrador, estoy seguro que esto no va a suceder, así que un nuevo Fobaproa se gestará desde el mismo día en que tomara el poder, por supuesto, si lo permitimos. Esperemos que no.

Impuestos, Recaudación y Crecimiento

Parece lógico que cuando un gobierno desea recaudar más suba los impuestos, así la mal llamada “Reforma Fiscal” de Fox no era sino un intento de subir impuestos, esto es, imponer el IVA a alimentos y medicinas. Sin embargo, en la práctica, esto no es tan sencillo, cuando los impuestos suben pueden disminuir la recaudación, y de hecho, esto es lo que casi siempre sucede y por varias razones: En primer lugar fomenta la evasión y la elusión fiscal, es decir el fraude, también produce efectos sustitutivos a la inversión productiva, esto es, mejor invierto mi dinero en un banco o lo saco del país que invertirlo en un negocio, no vale la pena trabajar sólo para pagar impuestos, por el lado de los trabajadores que ven sus ingresos disminuidos, tienen una disposición a consumir menos, es síntesis, el aumento de los impuestos produce una disminución en los ingresos de las empresas y los trabajadores lo que produce un descenso en el consumo, en la producción, en el crecimiento, en la generación de empleos, y finalmente, al gobierno le representa finalmente un efecto contraproducente: Al disminuir la base imponible se cae la recaudación.

Por el contrario, es posible que una disminución de impuestos, provoque un aumento en los ingresos disponibles a las empresas y los trabajadores propiciando el consumo, la producción, el empleo y finalmente una mayor recaudación producto de los efectos benéficos de dinamizar la economía Y no sólo la recaudación aumenta, al crearse más riqueza, y empleo se llega a la meta más importante deseada por un gobierno: El bienestar de la población.

Se están considerando aquí dos fuerzas que actúan en sentido contrario y que reciben el nombre de efecto renta y efecto sustitución: el efecto renta mide las consecuencias derivadas de la disminución de la capacidad adquisitiva de los contribuyentes; el efecto sustitución mide los cambios en las decisiones que toman productores y consumidores como consecuencia del impuesto.

Estas ideas fueron estudiadas por el economista Artur Laffer y fueron la base de la política económica de Regan y Tacher y la representó gráficamente en donde muestra claramente que a partir de un nivel de recaudación, cualquier aumento en las tasas impositivas conllevan una disminución de la recaudación efectiva, hasta un punto en que los impuestos son tan altos en que la recaudación es cero. Por el contrario, si se disminuyen los impuestos, se incrementa la recaudación, así existe una misma recaudación para dos niveles de tasas impositivas a cada lado de el nivel máximo. Sin embargo, lo más relevante de la política fiscal son los efectos colaterales: Los impuestos altos inhiben la inversión, el consumo, la generación de empleos. Lo más importante es que esta teoría ha sido confirmada totalmente por la experiencia: Irlanda, los países del Centro y Este de Europa, Portugal que implementaron una tasa única de impuestos al ISR de empresas y personas físicas vieron sus economías rápidamente transformadas, creciendo, con inversión, empleo y riqueza. Todos estos países han aumentado sustancial el ingreso per cápita logrando además reducir sustancialmente la pobreza. Por el contrario, los países que mantienen altas sus tasas impositivas producto de un Estado grande, paternalista, como Francia, Alemania, Italia, Suecia, México, Latinoamérica excepto Chile etc. No crecen, no generan empleos, la economía informal cobra fuerza, se encuentran estancados en el mejor de los casos, haciéndose más pobres. ¿Puede ser más clara la evidencia de cual es el rumbo que debe tomarse?

Francia, Un Estado en Pie de Lucha Contra el Empleo

Solemos pensar en Francia como un país rico, de hecho lo es, el ingreso per capita es de $32,340 Dólares, se considera por su tamaño la quinta economía del mundo y es el segundo país exportador de la UE. Sin embargo es un país que no crece, y más importante aún no crece el empleo. En efecto el desempleo se mantiene pertinazmente en un 12%, y para los jóvenes es mucho mayor en un 25%. Ya no llama la atención las protestas en Francia, hace un poco tiempo los emigrantes quemaban autos, hoy vemos a los jóvenes protestando airadamente, las universidades en huelga, 45 de ellas cerradas incluida por supuesto la famosa Sorbona de Paris. Muchos se atreven a comparar con las protestas de 1968. ¿Qué pasa en Francia? ¿Por qué no crece ni se dan los empleos? Pues bien, Francia es muy parecida a México en el sentido en que allá como acá en el gobierno prevalecen las ideas socialistas, de Estado intervencionista, omnipresente responsable de la felicidad de sus ciudadanos. Francia también comparte con México el adoctrinamiento tanto de la derecha como de la izquierda, a favor de un Estado rector y de los llamados “derechos sociales”. Es decir, para un francés como para un mexicano, es completamente natural que el Estado proporciones salud, educación, pensiones, que sea enorme que regule todas y cada una de las actividades económicas. Francia es el principal promotor del modelo social europeo cuyas principales características son el Estado grande, altos impuestos, un mercado de trabajo regulado, educación gratuita, programas monopólicos de bienestar social y grandes sistemas estatales de seguro social.

En el aspecto laboral tienen una de las leyes más “progresistas” del mundo, y rígidas, el índice de rigidez laboral es de 66, México no muy lejos en 55, Estonia en 23, Irlanda en 3, EEUU en 3 también. ¿Qué tienen las leyes laborales francesas que ponen un freno al empleo? Para empezar el salario mínimo, que por ley es el 61% de la media de todos los salarios del país. Sin duda los defensores de la social-democracia burocratizada defenderán este demagógico salario argumentando que en Francia el que menos gana, gana tan sólo 39% menos que el salario medio, aunque no sepa hacer nada.

Vemos las noticias las hordas de jóvenes protestando ¿Por qué? Por una tímida reforma la ley de CPE pretende ampliar para los menores de 26 años el período de prueba de seis meses actuales a 2 años, aunque parece que después de la rabieta ya lo dejaron en 1 año. Los actuales contratos de duración indeterminada contemplan, que después del periodo de prueba, las empresas deben justificar profusa y detalladamente cualquier despido, ya que los trabajadores tienen posibilidades de impugnarlo ante los tribunales y de obtener mayores compensaciones. Y eso no es todo, al despido, el patrón, deberá pagar al joven trabajador despedido el 8% del salario ganado desde que se produjo la contratación –más un 2% adicional destinado a las "organizaciones encargadas a ayudar a los parados a encontrar empleo. Y no sólo esto, también las pensiones han incidido fuertemente en los costos laborales, y eso que allá las acaban de extender a 40 años, después de múltiples protestas callejeras. Los sindicatos y los socialistas autores de estas leyes, que hacen sumamente difícil el despido, argumentan que así se evitan el desempleo. No debe sorprender entonces que los empresarios estén renuentes a contratar, especialmente a los jóvenes, es tan difícil despedir a alguien, que si bien no salen tampoco entran, y en su lugar las compañías francesas emigran a otras latitudes para producir ahí los productos franceses, por este motivo el empleo en el sector industrial ha decrecido y los empleos, pocos, sólo se dan en el sector servicios. La ley del CPE y la reducción a 35 horas la semana laboral demuestran los efectos desesperados por corregir un daño estructural, se decía que la reducción de horas aumentaría en 700,000 los empleos, en la práctica no creó ni uno sólo. Las leyes laborales de Francia no son el único problema de los franceses, también lo son los altos impuestos, consecuencia del alto gasto gubernamental de 54.7% del PIB, el mayor del G-7, que no sólo se van a mantener una inmensa burocracia, sino también a subsidiar, principalmente las actividades agropecuarias, tan es así que se da un subsidio de $2 /diarios por cada vaca, esto es más de lo que ganan millones de personas en el mundo. Los impuestos, cercanos al 40% necesarios para mantener todo este dispendio gubernamental impiden la inversión y el crecimiento de las empresas pequeñas. Consecuencias, no hay empleos, no hay crecimiento, el ambiente es turbio y explosivo, los nacionalistas culpan a la inmigración, otros culpan al capitalismo y a la globalización, las principales corrientes de globalifóbicos son francesas. Los puestos de trabajo se van, más gente viene y muchos ciudadanos se sienten inseguros y angustiados, saben que si pierden su empleo difícilmente conseguirán otro y se rebelan. Están totalmente confundidos sobre las razones reales de la falta de crecimiento, parecen no darse cuenta como aquí, que la causa real de sus problemas, radica en el enorme tamaño del gobierno, y su consecuente gasto, de las inflexibles regulaciones, de las rígidas leyes laborales. Y como aquí también, no quieren reconocer que el modelo social que según esto le proporciona el bienestar, se ha vuelto ferozmente en su contra, y que de seguir así, lejos de darles bienestar sólo les produce angustia y resentimiento, la bomba social estallará pronto, el modelo francés con “derechos sociales”, el estado paternalista y benefactor es una vez más, un claro ejemplo de su fracaso. ¿Podremos aprender algo de este fracaso, que también es el nuestro puesto que compartimos el mismo modelo social? O, vamos a seguir buscándole con un Estado más dispendioso, buscando como allá que modificar, o hacer, buscando paliativos, dando aspirinas para aliviar el cáncer, dándole la vuelta al problema real. Hay suficiente evidencia que los modelos socialistas todos sin excepción alguna son un fracaso, y no sólo eso, su implementación siempre, siempre agrava las condiciones sociales, mientras que los modelos liberales que promueven la inversión, son los que finalmente generan el empleo, se produce la riqueza y con ella viene el progreso de los pueblos, el tan ansiado y buscado bienestar para la mayoría de la población.

Islandia y Estonia Otros Ejemplos de Neoliberalismo

Islandia es un pequeño país compuesto por glaciares, volcanes, sin nada de recursos naturales, sin energéticos. Un país que hace apenas unos 20 su PIB era el #140 en el mundo, tenía un 70% de pobres, era un país como el nuestro, en esencia socialista, con capitalismo arcaico mercantilista rentista que privilegiaba a unos cuantos, con empresas estatales y la “rectoría del Estado” en pocas palabras la economía isleña yacía en estado de coma cortesía de impuestos criminales, regulaciones, trampas, burocracia y una inflación galopante e incontrolable. La banca era propiedad estatal con ausencia de la saludable competencia.

Pero en 1991, llegó un liberal David Oddsson, a ocupar el cargo de primer ministro un exacto opuesto a López Obrador que es un anti-liberal. Veamos lo que hizo: El señor Oddson inició una auténtica revolución, empezó con la privatización de empresas estatales, pero como buen liberal, la partió primero para garantizar la sana y fecunda competencia. Ya para el 2003, Oddson finalizaba la venta de de esos activos y en estos momentos, Islandia cuenta con cuatro de los bancos mas redituables del mundo nórdico, lo que orienta al país a convertirse en un centro financiero de importancia mundial. Simultáneamente con las privatizaciones se dio la liberalización del mercado laboral y la reducción del tamaño del Estado, por supuesto se acompañó de una reforma fiscal que rebajó de 50% a 18% el impuesto a las empresas y el impuesto sucesorio a un máximo de 5%. Sin embargo, los ingresos gubernamentales aumentan debido al dinamismo económico creado con tales medidas, a la vez que la deuda nacional se ha reducido de 50% a 15% del PIB. Más adelante, el impuesto a las utilidades se fijó en el 10% los impuestos corporativos y personales en un 15%, se han derribado regulaciones y, como magia, los negocios comatosos a punto de sucumbir, se hicieron redituables. Exhibiendo aun más magia, los ingresos del estado, producto del recorte impositivo y de acuerdo con la curva de Laffer, aumentaron de forma dramática fortaleciendo las bases de sus apoyos. Es por ello que en estos momentos se considera establecer el sistema del “flat tax”, un impuesto único y de tasa fija. El país nórdico ha escalado posiciones para situarse ahora en el #5 en el índice de libertades económicas, por comparación México se encuentra en el puesto # 77 bien lejos, pero muy lejos de situarnos como un país “Neloliberal”. Estas acciones tuvieron como consecuencia que todas las actividades económicas estén floreciendo, los precios a la baja y la inflación es prácticamente inexistente, principalmente la pesca se ha convertido en una actividad altamente rentable y exportadora, la generación de energía se ha dinamizado producto de la inversión privada en hidroelectricidad al grado de ser tan superávitaria que ya se termina un cable submarino para exportar energía al Reino Unido, pero lo más importante, y donde los detractores del Neoliberalismo se van a quedar callados: El ingreso pero cápita es de $ 34,000 dólares, cinco veces mayor que el de México, es más, es mayor que el Inglaterra, Francia, Alemania, Italia y Austria. Su PIB crece al 6% anual, y no sólo casi se extinguió la pobreza, se estima que ahora ya cuenta con más de mil millonarios. En su capital y ciudad más importante, hace 20 años una ciudad-pueblo que patentizaba la pobreza ahora es una ciudad bien urbanizada, con todos los servicios, hay modernos edificios, y muchas grúas por doquier para edificios en construcción para la nueva generación de empresarios islandeses.

¿Contrastamos con los “logros” en Cuba, o en Venezuela? Pues el petrolero país tenía hace 20 años 2.5 veces el ingreso per cápita de Islandia, hoy, no llega ni al 10%. ¿Revolución Bolivariana o Socialista o Revolución Neoliberal? ¿Qué sirve en el mundo real? ¿Qué verdaderamente trae el progreso?
Y sigo esperando mi ejemplo de país socialista que transforma a un país de la miseria a la riqueza, aquí ya van dos. Y para que de una vez sean tres aquí les va el caso de Estonia: Estonia es uno de los países bálticos de la extinta Unión Soviética Mart Laar, ex primer ministro de Estonia, fue el principal arquitecto de la extraordinaria transformación económica de ese país, de ser un vasallo del comunismo a convertirse en una de las naciones más libres (# 4, según el “Indice de Libertad Económica 2005”) y más dinámicas. El Sr. Laar tuvo éxito siguiendo las lecciones aprendidas de economistas Neoliberales como F. A. Hayek y Milton Friedman.

Cuando tomó Laar la administración el país tenía una estanflación, es decir recesión con inflación; en efecto, la inflación estaba en 100%, la economía decrecía al 3% anual, el desempleo estaba en 30%, y dependían de Rusia para el 97% del comercio.

Con Laar, Estonia procedió al igual que los otros dos países a los que nos hemos referido a proteger la propiedad privada y crear una moneda sólida. Estonia eliminó el control de precios y las regulaciones sin sentido, privatizó las empresas estatales y estableció un régimen de libre mercado, también como los otros dos países exitosos, hace diez años Estonia fue el primer país que introdujo el impuesto proporcional al ingreso con una sola tasa. Ahora fue seguida por Latvia y Lituania, más tarde por Rusia y Ucrania, con actualmente Eslovaquia avanzando hacia ese objetivo. Laar predice que seguirá Polonia o la República Checa y estima que en cinco años toda Europa Central y del Este avanzará hacia la tasa única proporcional del ingreso sobre la renta. Este desarrollo está dando el buen ejemplo a la Vieja Europa, la cual está perdiendo inversiones y productividad, mientras los países del Este de Europa avanzan.

El resultado ha sido el mayor crecimiento porcentual en ingreso real per cápita entre todos los países ex comunistas. Tiene un crecimiento estable de 6-7%, inflación de 2.5%, el presupuesto está balanceado, el desempleo es bajo y se ubica en 2%.

Estonia ahora avanza para convertirse en el primer “e-gobierno”: la mayoría de las operaciones se hacen en la Internet de forma electrónica. Al eliminar el papeleo burocrático, Estonia ha reducido los costos y la corrupción, creando transparencia y rendición de cuentas. Todos los proyectos de ley aparecen en Internet antes de promulgarse para que cualquier ciudadano pueda revisarlos y comentarlos antes de que el Parlamento vote sobre ellos.

Y aquí viene algo realmente sorprendente, en 2003 Estonia, al igual que varios países excomunistas, entraron a la Unión Europea según esto para , beneficiarse de barreras comerciales reducidas, aumento en la inversión y, eventualmente, mayor movilidad laboral.

Sin embargo, a pesar de los amplios márgenes que favorecieron el ingreso, hubo una falta de entusiasmo hacia la expansión de la UE que quedó documentada por los bajos niveles de votación a lo largo del Centro y Este de Europa (CEE). En Hungría, por ejemplo, solo el 38% de las personas calificadas para votar apoyaron el ingreso. Tomando en cuenta que la membresía a la UE fue presentada implacablemente como la solución a los problemas económicos del CEE, esos bajos números son decepcionantes.

El problema es que—usando una analogía médica—el doctor parece estar más enfermo que el paciente. En el 2002, por ejemplo, la economía de Eslovaquia creció un 4.4%. Por el otro lado, la economía alemana creció tan solo un 0.2%. Claramente la membresía de la UE no garantiza el crecimiento económico. En cambio, es crucial una combinación de acceso al mercado y de liberalización económica.

A diferencia de Noruega, Suiza e Islandia, los nuevos miembros de la Unión Europea no presionaron por un tratado de libre comercio con la UE. Al haber expresado en un principio su interés en una membresía completa a la Unión, los países invitados decidieron sacrificar la libertad económica por el acceso a un mercado común europeo altamente regulado.

Regresando a Estonia, ya tenía abolidos todos sus aranceles a las importaciones a comienzos de los noventa. Como resultado de su ingreso a la UE, Estonia ha tenido que adoptar 10.794 aranceles europeos y otras medidas proteccionistas, como cuotas y aranceles. ¡Qué irónico es que para unirse a un Occidente supuestamente capitalista, Estonia deba adoptar características del Este comunista!

Dice Laar en una reciente conferencia “La prosperidad económica depende de políticas económicas liberales, no de la ayuda externa. Desdichadamente, al entrar a la UE, los países admitidos verán restringida su habilidad de fomentar el crecimiento económico a través de la liberalización. En la cada vez más homogenizada Europa, muchas de sus ventajas comparativas dejarán de existir a través de la adopción de más de 97.000 reglas y regulaciones europeas”.

Para salir adelante, los ex países socialistas tuvieron que reducir el tamaño de sus gobiernos, poniendo nerviosa a la Vieja Europa. El canciller alemán Gerhard Schroeder y el primer ministro sueco Goran Persson han dicho que los ricos de los nuevos países del Este no pagan suficiente en impuestos y que deberán subir las tasas. La respuesta es que "no" porque, según Laar, "queremos que nuestra gente use sus talentos y confiamos que nuestro éxito servirá de ejemplo para convertir a toda Europa en la Nueva Europa.

Y sigo esperando por algún defensor del socialismo, intervencionismo de un solo ejemplo, uno nada más, de país que con intervencionismo estatal “dinamizando” la economía se haya transformado como estos tres países que han pasado de la miseria a a la riqueza, aquí ya van tres y contando. ¿Ya están empezando a darse cuenta que el problema de no avanzar es el tamaño del Estado y no la solución? ¿Todavía quieren un papá gobierno que les resuelva su pobreza? ¿un papá gobierno que les de empleos mal pagados en la burocracia? ¿Un papá gobierno que les de “Justicia Social”? Pues lo único que va a seguir encontrando es que papá gobierno es el gran estorbo que impide que la Justicia social llegue en la forma de riqueza producto del empleo. Por cierto, Felipe Calderón es el único que ha promovido la tasa única al impuesto, factor que en nuestros tres ejemplos ha sido determinante para que estos países que hace 15 años eran pobres sean hoy ricos. Ustedes deciden. Que les den aspirinas con gasolina, o que se deje venir la inversión como en Irlanda, Islandia, Estonia, Nueva Zelanda, Lituania, Latvia, Rep. Checa, Eslovaquia, Hungría, Portugal, España, Hong-Kong, Malasia, Vietnam, Tailandia, ¡Uff. son un buen!

Irlanda, Un Ejemplo

Irlanda es quizá el ejemplo más dramático de como un país pobre se convierte en pocos años en un rico, he aquí la historia:

Quiero exponer a los lectores de “Lupa” el caso de Irlanda, que aunque lo sintamos distante, tiene más cosas en común con nosotros de lo que cualquiera pudiera imaginarse: Pues bien, hace tan solo una década, Irlanda era un país en esencia Socialista, poseedor de un Estado paternalista, benefactor, que como aquí, dirigía sus inútiles esfuerzos al combate a la pobreza, el desempleo, y proporcionaba educación y seguridad social gratuitas, era uno de los países más pobres de Europa y los irlandeses pagaban un mínimo de 40% de sus ingresos en impuestos. En 1987, el ingreso per capita de los irlandeses era de menos de un tercio del de sus vecinos ingleses. También en esta época para Venezuela el ingreso per cápita era el doble que el de Irlanda.

Durante varias generaciones, Irlanda apenas lograba mantenerse a flote porque gran número de los jóvenes emigraba para conseguir trabajo y enviar remesas a la familia. Así, allá como aquí los pueblos eran de los viejos, las mujeres y los niños.

Tenemos pues en 1987 un Estado atrapado por ideologías paternalistas e intereses mercantilistas rentistas que tiene a Irlanda atrapada en un elevado gasto público, especialmente burocracia y déficit fiscal. Sin embargo, en este año Irlanda ingresa a la Comunidad Europea, esto por supuesto no resolvió los problemas, como tampoco el TLC de Norteamérica los ha resuelto aquí. Este ingreso a la Comunidad Europea expuso los errores nacionales a la vista de los demás y a los efectos de su competencia. El país tenía que abrirse necesariamente al ingreso de productos de sus socios del Mercado Común y su economía comenzó a competir en forma directa con las de los demás países europeos. Un país poco preparado y que no hace su transformación y se abre trae de inmediato consecuencias nefastas: Cierre de empresas, más desempleo, empleo informal, inseguridad. Ante la caída de los ingresos, no podía sostener una administración fiscal con déficit del orden del 18% del PIB, como sucedía en los años 80. El país estaba técnicamente quebrado. Las voces clamaban por salirse de la Comunidad Europea para regresar a los viejos mediocres tiempos aquellos y volver a cerrarse a piedra y lodo de la globalización.

La situación se tornó insostenible, pero a diferencia que aquí, el gobierno aceptó que había llegado la hora de las reformas. Esto sucedió en el año 1987 con una serie de reformas fiscales, cuyo principal componente fue la reducción del gasto público y de los impuestos. Las tasas marginales del impuesto a las ganancias se redujeron del 65% al 42% y luego más aún. La tasa impositiva para las empresas que oscilaba según la actividad de 10% a 40% se fijó en una sola del 10 %, para las personas físicas se fijó en 12.5%. Siguió la reforma laboral, flexible, aboliendo los salarios mínimos, permitiendo la contratación por horas, extendiendo los períodos para despido sin causa a un año, haciendo más simétrica la relación laboral entre empleador y empleado, siguieron las leyes específicas o reglamentos que se simplificaron al máximo posible. Y finalmente, redujo, sin temor a generar un desempleo masivo el tamaño del Estado, los gastos del gobierno bajaron de 55% del PIB en 1985 a 41% en 1995, a 22% en 2000.

¿Qué pasó? Cuáles fueron las consecuencias de estas acciones tan “draconianas” y radicales: El primer efecto y más evidente fue sobre las inversiones extranjeras
comenzaron a llegar y pronto se convirtió en el favorito de los inversionistas en los años 90. Y en poco tiempo el déficit fiscal se había reducido al 3% del PIB, y en la actualidad Irlanda presenta un superávit de la misma magnitud.

Hoy a Irlanda la llaman “el tigre celta”, la más brillante estrella de Europa. El ingreso per capita de los irlandeses ya superó al del Reino Unido. La economía irlandesa creció 20% entre enero de 1995 y junio de 1997. Entre 1993 y 1997 se crearon más puestos de trabajo en que durante los 30 años anteriores. El desempleo se redujo en 30% entre 1995 y 1998. La inflación se ha mantenido baja a medida que el déficit presupuestario se ha convertido en superávit y la deuda del estado como porcentaje del PIB ha caído de 82% a 63% en los últimos tres años. El año pasado creció al 9%.

Irlanda, ha emergido a la superficie de los países desarrollados. Se ha transformado de una economía manufacturera de bajo costo, para, montada sobre la ola de la economía tecnológica, convertirse en una de las naciones más ricas de Europa y poderoso magneto para la inversión mundial. De haber partido siendo una isla exportadora de inmigrantes, cuenta ya con más de 1,200 empresas internacionales exportando más de 70 billones de dólares de software, para situarla como la #1 del mundo en la industria.

Contrario a la sabiduría convencional, la reducción de las tasas de impuestos y la flexibilización de las leyes laborales convirtió las largas colas de desempleados cobrando cheques de asistencia social en trabajadores activos, con buenos sueldos y pagando impuestos, razón por la cual se eliminó el déficit. También los emigrantes comenzaron a regresar a su país, el cual se enfrenta ahora a problemas que todos los países latinoamericanos envidiamos: una aguda escasez de viviendas que ha disparado sus precios por las nubes (y generado también una febril actividad constructora), preocupación por la calidad de la educación que permita sostener un ritmo de crecimiento en industrias de tecnología avanzada y la deseable preocupación sobre si la bonanza continuará en el futuro.

En pocas palabras se debe al éxito de los irlandeses en adelgazar a su gobierno, reduciendo el costo del gobierno y haciéndolo menos entrometido y hacer las leyes laborales más flexibles y desregulando ampliamente todos los sectores de la Economía Irlanda además, se ubica ya en el lugar #3 del índice de libertad económica. La clave, la empresa y la sociedad fuerte y un Estado reducido que cumple a la cabalidad sus funciones de proporcionar seguridad física y jurídica, garantizar la propiedad, servir de árbitro ante las diferencias y sobre todo, no interferir con los individuos.

Cuando en “Diálogos por México” Enrique Krauze le preguntó a López Obrador ¿por qué no voltear a ver los países exitosos como Irlanda, Portugal, Nueva Zelanda, etc. que se han transformado en unos poco años? LO con cara de “what” casi gritaba “compló” iniciando una de sus usuales peroratas dejando entrever que nuestro futuro es Bolivariano, Fidelista.

Mucha gente afirma: Muy bien pero ellos son los “irlandeses”, no es lo mismo que los mexicanos, si, no somos iguales, pero tampoco lo es Portugal, o España, o Estonia, y tantos otros países que también tienen historias exitosas que contar. Las leyes fundamentales de la ciencia Económica son las mismas para todos los países. Tomé el ejemplo de Irlanda por ser un claro ejemplo de cómo un país hundido en el Socialismo más capitalismo rentista mercantilista, tal y como somos nosotros, fue despedazado por la apertura comercial, y cómo emergió en unos cuantos años al mundo desarrollado. ¿Es tan difícil ver el ejemplo? La aplicación de medidas similares daría resultados parecidos en nuestros países, sólo hay que hacerlo. Hoy los irlandeses no ven con temor la globalización, se sienten parte ella.

¿Por qué será que nos cuesta tanto trabajo imitar el éxito? Los ejemplos ahí están, el sendero ahí está. ¿Estamos ciegos o simplemente somos necios? O de plano, ¿somos estúpidos?

La Ciencia Económica el Desempleo y la Inflación

La gente no profesional de la economía junto con los deficientemente preparados “economistas” egresados de las universidades públicas en donde sólo conocen a dos economistas: Marx y Keynes creen que la economía moderna sigue en el debate entre los socialistas, Keynesianos vs. Los Neoliberales, y mientras que estos últimos han tomado por asalto los medios reflejando sus precarios conocimientos, manteniendo vivo este aparente debate que debe decirse está totalmente superado, por lo que es hoy inexistente. Mientras, esto ya ha sido superado, en México modificamos las estrofas del himno nacional a “un economista en cada hijo te dio” y seguimos aferrados a enfrascarnos en discusiones que han sido totalmente superadas.

En efecto, la ciencia económica ha evolucionado a la Economía Positiva que es, en principio, independiente de cualquier posición ética o juicio normativo. Se refiere a "lo que es", no a lo "que debería ser". Su tarea reside en suministrar un sistema de generalizaciones que pueda utilizarse para hacer predicciones correctas acerca de las consecuencias de cualquier cambio en las circunstancias. Su funcionamiento ha de ser juzgado por la precisión, alcance y conformidad de las predicciones que suministra con la experiencia. En resumen, la Economía Positiva es, o puede ser, una ciencia "objetiva" en el mismo sentido, precisamente, que cualquiera de las ciencias físicas. Naturalmente, el hecho de que la economía trate de las interrelaciones de los seres humanos y que el investigador mismo forme parte de la materia que se está investigando, en un sentido más íntimo que en las ciencias físicas, da origen a dificultades especiales en la tarea de alcanzar la objetividad, al mismo tiempo que dota al científico social con una clase de datos no disponibles para el estudioso de las ciencias físicas. Pero ni lo uno ni lo otro constituye, una distinción fundamental entre los dos grupos de ciencias.

La Política Económica no puede ser independiente de la Economía Positiva. Cualquier conclusión política debiera basarse necesariamente en una predicción acerca de las consecuencias de hacer una cosa en lugar de otra, predicción que debe estar basada —implícita o explícitamente— en la Economía Positiva.

El objetivo último de una ciencia positiva es el desarrollo de una "teoría" o "hipótesis" que ofrezca predicciones válidas y con sentido (es decir, que no tengan un carácter tautológico) acerca de fenómenos todavía no observados. En general, semejante teoría es una mezcla compleja de dos elementos. Es, en parte, un "lenguaje" ideado para promover "métodos de razonar sistemáticos y organizados" y, en parte, un cuerpo de hipótesis sustantivas diseñadas para abstraer los rasgos esenciales de una realidad compleja. Por supuesto como en toda ciencia, el lenguaje esta basado en las matemáticas, lenguaje que, por cierto, muy poco se domina en las universidades oficiales.

Considerada como un cuerpo de hipótesis sustantivas, la teoría ha de juzgarse por su poder de predicción respecto de la clase de fenómenos que intenta "explicar". Sólo la evidencia empírica puede mostrar si es "aceptada como válida" o "rechazada". La única prueba importante de la validez de una hipótesis es la comparación de sus predicciones con la experiencia. La hipótesis se rechaza si sus predicciones se ven contradichas ("frecuentemente" o más a menudo que las predicciones de una hipótesis alternativa);
se acepta si no lo son, y se le concede una gran confianza si sus predicciones han sobrevivido numerosas oportunidades de contradicción. La evidencia empírica no puede "probar" una hipótesis; únicamente puede dejar de desaprobarla, que es lo que generalmente queremos decir, de forma un tanto inexacta, cuando afirmamos que la hipótesis ha sido "confirmada" por la experiencia. Este es pues el método científico, positivo, de esta forma mientras que el avance de la ciencia económica se dirige a la creación de modelos matemáticos, que expliquen y luego sirvan para predecir variables económicas, aquí nos debatimos sobre la aplicabilidad de hipótesis que han sido perfectamente aceptadas o descartadas en base a la evidencia empírica.

Una de estas hipótesis que es pertinente en el debate nacional sobre política económica se ocupa de la “aparente” relación que existe entre empleo e inflación: Según la sabiduría convencional “un economista en cada hijo te dio”, muchos afirman que la inflación fomenta el empleo. En efecto, basados en un ramal de la escuela keynesiana a la que por cierto, pertenece el asesor económico de López Obrador, que se volvió particularmente fuerte en la década de los 60’s afirmaba que existe un “intercambio” entre el desempleo y la inflación, según esta premisa, los gobiernos pueden inducir una “dosis” de inflación para elevar el nivel de empleo que todos desean. Esta teoría proviene el profesor Phillips quien representó gráficamente el desempleo comparándolo contra el ritmo de aumento de los salarios, es decir, una burda representación de la inflación siempre y cuando haya niveles constantes de productividad y cambios más o menos constantes en los precios. Bajo esa teoría, los políticos lograban “afinar” la economía con políticas monetarias expansivas en tiempos de desempleo y recesión; se trataba de un modelo muy sencillo que asumía que los empresarios no se darían cuenta que la inflación destruía los aumentos nominales en los precios de sus productos ni que los trabajadores entenderían que la inflación esfumaba los aumentos de sueldos obtenidos. Ya Milton Friedman demostró que la curva de Phillips es una ilusión: Es cierto que la inflación a muy CORTO plazo puede producir un aumento en la producción y el empleo; pero esto no puede durar mucho por que pronto el público llega a prever el alza en los precios y la inflación pierde su fuerza como impulsora de la producción, producción y empleo regresan a las condiciones originales pero ahora con el problema de la inflación. Todavía peor, la evidencia empírica muestra que altos niveles de inflación se asocian con altos índices de desempleo llevando al PEOR de los escenarios económicos posibles la estanflación, esto es bajo crecimiento con inflación.

En 1995 el profesor Robert Lucas recibió el premio Nobel de Economía por su teoría de expectativas racionales, con la cual introdujo el último clavo en el ataúd del sistema intervencionista keynesiano, el premio fue otorgado, por su “discernimiento sobre las dificultades de utilizar la política económica para controlar la economía... y por haber transformado el análisis macroeconómico”.

La teoría de expectativas racionales sostiene que los inversionistas y los trabajadores pueden ser sorprendidos temporalmente por manipulaciones políticas, pero que pronto aprenden la lección y anticipan o “descuentan” de antemano los cambios instrumentados por las autoridades, lo cual de hecho neutraliza o anula las políticas monetarias de los gobiernos. La lección es que la gente, al tratar de proteger y maximizar sus intereses ante políticas gubernamentales cambiantes, no se deja engañar por las autoridades, sino que por el contrario actúa en anticipación de esas políticas oficiales. La conclusión es que los gobiernos no consiguen nada positivo imprimiendo más billetes de los que se necesitan cuando se contrae la economía o imprimiendo menos en tiempos de crecimiento. De las investigaciones del profesor Lucas se deduce que los banco centrales, en lugar de estar tratando de afinar y manipular la economía o interviniendo en los mercados cambiarios, deben más bien concentrarse en alcanzar el objetivo realmente importante y decisivo a largo plazo, el de mantener precios estables, es decir, preservar el poder adquisitivo de la moneda.

Otra ramificación de la teoría de las expectativas racionales es que cualquier cambio en la estructura del sistema impositivo afecta automáticamente el comportamiento de los contribuyentes. Esto respalda la teoría dinámica del presupuesto fiscal, bajo la cual una reducción del impuesto a las rentas de capital tiende a producir recaudaciones totales mayores porque se incentiva la inversión esto ha sido afinado por Laffer. De la misma manera, tasas más bajas del impuesto sobre la renta hacen que los obreros trabajen horas extras porque saben que se quedarán con una mayor proporción de lo que ganan, en vez de estar en gran parte laborando para pagar los sueldos y gastos del Estado. Según el profesor Lucas, la eliminación del impuesto a las ganancias de capital incrementaría en 35% el total del capital invertido. Y, desde luego, los primeros en beneficiarse serían la mano de obra empleada en esas nuevas inversiones y los consumidores de nuevos y mejores bienes y servicios que tales inversiones producirían.

Es notable que el profesor Lucas sea el octavo miembro de la facultad de la Universidad de Chicago en ganar el Premio Nobel de Economía. Es más, cinco de los últimos seis Premios Nobel de Economía han sido profesores de Chicago. Desde que Milton Friedman fue laureado en 1976, los economistas nobelados de Chicago han sido Theodore Schultz (1979), George Stigler (1982), Merton Miller (1990), Ronald Coase (1991), Gary Becker (1992), Robert Fogel (1993) y Robert Lucas (1995), un récord espectacular para los “Chicago boys”, tan denigrados por los muy sabios políticos latinoamericanos, que han tenido y tienen a sus gobernados inmersos en la pobreza, y el sub-empleo, dando palos de ciego, implantando una y otra vez teorías económicas que han mostrado en la práctica su rotundo fracaso rechazando los avances en la Economía Positiva por el simple hecho de provenir de “tecnócratas neoliberales” ignorando flagrantemente la evidencia empírica, es decir rechazando la REALIDAD, y sustituyéndola por un “debiera ser” ficticio e imaginario.

Hayek versus Keynes (Liberalismo vs. Socialismo)

Extractos tomados de la Biografía de FRIEDRICH A. HAYEK por Peter J. Boettke, profesor de economía de la Universidad de Nueva York

Poco después de su llegada a Londres, Hayek entró en una polémica con John Maynard Keynes. Keynes, un destacado miembro del servicio civil británico que estaba trabajando entonces para el Comité de Finanzas e Industria del gobierno, era el autor de importantes libros de economía. El debate Hayek Keynes fue quizás el más importante sobre economía monetaria que se haya dado del siglo XX. Comenzando con su su ensayo "El Fin del Laissez Faire" (1926), Keynes presentó sus demanda de intervencionismo en el lenguaje de un liberalismo pragmático clásico. Fue así que Keynes fue aclamado como "el salvador del capitalismo", en vez de ser reconocido como lo que era: un defensor de la inflación y de la intervención gubernamental, es decir un socialista.

Hayek detectó el problema fundamental que adolecían en las concepciones económicas de Keynes: su incapacidad para comprender el papel que juegan las tasas de interés y la estructura del capital en una economía de mercado. Debido a su infortunado hábito de utilizar categorías colectivas, Keynes no pudo abordar estos problemas adecuadamente en su "Un Tratado sobre el Dinero" (1930). Hayek señaló que las categorías colectivas de Keynes distraían a los economistas y nos le dejaban examinar cómo la estructura industrial de la economía emergía de las opciones económicas de los individuos.

Keynes reaccionó con acritud a las críticas de Hayek. Primero respondió atacando "Pecios y Producción", de Hayek. Luego alegó que ya no creía en lo que había escrito en "Un Tratado sobre el Dinero" y volvió su atención a la redacción de otro libro:"La Teoría General del Empleo, el Interés y el Dinero" (1936) que, con el tiempo, se convirtió en el libro más influyente del siglo XX en materia de política económica.

Más bien que tratar de criticar directamente lo que Keynes había presentado en su Teoría General, Hayek volvió sus considerables talentos a refinar la teoría del capital. Estaba convencido de que el punto esencial que había que trasmitir a Keynes y al resto de los economistas en relación a la política monetaria radicaba en la teoría del capital. Presentó su tesis en "La Teoría Pura del Capital" (1941), el libro más técnico que escribiera nunca. Y, pese a la razón que pudiera haber tenido, resultó la menos influyente de sus obras. Para fines de los años 30, el tipo de economía de Keynes estaba en pleno ascenso. A los ojos del público, Keynes había derrotado a Hayek. Este perdió relevancia como economista y entre los estudiantes.
Hayek, sin embargo, siguió refinando la argumentación a favor de una sociedad liberal. Los problemas del socialismo que había observado en la Alemania nazi y que vió comenzar en Gran Bretaña lo llevaron a escribir El Camino de la Servidumbre (1944). Este libro obliga a los defensores del socialismo a confrontar un problema adicional, más allá del puramente técnico. Si el socialismo requiere la sustitución del mercado por un plan central, entonces, apuntó Hayek, habrá que establecer una institución que sea responsable por la formulación del plan. Hayek la llamó la Junta Planificadora Central. Para implementar el plan y para controlar los recursos, la Junta tendría que ejercer amplios poderes discrecionales en los asuntos económicos.

Con todo, la Junta Planificadora Central en una sociedad socialista no tendría los precios del mercado como guía. No tendría forma de saber cuáles posibilidades productivas eran económicamente posibles. La ausencia de un sistema de precios, dijo Hayek, demostraría ser el talón de Aquiles del socialismo.

En El Camino de la Servidumbre, Hayek alegó que había buenas razones para sospechar que los que ascendieran a la cumbre de un régimen socialista serían aquellos que tuvieran una ventaja comparativa en el ejercicio de poderes discrecionales y estuvieron dispuestos a tomar decisiones desagradables. Y es inevitable que estos hombres poderosos dirigieran el sistema en su propio beneficio.

Por supuesto, Hayek tuvo razón tanto el problema económico como en el político del socialismo. El siglo XX está lleno con la sangre de las victimas inocnetes de los experimentos socialistas. Stalin, Hitler, Mao, Pol Pot y muchos tiranos menores han cometido crímenes horribles contra la humanidad en nombre de alguna variante del socialismo. El totalitarismo no es un accidente histórico que sólo emerge debido a mala elección de dirigentes en un régimen socialista. Hayek muestra que el socialismo es el resultado lógico del ordenamiento institucional de la planificación socialista.

Tras la derrota de su crítica de Keynes en el foro público y la controversia que surgió sobre el cálculo económico en el socialismo, Hayek se alejó de los problemas técnicos de la economía y se concentró en la reformulación de los principios de liberalismo clásico. Hayek había señalado la necesidad de los precios de mercado como trasmisores de una información económica dispersa. Mostró que los intentos de reemplazar o controlar el mercado llevaban a un problema de conocimiento. Hayek también describió el problema totalitario asociado con la ubicación de poder discrecional en las manos de unos pocos. Esto lo llevó a examinar los prejuicios intelectuales que ciegan al hombre y le impiden ver los problemas de la planificación económica gubernamental.

Afortunadamente, vivió lo suficiente como ver reconocido nuevamente su enorme intelecto. Tanto los keynesianos como los socialistas fueron aplastantemente derrotados por los acontecimientos y por la poderosa verdad de su obra. El liberalismo clásico es nuevamente un cuerpo vibrante de pensamiento. La economía austriaca ha emergido como una gran escuela del pensamiento económico, y jóvenes estudiosos de la ley, la historia, la economía, la política y la filosofía están estudiando sus grandes temas. Podremos lamentar la pérdida de este gran campeón del liberalismo pero, al mismo tiempo, podemos regocijarnos de que F.A. Hayek dejara una herencia tan fructífera y brillante.

Queda pues entonces claro por qué Keynes es un socialista, o al menos un antiliberal.