miércoles, agosto 09, 2006

¿Cómo hacerle frente a López Obrador?

Este artículo apareció hoy en Reforma, se debe a Enrique Quintana y debido a su relevancia le he pedido permiso para reproducirlo.


¿Saben el Gobierno y los adversarios políticos de AMLO cómo hacerle frente o están paralizados por el temor y la sorpresa?

Entre los que se oponen a Andrés Manuel López Obrador hay dos visiones.

La más generalizada es la que ve en él a poco menos que el demonio. Se le visualiza como un individuo enfermo que ambiciona el poder sobre todas las cosas y que es capaz de poner de cabeza al País para alcanzarlo.

Hay otra óptica, la menos usual, que, además de lo anterior, ve a AMLO como un político influyente, quizá el más influyente en el México contemporáneo, al que no se va a tragar la tierra ni va a desaparecer del mapa, y que por lo mismo deben encontrarse las vías para que su presencia no haga ingobernable al País.

No importa qué tanto estemos en desacuerdo con sus planteamientos y, sobre todo, con su forma de hacer política, su influencia es un hecho de la realidad mexicana que no puede ignorarse.

Lo peculiar del estilo y temperamento de AMLO que no gusta a muchos es también lo que gusta a otros.

Su autoritarismo, su populismo, su visión simplista de los problemas, su orientación al todo o nada, su desprecio a la ley, los podemos ver algunos como defectos, pero para otros son cualidades.

Así como la inexistencia de una mayoría absoluta en las Cámaras es vista en el panorama político como un dato con el que se tiene que gobernar, la presencia de AMLO en la política mexicana debe asumirse del mismo modo.

El problema es que mientras que en el terreno parlamentario se está trabajando en el diseño de estrategias concretas para la gobernabilidad al buscar alianzas con el PRI o con otros partidos que permitan la formación de mayorías, no hay un esfuerzo equiparable que imagine cómo dar gobernabilidad al País con un político como López Obrador.

Algunos piensan que el problema va a resolverse solo y simplemente con el paso del tiempo, sea por el desgaste derivado del cansancio o por algún milagro inesperado.

La experiencia nos muestra que frente a este tipo de problemas el tiempo no resuelve nada.

En este momento, la responsabilidad fundamental de proveer las condiciones de la gobernabilidad corresponde al Gobierno en funciones, el de Fox.

Y, a veces da la impresión de que ya sólo nada de muertito.

Por ejemplo, ¿sabía el Cisen que el domingo 31 de julio se iba a bloquear buena parte del centro de la Ciudad de México? ¿Saben las autoridades cuáles son las acciones que habrán de emprenderse por parte de la Coalición por el Bien de Todos en los próximos días? ¿Tienen claridad cuáles son las divisiones que ya se han producido al interior del equipo de López Obrador y dónde hay riesgo de fracturas?

Y más aún, ¿se tiene trazada una estrategia para hacerle frente a una crisis prolongada como a la que se refirió hace un par de días el Secretario de Gobernación? Si la tuvieran... no lo parece.

Las mentes de AMLO y sus partidarios funcionan con códigos diferentes de los que tienen el Gobierno de Fox o el equipo de Calderón.

El Gobierno eludirá hasta el uso de la fuerza pública por el temor de que pueda multiplicar el descontento. De hecho, suponen que uno de los objetivos de AMLO es crear mártires que den combustible al movimiento. Por eso, ayer la PFP se quedó sólo mirando cuando tomaron las casetas.

Del otro lado, los integrantes del equipo de Calderón suponen que el tener la razón legal y el respaldo de la mayoría silenciosa serán suficientes para obtener la constancia de mayoría el 6 de septiembre y tomar posesión el 1 de diciembre.

Para AMLO, el desafío ha comenzado a redefinirse y está muy lejos de ser un problema aritmético o legal.

Su discurso del lunes por la noche dio un giro crucial. Dejó de hablar exclusivamente del recuento voto por voto y casilla por casilla, y empezó a hablar de un movimiento para transformar las instituciones del País, de un modo u otro.

Eso sólo se podría interpretar como algo así como "por la buena o por la mala".

Mientras el Gobierno de Fox y el PAN parecen estar paralizados, AMLO y sus partidarios dan un paso adelante e implícitamente señalan que si no obtienen el poder por la vía electoral -como pretendían- hay otros caminos políticos para lograrlo.

De nueva cuenta, estas declaraciones pueden verse de dos maneras. O como meros desvaríos de un político cegado por la ambición o como la amenaza real de que AMLO puede generar un movimiento que ya no tenga sujeción jurídica. Esperemos que no lo vean con la primera óptica.

A lo largo de este sexenio hay decisiones que no han podido prosperar por la incapacidad de operación política del Gobierno de Fox, como la construcción del aeropuerto de la Ciudad de México o las reformas estructurales que se trataron de impulsar.

Si esa incapacidad vuelve a aparecer en esta crisis que hoy enfrentamos, las consecuencias podrían ser terribles para todos... incluso para la economía que hasta hoy se ha salvado.

1 comentario:

  1. Eso sólo se podría interpretar como algo así como "por la buena o por la mala".


    SIEMPRE les he dicho a TODOS eso

    este señor sera o por las buenas o por las malas ... me has copiado lo que he dicho siempre de Lopez Obrador asi juega el por las buenas o te gustaria mas por las malas ....

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