martes, octubre 06, 2009

El Hombre Olvidado

Se nos dice, una y otra vez, hasta la saciedad, que el gasto público es benéfico, que el gasto público tiene “multiplicador”, que el gasto publico es la gran panacea, la varita mágica del hada madrina que es capaz de recomponer una economía postrada. Sin embargo existen varios factores que hacen improbable que la riqueza generada por el gobierno compensará la riqueza que destruye por medio de los impuestos que se utilizan para hacer posible ese gasto. No es ciertamente fácil entender las reales consecuencias de la transferencia de recursos para tomar el dinero de la bolsa izquierda y ponerla en la derecha. Los gobiernos nos dicen que ellos sólo toman un porcentaje de los ingresos nacionales, que es desviado de los propósitos privados a los públicos. Esto, sin embargo, es pensar como si el país fuese un enorme corporativo y que la transacción fuese meramente un asunto contable. Se pasa de A y lo recibe B. Los promotores del gasto gubernamental se olvidan que en realidad se apropian del dinero de A, esto es, lo pierde irremediablemente, para dárselo a B. O mejor dicho, lo saben muy bien, pero sólo mencionan lo que le pasa a B: Son los pobres que reciben los beneficios del gobierno filántropo, ¡que fácil es ser filántropo con el dinero ajeno! , es la burocracia que recibe sus justas pensiones, es la educación gratuita, son los hospitales, el seguro popular, lo que quieran aquí poner, hay miles de “beneficios” que clama el gobierno para su gasto. Para lo que pasa con B, claro lo benéfico que le pasa a B, pero olvidan por completo lo que los efectos de esta apropiación (por cierto violenta puesto que no es voluntaria) tienen en A; A es simplemente olvidado. A es el hombre olvidado.

Conozco un pequeño empresario que tiene una imprenta, cinco empleados, la situación se le ha puesto tan difícil que los fines de semana vende mariscos en una esquina, por supuesto en la economía informal, para completar la nómina…y el pago del IETU, el IMSS, el Infonavit, antes que lo embarguen y le quiten los pocos activos que tiene. Además tiene el problema fiscal de cómo justificar esos ingresos informales para mantener a sus empleados. Si se revisa su contabilidad, no hubo dinero para pagar ¿De donde salió?, le preguntará el auditor del SAT si tiene la desgracia de caer en una. Y como él hay miles de hombres A, de todos los giros económicos, son los “olvidados” en la transacción para darle a B.

Pero los impuestos no sólo son aquellos relacionados con los ingresos, éstos son tan sólo una fracción del total de los ingresos tributarios que el gobierno necesita para saciar sus “necesidades”. Viene el IVA, ahora el planteado para combatir la pobreza, los IEPES que se aplican a combustibles, cerveza, alcohol, cigarros, y ahora plantean telecomunicaciones, la tenencia, las verificaciones vehiculares, el predial, y si se es empresario, todo lo relacionado con la seguridad “Social”; IMSS, Infonavit, impuesto a nómina, más los gastos contables que implica poder cumplir con las leyes a cabalidad. Todos estos impuestos inevitablemente afectan las acciones e incentivos de quienes se les es apropiado el dinero de impuestos: Cuando una empresa tiene pérdidas, pierde 100 centavos de cada peso que pierde. Ahora con el IETU aún peor, pierde 119 centavos de cada peso que pierde. Pero cuando tiene ganancias, se le permite quedarse con más o menos 55 centavos de cada peso ganado y cuando no puede compensar adecuadamente sus años de pérdidas con sus años de ganancias, sus planes de inversión y crecimiento quedan afectados. No expande sus operaciones, o si lo hace, lo hace tomando el mínimo de riesgos. Si a esto se le agregan leyes como la planteada por Calderón de irse sobre el patrimonio de los accionistas que deban impuestos aunque la empresa haya cerrado o peor aún que se les criminalice penalmente con pena corporal por tener créditos fiscales. Muy difícilmente alguien que reconozca esta situación se aventará a establecer un negocio, además del riesgo empresarial inherente a la actividad, de arriesgar sus ahorros y patrimonio además puede perder más de lo que planeó perder y lo peor, perder su libertad, por que su delito fue no ser afortunado en que su negocio marchara exitosamente como él esperaba. Entonces, debido a la carga fiscal, los viejos empleadores no invierten lo suficiente para crear nuevos empleos, o, si lo crean no crean los que crearían si los impuestos fueran bajos. Los impuestos, evitan el ahorro, la formación de capital o ralentizan su formación y la consecuencia es que se invierte menos no se modernizan los bienes de capital o lo hacen mucho más lentamente. Al no mejorar los bienes de capital la productividad cae, por lo que se previene que los consumidores puedan consumir productos mejores y más baratos.

Es una estupidez tomar riesgos con su propio patrimonio

Como escribía en “La Realidad Fiscal Mexicana 1” , el empresario y los ricos y no tan ricos en México (deciles VIII a X) son esclavos de los políticos hasta finales de junio. Esto sin tomar en cuenta un montón de impuestos ocultos como por ejemplo el alto costo de la energía eléctrica, los impuestos en la gasolina, los peajes en carreteras, y como también como explicaba la necesidad de cubrir los costos que el gobierno otorga gratuitamente pero que no es posible gozar de ellos por su ínfima calidad: Educación para nuestros hijos, seguros de gastos médicos y dentales, etc. Si se tiene que trabajar como esclavo de seis a nueve meses para el gobierno y sólo se tienen 3 meses para uno mismo y su familia. Si cuando se pierde, se pierde más de la pérdida, esto es además de perder como se grava el flujo de efectivo (merced del IETU), y cuando se gana, sólo le queda a uno una fracción, y si además de las pérdidas se arriesga el patrimonio personal y se le criminaliza, pueden los empresarios decidir que es estúpido, verdaderamente estúpido arriesgar el patrimonio en una aventura empresarial. Si además el capital disponible para tomar riesgos se encoje enormemente, es gravado antes de que pueda ser acumulado. En síntesis, los impuestos progresivos el “Que pague más el que más tiene” virtud del “pacto social” que faculta al gobierno para apropiarse de nuestro dinero para dárselo a los pobres tiene dos efectos inmediatos: Primero se previene que exista el capital que permitiría la creación de nuevas empresas y con ellas nuevos empleos y segundo, la porción de capital que si dejan que pueda llegar a existir es desalentada para la creación de empresas. Por tanto, el gasto de los gobiernos crean el problema del desempleo que dicen ellos van a remediar, que como se demuestra aquí es una mentira. Los impuestos en realidad perpetúan la pobreza y el bajísimo crecimiento económico he aquí una de las más importantes razones por las que México, y muchos otros países en el mundo no crecen como su potencial humano, y de recursos naturales les permitiría. Los gobiernos y su gasto son pues la causa de la pobreza y mientras más la “combatan” peor será para la sociedad en su conjunto, y más pobres habrá y no menos.

Por supuesto, algunos impuestos son necesarios e indispensables para que los gobiernos puedan llevar a cabo sus funciones esenciales: Proporcionar seguridad física y patrimonial, crear tribunales, y algunos servicios municipales, pero hasta ahí. Los impuestos a tasas razonables no debieran de lastimar en mucho la producción, la acumulación de capital y el crecimiento económico. Pero a medida que la sociedad permite, o se vuelve atenida a un gobierno enorme, sobre regulador, y un ogro filantrópico, necesariamente éste crece sin control alguno hasta que toma porciones cada vez mayores de la riqueza creada por un país, y la destruye. Además, a media que los impuestos se hacen mayores, su pago más complejo y se criminaliza al causante los incentivos para emprender o expander las empresas se reducen, y el país queda en el cauce de la pobreza creciente. Y en un círculo vicioso: Se cae la recaudación por la caída en el crecimiento, se suben los impuestos con lo que se cae aún más la recaudación… Hasta que el país colapsa. ¿Estamos en curso?

2 comentarios:

  1. Desafortunadamente 70 (o más) años de este perfecto paternalismo mexicano lograrón hacer del mexicano un adicto al gobierno.

    Solo unos cuantos conocemos ya el verdadero sentir liberal, y pocos tenemos el tiempo para promoverlo.

    Saludos y sigamos contracorriente.

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  2. mxcoder

    Pues es hora de unirnos y hacer contrapeso de lo contrarios estos rufianes van a hundir México.

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