Debo de empezar
este post afirmando que soy muy adepto al fútbol, es más, en casa, saben que
para mí, de los asuntos no importantes, el fútbol es el más importante. De
niño, esperaba el recreo para jugar con mis amigos, y hasta me las arreglaba
que el “profe”, me echara de clase para ir a “ganar” portería para jugar. Y me
la pasé jugando hasta en la Universidad, no podré olvidar aquel partido en el
que estrenamos la cancha profesional jugando contra el Atlético Español, que
perdimos 9-0, y pudo ser peor. Me tocó marcar a Tomás Boy, ¡no le vi una!,
vamos no pude ni faul arlo, era rapidísimo el tipo ese. Mi papá me llevaba
frecuentemente a ver a mi equipo (Atlante), y cuando tuve un hijo íbamos
también muy frecuentemente al estadio, esto sirvió para establecer fuertes
lazos con mi hijo, y sólo por eso, le estoy muy agradecido al fútbol. Así que
no debe quedarle ninguna duda al lector de mi amor por este juego, que ha
formado parte importante de mi vida, así que lo que sigue no está escrito por
alguien que deteste el fútbol como Borges, que afirmó que “"el fútbol es
popular porque la estupidez es popular”.
Sólo que hay de
darle al fútbol su exacta valía, y más que al fútbol al Mundial de la FIFA y de
pasada a su evento hermano, los Juegos Olímpicos.
Así que me gusta
mucho el fútbol, pero cuando se usa para disparar los instintos primitivos
nacionalistas, colectivistas aparece un lado obscuro que no puedo aceptar.
Los políticos
aprovechan ese instinto natural que tenemos los seres humanos para
identificarnos con aquellos que percibimos cercanos o semejantes a nosotros,
como el lugar de origen para aplicar la ingeniería social y crear de ese
sentimiento natural una psuedo-religión que ayude a controlar al pueblo y que
se llama nacionalismo.
Así que me gusta
el fútbol, pero no la copa de del Mundo por su nacionalismo implícito, que la semana
pasada inició su edición 20, esta vez en Brasil. Este evento cautiva cada
cuatro años a cientos de millones de fans. Y, como en la fábula del flautista
de Hamelin, las banderas, los himnos alinean a las masas detrás de sus
correspondiente equipos nacionales.
Como en los
Juegos Olímpicos, los atletas ceden su individualidad para ser miembros de su
afiliación nacional, el lugar en donde por azar les tocó nacer. Su esfuerzo
individual aunque parcialmente reconocido pasa a ser algo menor comparado con
la “causa” nacional la gloria de su equipo nacional.
De este modo, la
Copa del Mundo, se convierte más en una batalla que en un juego, Treinta y dos
equipos se enfrentarán en el campo de juego utilizando desbordes, centros,
cabezazos, penales, tiros de castigo en lugar de ametralladores, bombardeos,
morteros y misiles. La “guerra en
pantalón corto”. Lo que más me desagrada es que no es como en los torneos
locales, o incluso internacionales en que un equipo juega contra otro que puede
o no ser de diferente país, pero en este caso es igual, no, en la Copa del
Mundo, el enemigo es forzosamente gente
de otro país, quizá con diferente lenguaje, costumbres distintas, creencias
distintas, gente que se ve diferente. El problema es que esta es exactamente la
misma mentalidad que construye fronteras, muros, requiere de pasaportes y peor
aun de permisos especiales como son las visas para visitar el país, que impide
la inmigración y crea la deportación aunque el deportado sea tan o más probo y
capaz que cualquiera de los nacionales. Esto es lo que se ensalza en el
mundial, el nacionalismo, y eso ha creado mucho dolor, mucha injusticia, y no
puedo yo ser parte del coro que lo glorifica.
El nacionalismo
fue el sustento de la Alemania Nazi, Nacional Socialista se llamaba el partido
y costó la vida de millones de europeos y estadounidenses, 6 millones de judíos
masacrados en el holocausto, y el nacionalismo nipón creo otra masacre de
chinos y propia en el otro lado del mundo, y más recientemente esos
sentimientos nacionalistas, crearon una masacre en la ex Yugoeslavia. El
nacionalismo en sus menos peores momentos sirve para ponerse borracho el día de
la independencia, ir al Paseo de la Reforma al Ángel y gritar como loco y
abrazarse con todos. O alegrarse de que hayan goleado los holandeses a España,
le sale a la gente lo azteca y lo víctima del conquistador…
Y no entiendo por
qué. Muchos directores técnicos de equipos no son nacionales, Estados Unidos,
Suiza, Croacia y Camerún son alemanes. Los rusos y japoneses tienen directores
técnicos italianos. Honduras, Ecuador y Costa Rica son colombianos. También
puede decirse inequívocamente que en la mayor parte de los casos, los equipos
nacionales ni siquiera representan a cabalidad el fútbol del país que dicen
representar, sobre todo para los países en desarrollo que para los cuales la
gran mayoría de sus jugadores se encuentran regados en países extranjeros sobre
todo europeos. Y existen casos como Bosnia, Costa de Marfil y Ghana en que
únicamente 4.3 por cientos de los jugadores esto es uno de 23 jugadores juega
en aquel país.
También se dan
casos de naturalizaciones para “reforzar” las debilidades de los equipos
nacionales, por ejemplo Pepe es brasileño, pero juega para Portugal, Diego
Costa también brasileño juega para España, Muslera el portero de Uruguay es
nacido en Argentina, Prince Boateng es alemán pero juega para Ghana, también
hay un alemán, Jones, que jugaba en la liga alemana, ahora en Turquía, y alinea
para Estados Unidos, en esta selección hay Noruegos, irlandeses, haitianos, en
fin. Finalmente México no mandó ningún naturalizado pero jugaron en la
selección varios de ellos. La restricción: Que nunca hayan jugado con la
selección de su país, por eso Messi juega para España, porque en realidad es
español, y así…
Cuando se jugaban
los primeros mundiales, en que prácticamente no existía la globalización,
probablemente los equipos si representaran el estado del fútbol del país que se
decían representar. Hoy en día, esto es
totalmente falso. Los equipos profesionales cuentan entre sus filas importantes
jugadores extranjeros, y lo hacen porque el fútbol es ante todo y sobre todo un
espectáculo y quieren dar espectáculo y ganar, el fútbol inglés probablemente
tenga la mejor liga del mundo, pero su equipo representativo para el mundial no
es favorito, la razón es que muchísimos de los jugadores clave en los equipos
ingleses son extranjeros, y cuando se intenta conformar un equipo de sólo
ingleses, tienen carencias.
Se dan absurdos
como en nuestros inmigrantes en EU cuando México juega contra EU, incluso con
lo ya nacidos en ese país que temen apoyar al equipo de EU para no ser visto
como traidor por sus familiares, amigos y vecinos.
En muchísimas
ocasiones los gobiernos ofrecen numerosos premios y prebendas a los miembros de
los “representantes” del su país en estas guerras en pantalón corto, como si
fueran brigadas de mercenarios para motivarlos en los juegos o simplemente
guerreros que salen a enfrentarse con otros países del mundo. El abanderamiento
del presidente de la república a nuestra selección me pareció simplemente una
ridiculez, una fantochería, por decir lo menos.
No menos
importante es que políticos sin escrúpulos han usado y manipulados los juegos
para asegurarse que su corrupción o mal gobierno sea ocultado por la bola de
humo que el mundial proporciona. Esto es
particularmente importante en este mundial en que la presidenta de Brasil gastó
oficial 14,000 millones de USD para remodelar estadios y endeudarse, mientras
que millones se mueren de hambre. Debe ganarse a como dé a lugar la copa del
mundo ya sucedió en 1970 cuando el equipo de ensueño con Pelé, Rivelino, Carlos
Alberto ganaron el mundial y que la entonces dictadura se adjudicó la Jules
Rimet como logro propio y controló a los brasileños por varios años. Hoy, otra
vez, los brasileños están siendo adormecidos por medio del mundial, y de no
ganar la copa, seguramente Dilma Rousseff perderá las elecciones el próximo
octubre y también afectará a Lula da Silva que ya tenía contemplado entrarle
después de terminar Rousseff su 2do mandato.
Hemos visto un penal medio raro contra Croacia, hemos visto también un
arbitraje medio irregular contra México, ya que a Brasil le conviene pasar como
el mejor para jugar con el segundo lugar del grupo de España y Holanda.
Es una falsedad
afirmar que el Mundial o las Olimpiadas son benéficos para el país sede, las
regalías de las transmisiones de televisión son botín de la “Organización no
gubernamental sin fines de lucro con
sede en Suiza”, la FIFA que dictatorial mente controla el negocio de este
deporte, que el mundial de Brasil le proporcionará la nada despreciable cifra
de 4,000 millones de USD. Este es el verdadero “ganón” del Mundial. Resulta por
demás interesante que la FIFA exige al país anfitrión que se abstenga de
cobrarle impuestos por concepto alguno. ¿En qué otro negocio los gobiernos
conceden esto?
Totalmente
cegados por su amor al fútbol, los brasileños pensando que iban hacia el cielodespués de declararlos potencia mundial en los BRIC.
No dudaron en “invertir” $14,000 millones de USD, tal y como el ministro de
deportes Luis Fernandes expresó “Yo pienso que los beneficios son evidentes y
que la Copa del Mundo da aliento a nuestro deporte favorito y entendemos que
los beneficios serán automáticos”.
Aunque la
necesidad real no es económica sino la
de mostrarse y competir contra otros países para demostrar “quien es el mejor”
un impulso tan pueril como universal, que, desde hace décadas, se canaliza
especialmente a través de éstos dos grandes eventos internacionales que, además
de mover millones de dólares, fortalecen en la mente de billones de personas el
mito de que los “estados-nación” son indispensables para la humanidad.
A pesar del alto
costo, para la fiesta mundialista sólo se construyeron 4 de las casi 50 grandes
obras de movilidad urbana originalmente prometidas, lo que anticipa un caos
para lugareños y visitantes, mientras que el crecimiento económico que supuestamente
traería el evento se desvanece entre los sueños de los planificadores
socialistas. De acuerdo con análisis independientes Brasil crecerá menos de
1.7% este año, cifra mucho menor al lamentable 2.7% que esperamos en México.
Y todavía faltan
los problemas que se acumulan para los juegos olímpicos de Río en el 2016, que
se enfrentarán a una mayor oposición popular, con el problema añadido de que
los recursos que se hubieran podido utilizar para la olimpiada se han destinado
al mundial. Así que la crisis va para peor y va para largo.
Los brasileños no
son los únicos en sufrir con la organización de estos rituales de la religión
estatista; hace unos meses Rusia pasó por un verdadero calvario económico y
publicitario con los juegos de invierno en Sochi, cuyo costo se elevó a 51 mil
millones de dólares en medio de un auténtico océano de corrupción y derroche.
Aunque es
evidente que estos eventos no garantizan la prosperidad ni el crecimiento
económico de ningún país, sino que en los hechos están cargados de decepción y
devastación. Razón por la cual las ciudades que a futuro desean ser candidatas
a alojarlos están cayendo.
La corrupción típica de todo lo estatista
también está aflorando: Todos los patrocinadores de la Copa del Mundo están
furiosos por las noticias de que Qatar pagó $ 5 millones de USD a ejecutivos de
alto nivel de la FIFA para comprar la sede para el 2022.
Otros están
furiosos de que sea Rusia la próxima sede después de la invasión de Crimea.
Así que las
razones no son económicas, son místicas (o son corruptas). Para comprobarlo
basta echar un ojo a las próximas sedes de los mundiales: Rusia (gobernada por
el Zar Vladimir Putin) y Qatar (gobernada por una monarquía absoluta que se
puede dar el lujo de gastar lo que le venga en gana) o de los juegos olímpicos:
Brasil y Japón (cuyo nacionalismo es legendario y varias veces ha sido
criminal).
Esperemos que
este hermosísimo deporte, pueda deshacerse de las connotaciones nacionalistas
que van más allá del espectáculo en el cual 22 profesionales muy bien pagados
juegan y dan todo de sí mismos en el campo de juego. Hago votos porque estos
extraordinarios atletas sean aclamados no por que comparten por azar la
expedición de un acta de nacimientos (o carta de naturalización), sino por sus
talentos y habilidades.
Pero sobre todo,
tengo esperanza de que la gente entienda a cabalidad que el fútbol es sólo un
juego, un hermoso espectáculo, pero nada más.
Y, ojala que gane
el mejor, y no el que tenga mayor peso político.