martes, enero 23, 2007

El Gobierno Único Culpable de los Todos los Monopolios

Sí, también de los privados: La más importante fuente del poder monopólico es la asistencia directa o indirecta del gobierno. En forma directa, ya lo sabemos, son las empresas estatales y la prohibición para que cualquier particular actúe en las mismas áreas, de especial relevancia, por supuesto, son las relacionadas con la energía. En forma indirecta, el gobierno tiene todo un arsenal para impedir la competencia: Concesiones, tarifas, cupos, aranceles, impuestos especiales, legislación, y en general todas aquellas medidas que hacen que la concurrencia de nuevos o más participantes en un sector económico sea imposible, o casi imposible.

Al examinar los aranceles y otras restricciones al comercio internacional en su obra La Riqueza de las Naciones, Adam Smith escribió:

“Lo que en el gobierno de toda familia particular constituye prudencia, difícilmente puede ser insensatez en el gobierno de un gran reino. Si un país extranjero puede suministrarnos un artículo más barato de lo que nosotros mismos lo podemos fabricar, nos conviene más comprarlo con una parte del producto de nuestra propia actividad empleada de la manera en que llevamos alguna ventaja [...]. En cualquier país, el interés del gran conjunto de la población estriba siempre en comprar cuanto necesita a quienes más baratos se lo venden. Esta afirmación es tan patente que parece ridículo tomarse el trabajo de demostrarla; y tampoco habría sido puesta jamás en tela de juicio si la retórica interesada de comerciantes y de industriales no hubiese enturbiado el buen sentido de la humanidad. En este punto, el interés de esos comerciantes e industriales se halla en oposición directa con el del gran cuerpo social.”

Estas palabras son tan válidas hoy como eran entonces. Tanto en el comercio interior como en el exterior, es de interés para el “gran conjunto de la población” comprar al que vende más barato y vender al que compre más caro. Con todo, la “retórica interesada” ha dado lugar a una asombrosa proliferación de restricciones sobre lo que podemos comprar y vender, a quiénes podemos comprar y a quiénes podemos vender y en qué condiciones, a quiénes podemos dar empleo y para quiénes podemos trabajar, dónde podemos residir, y qué podemos comer y beber. Y de todo esto, el único real culpable es el gobierno.

No obstante que el Artículo 5º de la Constitución a la letra establece.

“A ninguna persona podrá impedirse que se dedique a la profesión, industria, comercio o trabajo que le acomode, siendo lícitos. El ejercicio de esta libertad sólo podrá vedarse por determinación judicial, cuando se ataquen los derechos de tercero, o por resolución gubernativa, dictada en los términos que marque la ley, cuando se ofendan los derechos de la sociedad. Nadie puede ser privado del producto de su trabajo, sino por resolución judicial.”

El gobierno y los empresarios mercantilistas en México y sus correspondientes monopolios son siempre factibles por obra y gracia del gobierno, haciendo ilícitos numerosas actividades económicas, que no tienen nada de ilícito salvo que el gobierno decidió vedarlas, o, restringirlas mediante las concesiones. Para estos empresarios en colusión con el gobierno que bajo la excusa de que somos un país pobre, para preservar el empleo (siempre los pobres y estos paladines de su defensa) y por consiguiente es menester controlar las importaciones, la producción interna y la asignación de la inversión -y, por deducción, garantizar privilegios especiales en todas estas áreas que son la fuente de su propia prosperidad- a fin de asegurar las prioridades sociales por encima de las demandas egoístas de los individuos. Y este punto de vista es el que prevalece en el gobierno y los “empresarios” Y este es el punto de vista no sólo de las grandes corporaciones monopólicas, también lo es la de gremios y sindicatos, que juegan con las cartas marcadas, por la protección directa o indirecta del gobierno.

Así, bajo la premisa del Estado “Rector”, el gobierno se encarga de controlar minuciosamente una infinidad de actividades económicas: Transporte, agricultura, turismo, energía, etc., etc. imponiendo o una planificación central pormenorizada, o restricciones y vedas, ya sea mediante reglamentos, concesiones, tarifas, aranceles o lo que fuera para proteger sus intereses o los intereses de los empresarios mercantilistas, los gremios y los sindicatos de la competencia, logrando así que los ciudadanos ordinarios está políticamente y económicamente encadenados, y por este motivo tienen un nivel de vida bajo y escaso poder para controlar su propio destino. El estado puede prosperar y construir monumentos impresionantes, obras faraónicas. Las clases privilegiadas pueden gozar de todas las comodidades materiales, pero el común de la población no es más que un instrumento utilizable para conseguir los fines del estado, y no recibe más de lo necesario para mantenerla dócil y razonablemente productiva.

Existe otra forma de monopolio privado: Sobre la colusión. Adam Smith, nos dice en La Riqueza de las Naciones: “Los individuos propietarios de empresas de un mismo sector de la economía frecuentemente se reúnen para convivir y divertirse, pero frecuentemente las conversaciones terminan estableciendo alguna forma para conspirar contra el consumidor y establecer algún forma de subir los precios”. Y, una vez más vaya que si tenía razón, las colusiones privadas pueden verse por doquier. Estos cárteles deberían no ser de cuidado a menos que exista algún tipo de tolerancia o de plano, tengan el apoyo del gobierno.

Sobre los cárteles a su vez, existen dos tipos: Los industriales, la colusión podría y debería ser fácilmente destruida mediante la importación del mismo tipo de bienes, sin embargo, en muchas ocasiones la comercialización de los productos importados es imposible o casi imposible, un ejemplo de esta organización es la cerveza: Las dos principales cerveceras tienen su propia cadena de tiendas de conveniencia, obviamente sólo venden las de su propia marca, a los changarritos “independientes”, los hacen dependientes haciéndoles firmar un contrato de exclusividad y otorgándoles refrigeradores condicionados a ser empleados únicamente con sus productos. Estas prácticas monopólicas efectivamente previenen la competencia externa, aunque se importe otras marcas de cerveza, éstas sólo encontraran como comercializarse en las grandes tiendas de autoservicio, existe pues, un control efectivo del mercado. Un esquema semejante es usado por las refresqueras, los de botanas, etc.

Todavía más complicado son las colusiones en el sector de los servicios, el sistema bancario mexicano es un buen ejemplo. No obstante que el mexicano, es probablemente uno de los sistemas más extranjerizados, está fuertemente dominado por cuatro contendientes, el resto de los bancos son de nicho o boutique, y no representan una competencia real. Se “suponía” que el ser extranjeros habría más competencia, sin embargo, en los 90’s simplemente, no prestaban los depósitos de los clientes eran simplemente invertidos en papel gubernamental, así que las utilidades de los bancos salían íntegramente de nuestros impuestos. Al caer las tasas producto de una menor inflación, y al ya no ser negocio invertir en papel del gobierno, los bancos han empezado a prestar, pero el diferencial de tasas que pagan al ahorrador y la tasa a la que prestan es de risa: Al ahorrador le dan un 3% al usuario del crédito, sobre todo al consumo, las tasas rondan en el 35%, simplemente ¡No puede ser! Y, aunque el público menciona mucho las comisiones altas a los servicios bancarios, el problema real en esta colusión son los diferenciales de tasas. El problema radica aquí en que cada nuevo contendiente que entra, “le gusta” el esquema, y mantienen las mismas o casi las mismas condiciones que los ya establecidos. Por tanto, para este tipo de esquemas, me temo que no es más competencia lo que se requiere, al ser imposible la competencia externa, en donde es muy difícil la colusión, no queda más que la intervención del Estado para obligarlos a reducir las tasas. El aumento de la oferta, es muy limitado, y odio decirlo, puesto que estoy en contra de cualquier intervención Estatal, pero en este caso, no queda de otra.

Existen otros monopolios, y en todos ellos siempre habrá algún esquema proteccionista para mantenerlo: Cemex, evitó que cemento importado de Rusia pudiera desembarcarse, usó todos los recursos legaloides para evitar que el cemento pudiera desembarcarse del puerto de Altamira, y lo logró. Telmex y Telcel otros dos importantes monopolios, el primero en telefonía fija e Internet, el segundo de telefonía móvil, utilizan todo un batallón de abogados para evitar que sean declaradas empresas dominantes, y lo son, el recurso del amparo, se mal usa para lograr con ello impunidad contra acciones de la Comisión Federal de Competencia. Afortunadamente Telmex ya empieza a enfrentar competencia de las cableras, sin embargo, por su poder dominante me hace sentirme escéptico de los resultados, y me temo que saldrá igual que la fallida competencia por la larga distancia, en la que Lada, la compañía de Telmex, preservó su dominancia con más del 85% de los usuarios, las otras, tuvieron que conformarse, con mercados de nicho sobre todo empresariales. ¿por que falló?, por qué Telmex puso todo tipo de trabas y trampas con las tarifas de interconexión que evitaron en la práctica que el consumidor percibiera una ventaja económica importante, y sí la molestia de tener que pagar dos recibos mensualmente en lugar de sólo uno. Desde aquí, desde el recibo, Telmex arrancó, como siempre con las cartas marcadas.

Podríamos escribir todo un libro ilustrando los casos de monopolios en México, y los más preocupantes los que existen en el sector servicios: En TV, la radio, el transporte.

Los Monopolios sólo son posibles si el gobierno los permite, y hasta ahora lo ha hecho y lo seguirá haciendo, y mientras el libre mercado no sea el dominante, México no podrá desarrollarse como debiera, de ahí la importancia por un lado de producir leyes anti-monopólicas realmente efectivas, y por el otro, abrir al economía en las áreas restringidas acaparadas por gremios como el del transporte ¿No es una verdadera aberración que en nuestros aeropuertos los taxis salgan vacíos? ¿Por qué no pueden crearse más empresas de transporte de pasajeros y de carga que unen a las ciudades? En aviación hemos visto como la competencia real de las “low-cost” ha forzado al monopolio Cintra a bajar las tarifas, ¿Por qué esto no se extiende a todas las áreas de la economía?

¿Qué en México ha fallado el Neo-Liberalismo? Sí, como no….

5 comentarios:

  1. La Comisión Federal de Competencia es el gobierno que se vigila a sí mismo. El ratón cuidando el queso.

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  2. Anónimo4:30 a.m.

    El liberalismo no solo ha fallado en México,si preguntas a un socialista te dirá que falló en la URSS.

    Un saludo

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  3. Burocracia, sindicatos y monopolios, bonita herencia del priato nos toco administrar

    :s

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  4. Ese justamente es el problema de que grupos de interés dominen las leyes.

    Tienes razón, el problema está en la ley.

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  5. Sólo una acotación. Si los monopolios son consecuencia del intervencionismo estatal, lo que hay que hacer no es crear leyes antimonopólicas efectivas, sino eliminar las leyes que establecen monopolios.

    Bueno, a lo más crear una ley constitucional que impida al estado crear regulaciones y todas esas cosas.

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