martes, mayo 24, 2011

Sobre el Futuro de la Libertad. (3)

El Gobierno Limitado ¡Imposible!

Los liberales hemos cometido el grave error de aceptar a la institución gubernamental como consistente con los principios liberales básicos de propiedad privada, apropiación original de los bienes que no tienen dueño, y contractualismo, la consecuencia de este error ha sido, como hemos explicado en el post previo, nuestra propia destrucción.

Primero y ante todo, esto proviene del error inicial de la solución liberal al eterno problema de la seguridad física y patrimonial. Dándole al gobierno esa única función, proporcionándole el monopolio de la violencia y la posibilidad de recaudar impuestos.
Se ha tratado de limitar el tamaño de gobierno constitucionalmente, pero esto es contradictorio y praxeológicamente, esto es, que desde el punto de vista de la acción humana es un ideal imposible. Contrario a la original intención liberal de salvaguardar la libertad y la propiedad, cada gobierno mínimo tiene la tendencia inherente de volverse con el tiempo en gobierno máximo, y no limitarse a sólo proporcionar seguridad, sino que crece para meterse con todos y cada uno de los aspectos de nuestras vidas, convirtiéndonos en su siervos, en sus esclavos.

En efecto, un vez que se acepta incorrectamente el principio básico de gobierno, esto es, los monopolios judiciales y de policías junto con el poder para poder recabar impuestos como algo justo, se vuelve totalmente ilusorio cualquier intento por salvaguardar la libertad individual y la propiedad privada. Es totalmente predecible que bajo los auspicios monopólicos el precio para proporcionar la justicia y la seguridad física y patrimonial aumentará de forma continua y así como éste sube, la calidad de la justicia y la efectividad de la protección disminuyen. Esto es, la típica ley de resultados decrecientes. Es totalmente contradictoria en sus términos el establecimiento de una agencia de protección fondeada por impuestos, ya que ella es en sí misma un expropiador que inevitablemente lleva a más impuestos y menos protección esto aún sí, como los liberales proponían se daría con el establecimiento de un gobierno limitado exclusivamente a labores de protección. Esto lleva al cuestionamiento de que tanta protección es necesaria. Para el gobierno, aún el supuestamente confinado a labores específicas al estar equipado con la posibilidad de cobrar lo que quiera vía impuestos su meta final siempre será maximizar los gastos para proporcionar la protección, así ha sucedido siempre con cualquier gobierno y no sólo en los gastos de seguridad con cualquier concepto. Esto es, con la posibilidad de cobrar impuestos, y en consecuencia asignar el costo que quiera, el gobierno pudiera consumir la renta nacional completa. Para el gobierno, entre más se gaste y menos se trabaje, mejor se estará.

Aún más, los monopolios judicial y el del ministerio público invariablemente llevarán al deterioro permanente de la calidad de protección. Si nadie puede apelar por justicia más que al gobierno, la justicia se pervertirá a favor del gobierno. Previsiblemente las definiciones de propiedad y protección serán alteradas a modo y el dominio de la jurisdicción expandido a favor del gobierno. Entonces ¿Cuál justicia, cuál protección? Menciono como nota al margen el caso de la Sra. De Wallace que ante la ineptitud del MP, tomó ella misma el caso de persecución y captura de los secuestradores y asesinos de su hijo. ¡Qué diferente sería la cosa si hubiera competencia de MP!

De esta forma, una vez que se acepta que a fin de proteger e imponer la cooperación pacífica entre A y B, se justifica como necesario tener el monopolio judicial X, arribamos a una doble conclusión: Si existe más de una entidad judicial digamos X, Y, y Z, entonces así como presumiblemente no habrá paz entre A y B sin la existencia de X, tampoco habrá paz entre las entidades judiciales X, Y. y Z ya que éstas permanecerán en un “estado de anarquía” cada una de ellas con las otras. Se concluye así que para lograr obtener el ideal liberal de paz universal y eterna se justifica la existencia de un gobierno mundial que centralice todo el poder político y lo unifique.

Iguales ante la Ley no es Igualitarismo

Finalmente, del error de aceptar el gobierno como algo justo sigue que la antigua idea de la universalidad de los derechos humanos y la unificación de la ley se confundan y que bajo el lema de “iguales todos ante la ley” se transforme en el vehículo para el igualitarismo en el sentido económico del socialismo ramplón. Esto es opuesto al anti igualitarismo y aún sentimientos aristocráticos de los liberales primigenios, así podemos concluir que la idea de los derechos humanos universales cuando se combina con la del gobierno, resulta el igualitarismo y con ello la efectiva destrucción de los derechos humanos, empezando, por supuesto con el de la propiedad.

Entonces ¿Cómo podríamos ajustar la idea de los derechos humanos universales e iguales para todos? La respuesta liberal es abrir la participación en el gobierno en condiciones iguales a cualquiera, no sólo los aristócratas como era entonces, mediante la democracia. Cualquiera, no sólo una clase de nobles que hereda la posibilidad de gobernar, se le permite gobernar. Sin embargo, esta igualdad democrática ante la ley es algo totalmente diferente e incompatible con la idea de una ley universal, que se aplique por igual a todos, en todas partes y en todo momento. De hecho todo lo inaceptable y desigual del sistema monárquico, se preserva íntegramente en la democracia. En efecto bajo la democracia, todos somos iguales en la posibilidad de entrar al gobierno, en México, ni siquiera esto es cierto ya que se tiene forzosamente que ser miembro de un partido político. En la democracia, supuestamente no existen privilegios ni funciones privilegiadas. Pero la realidad es que los gobernantes están protegidos por la ley pública y ocupan una posición de privilegio en relación con el resto de las personas. Por tanto, los políticos gobernantes no tienen diferencia alguna de los antiguos monarcas. Privilegios, proteccionismo y discriminación legal serán ejercidos por los gobernantes democráticos, claro, mientras estén en el cargo de gobierno o se perpetúen sus privilegios si continúan dentro de la casta de los nuevos aristócratas los políticos.

Previsiblemente, bajo condiciones democráticas, la tendencia de todo monopolio de incrementar precios y reducir la calidad será más fuerte y pronunciada. Los reyes y príncipes tenían un monopolio hereditario en el que consideraban que el territorio y la gente bajo su jurisdicción eran de su propiedad personal. Bajo la democracia, el monopolio y la explotación monopólica no desaparecen. Aún si a cualquiera se le permite entrar al gobierno, esto no elimina en nada la distinción entre gobernantes y gobernados. Los actuales gobernantes democráticos en nada difieren de los reyes más que en la temporalidad de su mandato, y mientras estén gobernando el país es prácticamente suyo lo que usa en su propio beneficio y el de sus protegidos. El gobernante democrático tiene el usufructo, el provecho del poder –pero no las existencias de capital. Esto no elimina la explotación. Al contrario, esto hará que la explotación menos calculadora y será ejecutada con muy poca o ninguna consideración a las existencias de capital. En pocas palabras, la explotación de los gobernantes democráticos es miope. Aún más, con la posibilidad libre de entrar a participar en el gobierno, la perversión de la ley se hará cada vez más rápido. Así, en lugar de que el gobierno proteja la propiedad privada preexistente y el capital (que es propiedad privada), se montará el esquema de la redistribución de los derechos sobre la propiedad privada preexistente en el nombre de la ilusoria y falaz “seguridad social” y los “derechos sociales”, esto proseguirá hasta que la idea de los derechos universales del hombre se reemplacen por un ley creada positivamente por la legislación del gobierno.

Así, llegamos al resultado del gobierno democrático que supuestamente es aceptado para la protección física y patrimonial de los individuos, pero que se convierte finalmente en explotador, y ladrón destruyendo él mismo las razones que supuestamente lo validarían como justo.

A la luz de estas ideas podemos tratar de responder al cuestionamiento del futuro del liberalismo.

Debido a su propio error fundamental en relación con el estatus moral del gobierno, el liberalismo contribuyó con la destrucción de todo lo que originalmente deseaba preservar y proteger: La libertad y la propiedad. Una vez que se acepta el principio del gobierno, es sólo cuestión de tiempo para que se dé el triunfo final del socialismo sobre el liberalismo. El presente neoconservador (o neoliberalismo) el “Fin de la Historia” como Fukuyama clama, de social democracia impuesta no es sino el resultado de dos siglos de confusión liberal. Por tanto, en su forma actual, el liberalismo no tiene ningún futuro. El futuro es para la social democracia, y éste futuro ya ha llegado (y sabemos perfectamente que no funciona).

Una vez que la premisa del gobierno es aceptada por los liberales, quedamos totalmente sin argumento cuando los socialistas reivindican esta premisa a su lógico fin último. Si el monopolio es justo, entonces la centralización es justa. Si los impuestos son justos, entonces más impuestos serán también justos. Y, si la igualdad democrática es justa, entonces la expropiación de la propiedad privada también lo será. En este estado de las cosas, ¿Qué podemos decir los liberales a favor de menos impuestos y redistribución?

Si ya se ha admitido que los impuestos y el monopolio gubernamental son justos entonces al liberal no le queda ningún principio moral para poder contra argumentar. Reducir impuestos no tiene ningún imperativo en el orden moral. Por esto, a los liberales actuales sólo nos queda exclusivamente esgrimir argumentos de índole económico. Por ejemplo podemos argumentar que la reducción de impuestos tendría en el largo plazo beneficios económicos. Sin embargo, al corto plazo, y para mucha gente (los receptores de los beneficios de los impuestos y los servidores públicos) menos impuestos también implican costos económicos. Ante esto y despojado de argumento moral al liberal sólo le queda argumentar el análisis del costo – beneficio, sin embargo, este análisis debe probarse y esto es imposible y cualquier propuesta relacionada es considerada como una mera opinión. Bajo esta situación, los socialistas se presentan más francos, consistentes y consecuentes, mientras que los liberales aparecemos como ilusos, confundidos, carentes de escrúpulos y aún oportunistas. Aceptamos los liberales la premisa básica del orden vigente – el gobierno democrático – pero constantemente nos lamentamos del resultado antiliberal.

Continuamos…

miércoles, mayo 18, 2011

Sobre el Futuro de la Libertad (2)

Hegel escribía que el liberalismo clásico tan sólo marcaba una época en la transición de la evolución en la dirección del hombre social demócrata plenamente desarrollado. Los escritos de Fukuyama parecen reafirmar los deseos de Hegel. Así, los pocos, muy pocos, como escribe mi amigo Leopoldo liberales de hoy en día tenemos que padecer la apariencia de verdad en las posturas filosóficas de los neoconservadores, y los neoliberales actuales. Tampoco podemos consolarnos en mucho con el conocimiento de que la social democracia va en camino al colapso económico. Si colapsa, como es muy probable que acontezca y muy pronto, esto no en automático llevará al mundo al repudio de la social democracia, y el renacimiento del liberalismo. Retomo lo escrito por Leopoldo que escribí en el post previo: “Ahí esas mayorías de mediocres vividores defendiendo con garras y colmillos sus privilegios en Grecia o en Portugal, sin aceptar ceder ni un milímetro de terreno, aunque ello signifique el colapso económico.” Así es, así será, defenderán sus privilegios aunque las cosas se pongan aún peor, mucho peor. Desgraciadamente no existe razón algún que garantice que el colapso de la social democracia originará condiciones más favorables para el liberalismo. Nada, ninguna. El fracaso de la social democracia no implica que su opuesto, el liberalismo, adquiera preponderancia.

Si suponemos que el curso de la historia no lo determinan “fuerzas ciegas”, sino lo determinan las ideas, y que los cambios históricos se gestan cuando la gente tiene cambios ideológicos, podemos concluir que la transformación en dirección al socialismo en los últimos cien años es el resultado de la derrota del liberalismo en lo filosófico y teórico, esto es y debemos entenderlo con objetividad, no es que me ponga pesimista; lo cierto, y debo de reconocerlo es que el público percibe al liberalismo como una doctrina defectuosa e incorrecta. Bajo este estado de las cosas, el liberal puede reaccionar de dos formas: La primera desearía mantener que el liberalismo es una doctrina sólida y que el público la rechaza no obstante su verdad. En este caso debemos de explicar (nos) el porqué la gente se encuentra adherida a creencias falsas, aún si son conocedores de las ideas liberales. ¿No acaso la verdad tiene su propio atractivo y recompensa? Peor aún los liberales debemos explicar (nos) cual es la razón para que la verdad liberal sea cada vez más rechazada a favor de las falsedades del socialismo. ¿Será que las sociedades se han vuelto más indolentes, degeneradas, y atenidas a lo que el gobierno les de o les deje de dar? Si esto es así, ¿Cómo nos lo podemos explicar? Por otra parte, como la segunda reacción del liberal ante esta situación, es considerar que el rechazo generalizado es un indicador de algún error en nuestra propia doctrina, de este modo, debemos de reconsiderar los fundamentos teóricos y filosóficos del liberalismo y tratar de identificar el o los errores que son responsables de este rechazo y que hacen que la gente identifique el liberalismo como una doctrina defectuosa y quizá también falsa. Puesto en otras palabras, la transformación al socialismo debe de explicarse como una comprensible y predecible sistemática destrucción y degeneración de la teoría política liberal gestada a partir de errores propios o, si se quiere, de ser en cierta forma permisiva lo que ha llevado a toda la confusión socialista.

El error central del liberalismo clásico, cae en su teoría del gobierno (Murray N Rothbard Man, Economy and State”)

La teoría liberal clásica personificada por Locke y desplegada en la Declaración de Independencia de los EU por Jefferson, fue en principio y ante todo una doctrina moral. Enraizada en la doctrina de los Estoicos y los últimos Escolásticos, se centra en la propiedad de uno mismo, la apropiación de los recursos naturales (sin dueño) la propiedad privada y el contrato como derechos universales del hombre implícitos en la naturaleza del hombre como un animal racional. Dentro de un ambiente de reyes y príncipes, este énfasis en la propiedad como derecho universal del hombre puso a la filosofía liberal naturalmente en franca oposición a cualquier forma de gobierno y evidentemente en colisión con ellos. Para un liberal, desde el Rey hasta el más humilde súbdito están sujetos a los mismos principios universales de justicia, todos iguales ante la ley. Para el liberal el gobierno podría justificarse con un contrato entre los poseedores de propiedad privada, por supuesto a cambio de “algo”, o. quizá no podría justificarse en forma alguna y este es el punto importante ¿Podría justificarse cualquier forma de gobierno?

La respuesta afirmativa a esta última interrogante es bien conocida, yo aquí mismo la he escrito refriéndome a Von Mises: Aunque si bien la gran mayoría de los hombres actúan en forma cooperativa, de buena fe, existen, esto es innegable los ventajosos, los avorazados, y peor aún, los violentos, los criminales, los ladrones; la vida sería imposible si éstos pudieran actuar a sus anchas y sin ninguna restricción, se necesita del castigo físico a éstos, y de la protección a la sociedad. A fin de mantener el orden social liberal, los liberales han insistido que es necesario aplicar presión para que mediante amenazas y/o aplicando la violencia a toda esa gente que no respeta a la vida, la propiedad y otras reglas o leyes establecidas en la sociedad. De esta premisa correcta, los liberales concluyen que se necesita del gobierno para ejecutar esta su única y bien definida función de garantizar el cumplimiento de la ley y proporcionar el orden, de este modo, el gobierno adquiere para sí la posibilidad de actuar con violencia con el fin de ser el garante de la protección física y patrimonial de la sociedad y el cumplimiento de los contratos y las reglas de convivencia de la sociedad.

Sin importar si esta conclusión es o no correcta, es el eje de la definición del gobierno. Si es correcta, por gobierno simplemente se entiende cualquier individuo o firma (empresa) que provee servicios de protección y seguridad a sus clientes, los poseedores de la propiedad privada, que, muy importante, de forma voluntaria contratan sus servicios a cambio de un pago especificado previamente. Sin embargo, esta no fue la definición de gobierno adoptada por los liberales clásicos. No es el gobierno para los liberales simplemente una firma o empresa especializada en proporcionar servicios de protección. Más que eso, al gobierno se le asignaron dos características únicas: A diferencia de una firma, el gobierno tiene jurisdicción en un terreno físico en el cual posee el monopolio de la compulsión y de la violencia, y muy importante, sus servicios los proporciona a todos, lo quieran o no, y para ello tiene el derecho de cobrar impuestos, que por supuesto que no son voluntarios, son obligatorios y para su cobro ejerce la coerción, la compulsión y la violencia. Esto es, cualquiera que no quiera los servicios de protección del gobierno, se convierte en automático en un criminal.

Si ésta última es la acepción del término gobierno para el liberal clásico, entonces su conclusión es falsa puesto que está en un error. Su conclusión no proviene del derecho y necesidad de protección de las personas y sus propiedades sino que proviene que se requiere del monopolio de la violencia en la jurisdicción y del derecho a cobrar impuestos para proporcionar esa protección, según esto de forma más eficaz. Esto es, se confunden los objetivos con la forma de lograrlos. Y, por el contrario, puede demostrarse que la forma monopólica de protección es una institución que es incompatible con el derecho de protección efectiva de la vida y de la propiedad.

Para la doctrina liberal, los derechos de propiedad emanan de la vida misma y temporalmente preceden a cualquier forma de gobierno. Son el resultado de su trabajo, y producción o actos de apropiación de bienes naturales que no tienen dueño, y/o el intercambio de propietarios previos a actuales y es en esas propiedades en donde el propietario debiera de tener derecho a ejercer su jurisdicción sobre los recursos físicos definidos. De hecho, el propósito fundamental de la propiedad privada es establecer un dominio físico de jurisdicción efectiva con el fin de evitar conflictos concernientes con el uso de los recursos escasos. Por tanto, ningún propietario puede ceder obligadamente su derecho de jurisdicción sobre su propiedad a alguien más, esto sólo es posible a menos que la venda o transfiera sus derechos de propiedad. Todo propietario puede tomar ventaja de la división del trabajo, y buscar, para él sólo, o con la cooperación de otros propietarios para buscar la mejor protección posible para su(s) propiedad(es). Así cualquier propietario puede contratar con quien le parezca mejor, y al mejor precio su seguridad y establecer un contrato por ello, contrato que tiene términos y condiciones y que puede renovarse o cancelarse cuando el propietario lo crea pertinente. Tal y como aseguramos nuestro auto, o nuestras casas, en que podemos cancelar y buscar otro seguro que o nos de mejor protección o a mejor precio. Por tanto, a fin de suplir la demanda por protección, se crearían empresas especializadas que proporcionarían protección, aseguramiento de los bienes, persecución criminal, a sus clientes que de forma voluntaria pagarían una cuota o tarifa.

Acostumbrados a que sea el gobierno el que supuestamente proporcione la seguridad física y patrimonial, lo que acabo de escribir puede parecer raro, sin embargo, el obtener la protección de empresas que compiten entre sí por un contrato para proporcionar el servicio de protección a los particulares, propietarios, es de lo más natural, así es con todo lo demás ¿Por qué la seguridad no podría ser así? Más aún, es inconcebible que los propietarios acepten un contrato que faculte a un agente para obligar a que sólo ellos de forma exclusiva pueden proporcionar la seguridad y las decisiones judiciales, impidiendo que otros agentes puedan ofrecer los servicios de protección. Este contrato monopólico implica que cada propietario debe ceder, o mejor dicho, rendir, sus derechos para toma de decisiones sobre su protección personal y de su propiedad en forma permanente y sin opción alguna a alguien que le es impuesto. Al transferir sus derechos en alguien más permanentemente se convierte así mismo en un esclavo. Según la doctrina liberal, un contrato así que implique sumisión es inadmisible y por consiguiente es nulo e inválido, porque contradice la misma esencia fundamental, la razón de ser de todo contrato. Nadie puede aceptar ceder los derechos sobre su persona y de su propiedad permanentemente sin posibilidad de oponerse y de defenderse en contra de las acciones de alguien más. También es inconcebible que esta protección monopólica esté dotada de cobrar, supuestamente a cambio de sus servicios impuestos obligatorios por la cantidad que quiera. Nadie puede establecer un contrato en el que una de las partes obliga a la otra a pagar por sus servicios una cantidad determinada unilateralmente, esto no es un contrato, es una declaración de aceptación de esclavitud.

Desde Locke, los liberales han tratado de resolver esta importante contradicción, mediante la improvisación de acuerdos “tácitos”, “conceptuales”. Sin embargo, todos estos intentos confusos y tortuosos sólo han contribuido a una conclusión inevitable: Es imposible obtener una justificación para la existencia del gobierno como un contrato de protección monopólico.

jueves, mayo 12, 2011

Sobre el Futuro de la Libertad.

El Fin de la Historia

Un entrañable amigo mío, libertario, me escribió en relación al post Democracia Representativa o República el texto siguiente que me ha dejado mucho que pensar, que meditar, sobre la viabilidad del reformismo, de la República libre, pero lo más inquietante, el cuestionamiento crudo de si el ser humano es por naturaleza libre, o si es por naturaleza servil, entrega su libertad en cambio de algunos favores del estado, tal y como Hayek escribe en su “El Camino de la Servidumbre”.

He aquí sus palabras que me han provocado un corto circuito mental:

“Las democracias actuales son irreformables ¿para qué querrían las mayorías de mediocres y vividores trastocar las reglas del juego que permiten la opresión de la minoría productora de la riqueza e impulsora del progreso, si el actual contrato (leonino) les es tan favorable?”

“Ahí esas mayorías de mediocres vividores defendiendo con garras y colmillos sus privilegios en Grecia o en Portugal, sin aceptar ceder ni un milímetro de terreno, aunque ello signifique el colapso económico.”

“Lo que debemos preguntarnos es si de veras el deseo de la libertad es inherente a la naturaleza humana o más precisamente si lo es a la MAYORÍA de los seres humanos. Y por supuesto que no lo es, pues si lo fuera desde hace mucho tiempo la república liberal regiría en el mundo entero.”

“Los que queremos la libertad somos una minoría muy, pero muy pequeña. Creo que en todo el mundo apenas llegaríamos a sumar una población el equivalente a la población de Israel.”

Es cierto Leopoldo (es su nombre), el liberalismo clásico o libertarismo se encuentra en franco declive por más de un siglo. Desde la segunda mitad del siglo XIX los asuntos públicos en el mundo occidental, Europa, los EU, y Latinoamérica, les han dado forma en base a ideas colectivistas y socialistas. De hecho, el siglo XX fue el siglo por excelencia para el socialismo: El comunismo, el fascismo, el socialismo nacionalista, como México con su nacionalismo revolucionario del PRI, y el más duradero y pertinaz de todos el socialismo demócrata, con su variantes, de conservadurismo y supuesto “liberalismo” de izquierdas.

Antes de proseguir, creo pertinente definir y distinguir entre lo que es el Liberalismo Clásico, y el “liberalismo” de las izquierdas.

Ludwig Von Mises en su libro “ Liberalism in the Classical Tradition”, escribe que:
“El programa del liberalismo…si se condensara en una sola palabra, tendría que leerse propiedad, esto es, propiedad privada en los medios de producción. Todas las otras demandas del liberalismo se derivan de ésta."

En contraste, el “liberalismo” de las izquierda, tiene casi una acepción opuesta sus orígenes se explican en John Stuart Mill que en 1859 escribió el libro “On Liberty” y que es la fuente de inspiración del socialismo –social demócrata- moderno. Mill, comenta Von Mises, “es el originador de los pensamientos que confunden las ideas liberales de las socialistas que llevaron al declive del liberalismo Inglés que resultó finalmente en el socavamiento de los estándares de vida del pueblo inglés"….Sin el estudio profundo de las ideas de Mill es imposible entender los sucesos públicos para las dos últimas generaciones (¡1927!). Mill es un gran proponente del socialismo. Todos los argumentos a favor del socialismo se deben a él. En comparación con Mill todos los demás escritores socialistas, incluyendo a Marx, Engels, LaSalle tienen escasa importancia.

Por ejemplo, Norman Thomas (candidato a la presidencia de los E.U. ) dijo que “La gente de los Estados Unidos nunca adoptaría el socialismo a sapiencia. Pero, bajo el nombre de “liberalismo”, aprobarán cada fragmento del programa socialista, hasta que un día América sea una nación completamente socialista, sin saber siquiera como pasó”.

Mill es pues un lobo con piel de cordero para el liberalismo, y así como Thomas propone, pasó en Inglaterra, a la que se refiere Von Mises que “ha socavado el nivel de vida del pueblo inglés”.

Para hablar con la verdad el declive del liberalismo no ha sido continuo. Las cosas no siempre estuvieron tan mal desde el punto de vista liberal. Han existido algunos repuntes libertarios en especial después de la 2ª Guerra Mundial: Alemania e Italia, países que experimentaron el socialismo nacionalista y el socialismo fascista, experimentaron cambios significativos en comparación con su status quo previo. También tras el colapso de la Unión Soviética a fines de los 1980’s se han dado cambios significativos en la dirección libertaria en todos los países de Europa Oriental que estaban bajo el yugo comunista, notablemente Estonia y Polonia. En Latinoamérica, los excesos de los gobiernos socialistas llevaron a los países, especialmente México y Argentina a la crisis de la deuda, lo que obligó a plantear algunas medidas liberales, como la privatización de algunas empresas públicas y el libre comercio, a esto, la izquierda latinoamericana le llama “Neoliberalismo”. Sin embargo, no obstante que los libertarios aplaudimos y dimos la bienvenida a estos cambios, no fueron un indicativo del renacimiento del liberalismo, para nada. En todos los casos que hemos mencionado, Alemania e Italia, los países excomunistas y los latinoamericanos, adoptaron algo de liberalismo no por convicción sino como resultado de factores internos y externos que los obligaron a cambiar: La derrota militar en la guerra, y la bancarrota del estado. Así, lejos de adoptar un liberalismo más general adoptaron una forma más suave, por así decirlo, de socialismo, la social-democracia ejemplificada por los países de Europa occidental y los EU, que quedó como la única superpotencia, que no ha sido derrotada militarmente, y que no ha quedado en bancarrota (para los 1980’s). Sin embargo, hoy en día los EU y casi todos los países social-demócratas de la Europa Occidental, están en bancarrota.

Por tanto, aún cuando el liberalismo (clásico) ha experimentado alguno que otro repunte, en última instancia, el estatismo, el socialismo lo ha desplazado de forma casi completa. Más aún, la victoria del socialismo sobre la libertad es tan evidente, que algunos neoconservadores o “neoliberales”, triunfantemente claman “El Fin de la Historia” y el advenimiento del “Último Hombre” (Fukuyama), esto es, el próximo milenio de social-democracia supervisado por los EU como el policía global y la llegada del “homo socio-democraticus”.

Tomo las siguientes palabras de Fukuyama (The End of History) para que el lector comprenda la actitud triunfalista de éstos “neoliberales”: “ no existe hoy, para la mayor parte del mundo ideología alguna con pretensiones de universalidad que esté en la posición de rivalizar con la democracia liberal y tampoco existe principio universal de legitimación que no sea la soberanía del pueblo…tenemos problemas para imaginar un mundo que sea radicalmente mejor que el actual, o un futuro que no sea esencialmente democrático y capitalista”

“…no podemos siquiera imaginarnos un mundo que sea en esencia distinto del actual y que al mismo tiempo sea mejor…la democracia liberal ocupa ahora un lugar especial en la historia, existe un patrón común para todas las sociedades del mundo que las llevan a adoptar la democracia liberal al punto que estamos hoy en que nos es difícil siquiera imaginar un mundo substancialmente diferente al que vivimos, para el cual no se prevé forma aparente o obvia en que el mundo pueda mejorar, por tanto podemos tomar en consideración que hemos llegado a la posibilidad de que la historia ha llegado al final.

Creo que esto explica las palabras de Leopoldo, somos muy pocos libertarios, precisamente por que la gente tiene, hasta ahora, la percepción de que la social democracia, la democracia liberal, es el mejor sistema político y de organización social y que, no hay forma posible de mejorar el estado de las cosas y que por consiguiente hemos arribado “Al Fin de la Historia”. No sorprende pues, que la mayoría de la gente, vea las ideas del liberalismo clásico como anarquistas y con esa palabra, con un significado de caos y desorden. Para muchos, soy un anarquista, al igual que todos los liberales (clásicos) o libertarios, que lo que propongo es el caos y el desorden de un sistema sin gobierno. Para la gente, el sistema de democracia liberal es “El fin de la historia”, esto es, punto y aparte, y fuera de toda discusión.

Continuamos con el tema….

lunes, mayo 02, 2011

Deslegitimar La Democracia

“Recuerden que la democracia nunca dura mucho. Pronto se agota y se asesina a sí misma. Nunca ha habido una democracia que no cometiera suicidio” – John Adams. (Padre fundador de la Unión Americana y redactor de la Constitución.

Como hemos demostrado, la democracia no es el Dios del que se habla, es la causa primaria de las políticas redistributivas, del inmoral sistema impositivo, de la expansión sin control del tamaño del estado, y sus consecuencias: La explosión de gente que desea ser “funcionario”, de políticos y de partidos políticos, de parásitos. Los políticos ven a los “demos” (el pueblo) como la fuente de su poder y por ello quieren congraciarse con ellos, y qué mejor que regalarles cosas, para tenerlos contentos y ser privilegiados con su voto cuando intenten reelegirse. La democracia es un juego de clientelismo, los políticos regalan cosas “gratis”, a cambio del voto de los “demos”. Sólo que para obtener el dinero para tener contentos a los “demos” con tantas cosas gratis, tienen que despojar a otros de lo que tienen. Pero ni aún así, el estado benefactor, basado en la social democracia es como el cáncer, crece, crece y destruye al organismo que le da vida, el dinero que financia su expansión nunca es suficiente, nunca, y su crecimiento no tiene ningún límite; por eso requiere de más y más “Reformas Fiscales”, más impuestos, y como ni así le alcanza, incurre en déficit, emite deuda, y como tampoco le alcanza, provoca inflación, el más miserable de los impuestos ya que empobrece más a los que menos tienen. Así, los “demos”, pensando que el gobierno los está favoreciendo, en la realidad los está fregando. Les está erosionando su poder adquisitivo, los está empobreciendo. Pero peor aún, al destruir la riqueza generada en el sector privado destruye capital que es lo que se requiere para que la economía tenga crecimiento, para que los negocios existentes puedan ser más productivos y competitivos, para que se creen más empresas que proporcionen trabajo a más gente. La única forma sólida y real de terminar con la pobreza ancestral.

Por esto, todos aquellos que deseamos revertir el proceso de la gradual descivilización en curso, que nos va a llevar inexorablemente al caos, tenemos como primera tarea deslegitimar la idea de la democracia. Y debemos empezar en lo difícil que es encontrar proponentes de la democracia en la teoría política.

Se nos dice que la democracia se gestó en la antigua Grecia, sin embargo, Platón desarrolla una muy viva crítica a la democracia. En lo esencial, ésta se funda en los siguientes argumentos:

*la masa popular (hoi polloi) es asimilable por naturaleza a un animal esclavo de sus pasiones y sus intereses pasajeros, sensible a la adulación, sin constancia en sus amores y odios; confiarle el poder es aceptar la tiranía de un ser incapaz de la menor reflexión y rigor;

*cuando la masa designa sus magistrados, lo hace en función de unas competencias que cree haber observado -cualidades oratorias en particular- e infiere de ello la capacidad política;

*en cuanto a las pretendidas discusiones en la Asamblea, no son más que disputas que oponen opiniones subjetivas inconsistentes, cuyas contradicciones y lagunas traducen su insuficiencia.

En resumen, la democracia es ingobernable. Su desorden conduce a la tiranía y fomenta la inmoralidad de cada uno. La argumentación que sostiene esta refutación plantea un problema político capital: el de la relación entre el Saber y el Poder.

Totalmente de acuerdo y certera la crítica de Platón, en particular me llama poderosamente la atención la segunda crítica, “designa a sus magistrados (gobernantes) en función de unas competencias que cree haber observado, sus cualidades oratorias y en nuestros días su imagen, y de ella infiere la capacidad política, y en nuestros tiempos habría que agregar su conocimiento en economía”. Hitler, Hugo Chávez, Andrés Manuel López Obrador, Barack Obama, Enrique Peña Nieto, Vicente Fox, Evo Morales, Correa, Arnold Schwarzenegger gobernador del estado de California, Regan, dos actores, y tantos otros, sería una lista tan larga, larga,. Todos estos son ejemplos de políticos a los que los “demos” pensaron les iban a mejorar sus condiciones de vida, y fallaron. Todos eran y son como era de esperarse unos incompetentes, pero con buena imagen, como los actores, y el esposo de la actriz de telenovela, o bien, buenos oradores que logran marear a la masa de “demos” que como dice Platón son incapaces de la menor reflexión y rigor. Y llegan al poder, que como afirmaba F. A. Hayek “Llegan los peores”….

Aristóteles, el otro gran filósofo griego, clasificó a la democracia entre las formas desviadas de gobierno, tomando en cuenta principalmente que era un gobierno del pueblo cuyos intereses no correspondían al bien común, sino únicamente al de las clases bajas. A partir de entonces la palabra democracia se convirtió durante dos mil años en una palabra negativa y, según Giovanni Sartori, ... "durante milenios el régimen político óptimo se denominó república y no democracia.

Los padres fundadores de la Unión Americana, que equivocadamente se les expone como demócratas, en la Constitución que ellos firmaron no existía la palabra democracia y sí la palabra República, estaban, en contra de ella, ya hemos escrito aquí las ideas de Hamilton y de Franklin sobre el tema. Para ellos, gente educada y libre, la democracia no era otra cosa sino la ley de la chusma, y lo que ellos querían para los Estados Unidos era una República Aristotélica.

Aún entre los pocos defensores de la democracia como Rousseau, es casi imposible encontrar proponentes de la democracia que no sea para pequeñas comunidades. Así, en las pequeñas comunidades, la gente se conoce muy bien entre sí, y saben perfectamente que los “que tienen”, lo tienen por algo, por su capacidad, por su ahorro, por ser industriosos y trabajadores, y los que “no tienen”, también comprenden que no lo tienen por sus personales deficiencias, bajo estas circunstancias es muy poco probable que les dé por saquear la propiedad privada de los que tienen. En cambio, cuando hablamos de comunidades enormes compuestas por millones de personas, en donde los saqueadores potenciales no conocen ni saben siquiera quien fue su víctima el bajo deseo humano de enriquecerse a expensas de otro no tiene ninguna restricción.

Entonces, si la democracia era una idea negativa, ¿Qué pasó? Por ahora es el sistema político más común. La pista la podemos encontrar en el nombre de la Alemania comunista que se llamaba República Democrática Alemana, y la República Popular Democrática de Corea la también comunista Corea del Norte. ¿No que democracia implica libertad? No es así, éstos países comunistas toman el nombre de lo que significa democracia, “demos” pueblo, “cracia”, poder, poder del pueblo, la dictadura del proletariado de Marx, así pues que el gran relieve de la democracia viene precisamente de las ideas Marxistas de la dictadura del proletariado, de los “demos”, y los países al adoptar la democracia como su sistema político están adoptando una idea marxista. Las ideas marxistas cobran relieve a partir de la revolución bolchevique, la Constitución Mexicana la “primera progresista con carácter social”, está plagada de ideas marxistas, y del no reconocimiento de la propiedad privada, sino como una graciosa concesión que los políticos (la nación) hacen a los particulares. Así que la idea de democracia nada tiene que ver con la idea de libertad. Las ideas comunistas se fueron suavizando para establecer las “modernas” social democracias, que aceptan en cierta medida a los mercados, y la propiedad privada, pero con intervencionismo, y con la característica principal de las ideas redistributivas para tener contentos a los “demos”, darles su estado de bienestar y que el estado les resuelva sus problemas de la cuna a la tumba aunque para ello deban de volverse siervos de los políticos y de los partidos políticos, los modernos tiranos que cambian de estafeta pero que, a fin de cuentas son una clase de modernos aristócratas parásitos de la gente productiva,

Pero lo más importante y que debe quedar muy claro es que la idea de la democracia es inmoral así como ineconómica. En lo referente a la moral, por qué la democracia permite que A y B hagan montón para despojar a C de sus pertenencias. ¿Qué el robo por ser del montón ya no es robo? Si la gente que vive a tu alrededor se une para echarte de tu casa ¿ya no es un despojo? Esto no es justicia, es un atropello contra la moral así que en lugar de tratar a los demócratas con respeto y consideración, debemos tratarlos como lo que son, unos ladrones y sus ideas un fraude moral.

Por otra parte, no es el sistema democrático, para nada, el responsable de la civilización y el bienestar material de los individuos. La verdadera razón de la prosperidad de la humanidad, de la civilización, son la propiedad privada, la producción de bienes y servicios y su adquisición voluntaria, el intercambio en los mercados.

En particular, deben rebatirse los mitos ampliamente difundidos como el que la Unión Soviética colapsó por que no había democracia. Incuestionablemente que no fue la selección de políticos mediante el voto popular, la causa del colapso. Fueron los políticos comunistas y sus decisiones socialistas los que llevaron a la URSS a la bancarrota, tal y como ahora los políticos de las social democracias occidentales están llevado al mundo a la bancarrota. Y por el contrario, China en donde tampoco hay democracia, es un país que tiene un crecimiento vertiginoso y que ha sacado a cientos de millones de la pobreza, pragmatismo puro y respeto por la propiedad privada y los mercados, vale la pena mencionar que los impuestos en China son de los más bajos de la tierra. Repetimos, para que quede muy pero muy claro, no es la selección de los políticos mediante el voto popular lo que constituye el problema del socialismo. Son las decisiones de los políticos, su errada visión de que es lo que produce la prosperidad la verdadera causa del colapso. En lugar de que cada productor de forma independiente decida qué producir y como utilizar los escasos recursos, incluido el capital de la mejor forma posible para que haga negocio, esto es, tenga utilidades todo enmarcado en un régimen de propiedad privada y contractualismo. Por el contrario, cuando los factores de producción son propiedad del gobierno, están socializados, y además la actividad productora reglamentada, cada decisión requiere del permiso de alguien más. No tiene relevancia para el productor como estos permisos fueron elegidos. Lo importante para él es que requiere del permiso para efectuar su labor productora. Si este es el caso, aunado al sistema impositivo redistributivo, el incentivo para los productores de producir se reduce y se presenta el empobrecimiento.

La propiedad privada es totalmente incompatible con la democracia y con cualquier forma de reglamentación política. En lugar de democracia, se requieren leyes justas basadas en el orden natural y la eficiencia económica que significa el óptimo uso y asignación de los recursos siempre escasos y para que esto sea posible, se requiere de una “anarquía de la producción”, esto es, en donde nadie reglamente o gobierne a nadie, y todas las relaciones entre productores y entre productores y consumidores son absolutamente voluntarias, esto es totalmente libres, y en consecuencia mutuamente benéficas para las partes.

Por último, como una consideración estratégica para la deslegitimación de la democracia, se debe fijar como objetivo el establecimiento de un orden social no explotador, esto es, la anarquía de la propiedad privada, la idea del mayoritarismo debe dirigirse en contra del gobierno democrático a su misma esencia: Bajo cualquier forma de reglamentación gubernamental, incluida la democracia, la clase gobernante, esto es los políticos y los servidores públicos representan sólo una pequeña fracción de la población total. Mientras que puede ser cierto que cien parásitos puedan llevar una vida confortable y relajada sin producir nada a costa de explotar los productos y la propiedad de mil individuos huéspedes, también es cierto que mil parásitos no pueden servirse de mil huéspedes. Simplemente los huéspedes sucumbirían ante las demandas de los parásitos. Esto no es una metáfora ni una fábula, es la realidad, la cantidad de políticos y servidores públicos tiene un aumento explosivo en todas las sociedades democráticas socialistas, como México, y como en casi todos los países de occidente. Al reconocer este hecho, puede parecer posible persuadir a la mayoría de los votantes que se está añadiendo un insulto a la injuria al permitir que exista tanta gente viviendo a las expensas de otros en nuestras sociedades, y viviendo bien, con excelentes salarios y jugosas pensiones de jubilación, que estas personas políticos y servidores públicos viven de nuestros impuestos de lo que pagamos de impuesto sobre la renta y los impuestos al consumo estamos así permitiendo que esta clase privilegiada vivan como reyecitos a nuestras expensas, los que sí trabajamos y duro, los que producimos la riqueza, bajo este argumento debemos organizarnos y tomarnos el derecho de votar el despido inmediato de todos los burócratas, políticos, partidos políticos y todos aquellos que reciben algún beneficio del gobierno y los contratistas con el gobierno. ¡Fuera todos parásitos, vividores profesionales!

Por esto, el objetivo, cuando venga la debacle, la crisis de financiamiento del estado de bienestar, que ya está en curso, y que sólo falta que reviente con mayor violencia y alcance a más países, es transmitir ideas correctas de cual es la causa real, si es que queremos que las cosas puedan mejorar y no empeorar, y buscar la instalación de la República, no democrática, gobernada por gente electa no por voto popular sino por méritos, conocimientos y sabiduría, y sobre todo por vocación real de servicio.

Ahora bien, la República no es posible, la experiencia nos lo dicta en países enormes, con varias decenas o cientos de millones de habitantes. La República, un sistema político basado en leyes inspiradas en los derechos inalienables del hombre empezando por el de la libertad, la vida, y lo que se hace con ellas, se genera propiedad, la propiedad privada, el contractualismo voluntario y el respeto a los derechos de los demás. “Mis derechos terminan en donde empiezan los tuyos”, escribía Locke, o “El Respeto al Derecho Ajeno es la Paz”, de nuestro liberal (clásico) Benito Juárez. Escribía yo que entre más grande es un país más propenso a caer en considerar que lo que dicen las mayorías es lo correcto. Por esto la República debe instalarse en pequeños estados, libres y soberanos, cada uno independiente, es decir estoy proponiendo la secesión como único camino viable a instalar Repúblicas no democráticas regidas por el orden natural de las leyes de convivencia cooperativa y voluntaria entre los seres humanos. El proceso de secesión deberá continuar a nivel de ciudades y pueblos, la formación de asociaciones civiles voluntarias en las que como explicaba es más difícil mantener las ideas redistributivas entre más pequeñas las unidades territoriales. Podemos ver que los países chicos como Luxemburgo, Andorra, San Marino, Liechtenstein, Hong-Kong, Singapur, Nueva Zelanda, y Suiza, que merece mención especial puesto que en ese país cada Cantón, es un estado verdaderamente libre y soberano, leyes e impuestos son distintos entre los diferentes cantones, y la Confederación Helvética nunca impone nada a los cantones, su objetivo es la cohesión sobre todo estratégica ante sus vecinos. Pero nada más importante es que establece la democracia directa, esto es, la gente vota directamente por las leyes (que por el mismo mecanismo de referéndum no pueden ser muchas).

Estoy firmemente convencido, no en base a datos subjetivos ni deseos de ver a mi patria libertaria y en camino de la prosperidad, no, desgraciadamente no, los 14 (y creciendo) millones de millones de dólares de la deuda de los Estados Unidos, la inflación que están desatando estos inmorales cínicos de la Reserva Federal que tienen los precios de los alimentos y de la energía por las nubes; que inventan idioteces como la de la “inflación subyacente”, como si la gente no comiera y no se transportara, las deudas de todos los países, ya muchas de ellas mayores a su propio PIB y el pago de esa deuda con la imprenta de los bancos centrales, que no son otra cosa más que cárteles de rufianes. Van a hundir a la humanidad entera en una crisis apocalíptica, y que conste que aquí queda escrito, para el futuro; y ahí es cuando las ideas correctas deben de parar a los gobiernos de seguir empleando la imprenta para sufragar su gastos de los enormes estados social demócratas modernos o nos veremos inmersos en hiperinflaciones, pobreza generalizada, frustración, dolor, y mucha, mucha pobreza. Por tanto, debemos de deslegitimar la democracia, este Dios que ha fallado y seguirá fallando por qué este Dios es el responsable del socialismo práctico. Por todo esto, debemos de transmitir ideas correctas, ideas como la de la secesión de los países enormes en pequeños estados gobernables como Repúblicas. Debemos de difundir estas ideas para que cuando la debacle sobrevenga sepamos que hacer, o las cosas irán peor, mucho peor.