martes, febrero 05, 2013

La Patraña del Gasto Gubernamental

Es para mí sorprendente como ha permeado hasta la médula de la sociedad, o mejor dicho de las sociedades, la mexicana es tan sólo uno de ellas, la enorme mentira, la patraña de que el gasto público es benéfico para la economía.

Por ejemplo, en un artículo publicado en Reforma, Denise Dresser, en el que habla de la baja capacidad recaudatoria, y lo mal que se gasta, escribe lo siguiente:

“Los impuestos financian la modernidad, y por ello México no logra alcanzarla. Los impuestos financian la prosperidad y por ello parece tan distante. En nuestro país los servicios públicos son pobres e insuficientes. Escuelas públicas con malas instalaciones y malos maestros. Policías mal pagados y mal entrenados. Infraestructura pública exigua y de baja calidad. Territorios dominados por la violencia que el Estado no logra controlar. Todos estos problemas son producidos por nuestro pésimo pacto fiscal, por unos impuestos insuficientemente recaudados, por un gasto ineficientemente asignado, por unos recursos públicos lamentablemente distribuidos; por un Estado que no tiene la legitimidad para exigir más cuando gasta tan mal.”

Lo importante es como lo empieza: “Los impuestos financian la modernidad, y por ello México no logra alcanzarla”…

Esta idea expresada así por la Sra. Dresser, es totalmente generalizada, una gran cantidad de personas, creé que sí que los impuestos financian la modernidad y si esta es la premisa, la conclusión es que la baja recaudación, nos aleja de ella.

Esto es, por supuesto, una gran mentira, es más, es LA MENTIRA. Que el poder político ha aleccionado a la sociedad para que la acepte como verdadera, el gasto público, es lo que México (y cualquier otro país esta idea no es exclusiva de México) requiere para salir de la pobreza, para ser modernos, para crecer económicamente, para tener mejoras materiales en todos y cada uno de los individuos que formamos este colectivo nacional. El Gasto del gobierno, es otra categoría de gasto: Es de todos los posibles el mejor, es el que nos da el paso a la modernidad.

La Sra. Dresser expone algunos puntos interesantes que reproduzco:

“De allí que la respuesta no reside en tan sólo aumentar la recaudación, como muchos piensan. De allí que la solución no se encuentra tan sólo en extender el IVA a medicinas y alimentos, como muchos sugieren. Sin un buen gasto público no hay argumentos convincentes para incrementar los impuestos y no tiene sentido hacerlo. Sin una verdadera rendición de cuentas sobre cómo se usa cada peso adicional, no habrá manera de exigir a los mexicanos que paguen. Porque el dinero extra que traería consigo la reforma fiscal contemplada y cacareada se puede gastar mal. De allí la urgencia de romper el pacto prevaleciente, basado en pocos impuestos, mal gasto y abuso de la renta petrolera.”

“Y ello requeriría racionalizar el gasto antes que insistir en el aumento a la recaudación. Requeriría airear, transparentar y fiscalizar lo que se gasta antes de cobrar lo que se quiere de más. Requeriría mirar más allá de asegurar la prudencia macroeconómica basada en ingresos bajos y recaudación pobre. Requeriría pensar en una solución audaz que rompa el equilibrio estancador en el cual se encuentra el país.”

El escrito de la Sra. Dresser lo termina con:

"Ahora que Peña Nieto hace tantas promesas, es importante comprender que muchas de ellas implican aumentar el gasto público. Cosa que no se podrá hacer si el Estado no recauda más. Cosa que jamás logrará si no convence a los mexicanos de suscribir lo que argumentaba el jurista Oliver Wendell Holmes: "A mí me gusta pagar impuestos. Con ellos compro civilización".

Inquietante, para mi este tipo de escritos, son el lobo disfrazado de cordero, por un lado, y hace bien, llama a transparentar, racionalizar, hacer más eficaz el gasto público, lo cual me parece atinado, pero termina con la frase de Wendell Holmes…

A la Sra. Dresser,  al jurista Wendell Holmes y a todos los que piensan que el gasto público es benéfico para la economía, les voy a demostrar aquí, que lejos de que compre modernidad o civilización lo que el gasto público compra es estancamiento, pobreza,  atraso, y degrada el nivel de vida de toda la sociedad.


Por supuesto, este sentir y pensar tienen su origen, por una parte en el sistema democrático, el “negocio” de los políticos es el poder, y al poder se accede con votos, por consiguiente, el político desea hacer sentir y creer a la muchedumbre, a las mayorías, a los “demos” que son necesarios, que son imprescindibles, que son los “rectores” de la economía, que ellos mediante sus intervenciones tienen el control, acelerador y freno de la economía, que los caóticos y anárquicos mercados son imperfectos, y que para eso están para perfeccionarlos, también, venden la idea de que son una especie de hadas madrinas, que proporcionan “gratis” una enorme cantidad de “derechos sociales”, derechos que, nos dicen, son derechos humanos: Educación, salud, trabajo, pensiones, hasta el funeral, son derechos a los que todo ser humano tiene por la sola y única razón de existir, o más bien, de poder votar, por aquel político que les proporcione en los hechos acceso más derechos “sociales”, que por supuesto, supuestamente son gratuitos.¿Gratuitos?

También, en especial en nuestros países latinoamericanos, la lucha contra la pobreza y el hambre, ¿No acaba Peña Nieto de anunciar su cruzada contra el hambre? Los pobres, el filón más preciado de los políticos, sin pobres, los políticos estarían perdidos, son lemas de campañas políticas, como el famoso “Primero los Pobres”, son tema de programas presupuestales para el filántropo gobierno que acude presto a ayudarlos: Solidaridad, Progresa, Oportunidades, Cruzada contra el Hambre, secretarías de Estado, y la pléyade de burócratas que son los encargados de hacer llegar la ayuda a tanto pobre, a tanto necesitado, a tanto hambreado. Son ellos los receptores de la más injusta y lacerante “desigualdad” y la justificación, por supuesto,  para la “redistribución” de la riqueza, quitarle a los desiguales ricos o quizá no tan ricos, pero mucho mejor que esos pobres que se mueren del hambre. ¡Magnífico argumento! Y más cuando es en los países latinoamericanos en que la gente es muy bondadosa y lo aprueba como algo justo, algo deseable ¿Quién se va a oponer en darle alimento al hambriento?

Continuando con las categorías del gasto gubernamental tenemos el gasto público de “inversión”, aquí el gobierno se convierte en empresario, en el desarrollador de la denominada infraestructura: Carreteras, puentes, obras hidráulicas y sanitarias, trenes, rápidos y no tanto, y hasta “bala”,  puertos y aeropuertos, hospitales, escuelas, en fin. Todos sabemos lo que es el gasto del gobierno en infraestructura, también, similar a lo que he escrito sobre la pobreza, difícilmente alguien podría oponerse a esa, no gasto, inversión, para que “detone” la actividad económica, nos dicen sus adeptos.

Y, finalmente, aunque debería de ser la más importante y primera categoría del gasto es aquel destinado a velar por la seguridad física y patrimonial de los ciudadanos, así como la impartición de la justicia y el obligar a la observancia de las leyes. Nos dicen que se requiere más, mucho más dinero, que los policías están mal pagados, que son fácilmente sobornables, que existen territorios en donde el estado ha dejado de serlo para ceder su lugar como el monopolista de la fuerza al crimen organizado, territorios que no más no se logran apaciguar y controlar. La lucha entre estados, esto es entre mafiosos y el estado, otro mafioso igual, deja decenas de miles de muertos, ante la mirada aterrada de los ciudadanos pacíficos que además son extorsionados por todos y cada uno de los estados en cuestión, por eso, se nos dice, necesitamos más dinero.

Para reforzar estas ideas, los economistas oficiales, invocan al creador de la “Nueva Economía”: El economista inglés de la Universidad de Cambridge John Maynard Keynes (1883-1946), presentó en 1936 su libro “Teoría General del Empleo, el Interés y el Dinero” en donde presenta, y da sustento “teórico” y formal, y “científico”, adornado de retórica y de fórmulas matemáticas ininteligibles para los que no son profesionales de la Economía  a las ideas consumistas, de origen mercantilista y vertidas en “Profits”, y ha sido desde su publicación el pretexto, o mejor dicho, sustento, “científico” para que los gobiernos se proclamen así mismo rectores de la Economía.

La idea principal del libro escrita por el propio Keynes la copio de la contraportada literalmente, sólo traduciendo puesto que se encuentra en inglés:

"Las líneas fundamentales de nuestra teoría pueden explicarse como sigue: Cuando crece el empleo la renta agregada crece. La psicología de la comunidad hace que cuando se aumenta la renta real agregada aumenta el consumo agregado, pero no tanto como la renta. De ahí que los empleadores sufrirán pérdidas, si el nuevo empleo se destinara a satisfacer la demanda para consumo inmediato. Por tanto, para justificar un determinado nivel de empleo debe existir un volumen de inversión corriente suficiente para absorber el exceso de producción total sobre la parte que la comunidad elige consumir para un determinado nivel de empleo. Salvo que exista este volumen de inversión, los beneficios de los empresarios serán menores que los requeridos para inducirles a ofrecer este nivel de empleo. Se sigue, pues, que dado lo que podemos llamar la propensión a consumir de la comunidad, el nivel de empleo de equilibrio, esto es, el nivel al que no existen incentivos para los empleadores como un todo de aumentar o contraer el empleo, dependerá del volumen de inversión corriente.

“Por tanto, dadas la propensión al consumo y la proporción de inversión nueva, sólo habrá un nivel de empleo que se corresponda con el de equilibrio. Pero no existe razón alguna para esperar que este nivel sea igual al de pleno empleo... El sistema económico puede encontrarse en equilibrio estable a un nivel por debajo del pleno empleo".







Para expresarlo muy simple, la economía según Keynes tiene un esquema circular, tu gasto son mis ingresos.

En la figura siguiente la línea cian representa el equilibrio circular de la Economía según Keynes. La demanda del sector privado es D = C + I. Esto es el consumo más la inversión de los particulares. Ahora bien, si la renta (ingresos) de la gente aumenta pero no el gasto y la inversión en la misma proporción, habrá una acumulación de inventarios o producción que no se puede vender. Las empresas sufren pérdidas doblemente, por un lado por que los costos laborales han aumentado y por el otro por que no pueden vender todo lo que producen disminuyendo así su productividad, esto es, los costos laborales por unidad producida aumentan.





Aquí es cuando supuestamente entra al rescate el Gasto gubernamental G tomando el lugar de los consumidores para evitar la acumulación de inventarios y su consecuencia recesiva, permitiendo que el empleo se incremente y se llegue al pleno empleo.




Por esto, dice Keynes, tiene que llegar el “regulador” gobierno a, primero confiscar a los ahorradores sus dineros que no quieren gastar para hacerlos él en su lugar, así el gasto público permite tomar la producción que no se puede vender y crear así el auge.

¿Más fácil? Te robo tu dinero para que no ahorres, no “atesores” dice Keynes y lo gasto en tú lugar manteniendo el desempeño económico como relojito.

Keynes nunca entendió que consumo e inversión son cosas muy diferentes, y tampoco entendió, con de hecho muchos políticos y economistas oficiales lo que es el crecimiento económico.

Para reforzar las ideas Keynesianas se inventó el PIB el Producto Interno Bruto, que supuestamente refleja el valor final de los bienes y servicios producidos durante un período de tiempo, normalmente un trimestre. Esta estadística está construida considerando (muy a lo Keynesiano) que lo que mueve a la economía es el consumo y por supuesto, el gasto público.

Al enfocarse exclusivamente al consumo final de bienes y servicios, el PIB cae en el mundo de lo fantástico, en un mundo en donde los bienes emergen sólo por que los consumidores así lo desean. Esto es totalmente absurdo cuando se piensa en como funciona la actividad económica en la realidad. Se piensa en forma totalmente errónea que la demanda de productos inmediatamente y en forma única incide en la producción, esto es, se desprecia totalmente las varias etapas que preceden la aparición del bien final.

También tenemos, por ejemplo si el gobierno construye una pirámide, que aporta absolutamente nada a los individuos, el PIB la contabilizará como crecimiento económico. En realidad, la construcción de la pirámide está desviando los recursos para fondear las actividades que producen riqueza real, y, por consiguiente, reprimiendo, sofocando la generación de riqueza real. Los chinos son especialistas en esto, han construido ciudades enteras fantasma, los japoneses (y nosotros) puentes sin tránsito, aeropuertos a los que no llega nadie,  que equivalen perfectamente al de una absurda pirámide, pero ¡Creció la economía! ¡Magnífico!

No es el único de los absurdos del PIB, el mayor es el sumar y suponer que la producción es la suma de los precios de los bienes producidos. Para que entiendan el absurdo aquí un ejemplo: Supongamos dos transacciones, en la primera una TV se intercambia por $10,000. En la segunda, una camisa se intercambia por $ 400. El precio o tipo de cambio en la primera transacción es $10000/1TV. En la segunda es $400/1camisa. Para calcular el precio promedio, debiéramos de sumar estas dos cifras y dividir entre dos. Pero, 1 Televisor no puede sumarse con una camisa, no es posible obtener el precio promedio, esto carece de sentido, es una absoluta tontería. Pero la usamos y estamos pendientes de su cómputo.

Y al Televisor y la camisa le sumamos la carretera que construyó el gobierno de tal a tal lugar. Más absurdo.

Por regla, entre más dinero sea creado por el banco central y los bancos comerciales obviamente mayor será el gasto en términos de las monedas creadas. Esto en turno implica que la razón de cambio de lo que se ha rotulado como la “economía” en realidad está reflejando el incremento de la cantidad de dinero en circulación.

Por consiguiente, no debería sorprendernos que el banco central pueda producir, “crecimiento de la economía”, y los economistas del mainstream servilmente aceptan esa idea. Un gran parte del denominado “Análisis Económico”, proporciona soporte “científico” para las visiones ampliamente aceptadas de que por medio del bombeo monetario, esto es, crear dinero de la nada y verterlo en la economía mediante la expansión del crédito puede hacer crecer la economía. Sin embargo todos esos estudios no toman en cuenta, o mejor dicho, pasan por alto, que por su misma naturaleza de medición el cómputo del PIB está íntimamente relacionado con la cantidad de dinero y no con la actividad económica que es lo que supuestamente se debería medir.

Pero todo esto tiene un propósito, mediante la Macroeconomía y su PIB los gobiernos y bancos centrales quieren dar la impresión que pueden navegar y CONTROLAR la economía. Según este mito genial, la “economía” seguirá las órdenes de los arrogantes burócratas que la controlarán como un conductor de un automóvil, pisando el freno o el acelerador: Si la economía se estanca pues fácil, habrá que darle un empujón bajando las tasas de interés y/o aumentando el gasto público, si se “sobrecalienta” (así dicen ellos), darle un frenón bajando las tasas y/o reduciendo el gasto público. ¡Qué fácil! ¿No es así? Los soberbios y arrogantes burócratas tienen según ellos total control sobre la economía, como el de un conductor sobre su automóvil. ¡Absurdo! Tan absurdo que por eso nos metieron a una crisis ¿Qué no estaban acelerando? ¿Nos estrellamos? ¿Qué pasó con el conductor de "la economía"? ¿Estaba ebrio? ¿Drogado?

No sé si ya es claro para ti lector, que el mismo cómputo del PIB, la justificación de la demanda agregada, no es sino un recurso de propaganda, la Sra. Dresser a la que me refería al inciar este post, es un claro ejemplo de la forma en que los gobiernos nos manipulan para hacernos creer que se requiere de su rectoría e influencia en la economía. Todo está, como aquí expuse, debidamente sustentado para reforzar tal creencia.

Por el momento, aquí le cortamos, sin embargo, en la próxima entrega expondremos no sólo la confusión de Keynes en lo referente a consumo e inversión, que son cosas muy diferentes, sino que también nos concentraremos en algo mucho más importante: El tiempo, veremos que la economía no es cuestión de “equilibrios”, la fotografía del estado de la economía no es lo importante, lo importante es la película. También veremos que el gasto público destruye el capital y con ello la prosperidad, además veremos que el gasto público deficitario tiene consecuencias aún más nocivas para la economía.

Vamos a exponer como debe de ser que el “pagar impuesto compra civilización” como una patraña, y que por el contrario es factor de estancamiento, de prevenir el crecimiento de la economía y de crear crisis recesivas.