sábado, febrero 16, 2008

El “Catarro” de Carstens va a ser Bronconeumonía.

A estas alturas del partido varias cosas me quedan muy claras: Primero, la recesión en los EU es un hecho, no obstante en que algunos afirman que no están muy seguros ¿Por qué?

La casa propia es el activo más importante de la mayoría de las familias estadounidenses. Es el único activo por el que para su adquisición se compromete uno a pagar por décadas, y es un activo que representan una parte muy importante del patrimonio de cualquier familia, y, muy importante, se supone que su valor en términos reales al menos se mantenga, es decir, que tenga una plusvalía, y, que por tanto, sea considerado como una inversión. Hoy, es el principal signo de interrogación que se cierne sobre el sistema financiero y la economía mundial. Nadie está seguro que su casa valdrá más mañana, sino por el contrario, parece que lo más probable es que valga menos, y que la deuda contratada sobre un valor mayor al que realmente tiene ahora esto pone en una situación muy difícil al jefe de familia que muy probablemente mejor decida entregar las llaves de su casa al banco antes que seguir pagando por algo que ya no tiene el valor por el que se contrató originalmente la hipoteca, ¿difícil no es así?

Durante los últimos 10 años, Wall Street creó un mercado de más de US$2 billones (millones de millones) en la compra y venta de valores respaldados por hipotecas estadounidenses. Su entusiasmo descansaba sobre dos ideas tradicionales y una más reciente. Los inversionistas creían que el valor de las viviendas estadounidenses no caería a nivel nacional y que los deudores casi siempre estarían al día en el pago de sus hipotecas. El giro más nuevo es que empaquetar las hipotecas y transformarlas en valores que se venden en todo el mundo solidificaría la resistencia de la economía global en caso de que algo saliera mal.

En cuestión de meses, no obstante, gran parte de las promesas de la nueva arquitectura financiera, y sus supuestos, terminó siendo un espejismo. Con la caída en los precios de las viviendas y el consiguiente aumento en las tasas de morosidad se ha desatado una crisis comparable a algunos de los mayores desastres financieros de los últimos 50 años.

Y, sobre esto ahondaré en un post posterior, sólo quería exponer el por qué estoy seguro de una recesión muy fuerte, con el valor de la propiedad mermado, el estadounidense tendrá menos respaldo para endeudarse, para seguir consumiendo como lo ha venido haciendo y reducirá su gasto, por esto, la recesión ya la empezamos a vivir, aunque los signos “oficiales” aún no son conocidos.

La segunda cosa de la que estoy seguro, es que a México le va a ir mucho peor no obstante toda la fanfarronería del Keynesiano ¿a qué fue a Chicago? Carstens y bueno Calderón que repite lo que le dice su secretario de Hacienda, no creo que Calderón tenga ni la más mínima idea de qué es lo que debe de hacerse.

Pues bien, el fanfarrón Carstens se la ha pasado diciendo que ya no somos tan dependientes del ciclo económico norteamericano. Adicionalmente se nos dice, que nuestro antídoto (Keynesiano, es decir el gobierno hace mejor las cosas que nosotros) se argumenta es el Programa Nacional de Infraestructura, nos dice el mal economista Carstens (de eso también estoy seguro) que se trata de una política fiscal que fortalecerá la economía interna y ayudaría a contrarrestar una disminución en la demanda de nuestras exportaciones. Eso dice, y eso también repite Calderón. Sin embargo esto es falso, y por el contrario, esto va a profundizar el impacto de la crisis en los EU ¿Por qué?

El problema con el Programa Nacional de Infraestructura es que no solamente no es una política anti recesiva, sino que lo por el contrario su efecto será y esto lo afirmo, recesivo. En otras palabras, en vez de ayudarnos a crecer más, nos hará crecer menos, y con el efecto externo sumado nos hará profundizar la crisis y será mucho peor de lo que sería sin él.

El principal punto, y el verdaderamente importante del Programa de Infraestructura es la fuente de financiamiento: Si se financiara, con recursos que ya tiene el estado, sí podría ser pero aún hay un pero, en los proyectos de infraestructura no se gasta de inmediato, deben de planearse, proyectarse, licitarse y todo eso lleva mucho tiempo, por el contrario, el financiamiento del programa proviene de la recaudación de un nuevo impuesto (el ya famoso IETU), lo cual significa que se trata de quitarle recursos al sector privado para que los gaste el sector público, este es el punto realmente importante, me quitan mi dinero para que yo no ahorre, no consuma, no invierta (gasto agregado), lo cual es claramente recesivo, y, además también muy importante se le restan los recursos al sector privado de inmediato, cuando el gasto público se empezará a ejercer en un futuro no inmediato, por las razones arriba mencionadas. Por lo mismo, existe una disminución en el gasto agregado en el corto plazo (justo cuando se requiere lo contrario), y habrá un aumento cuando seguramente ya haya terminado la recesión, o esta será ya tan profunda que su efectos apenas serán discernibles. Es decir, habrá menos cuando hay menos y más cuando hay más

Pero lo más importante, es que el Programa Nacional de Infraestructura nunca proporciona una inyección neta de recursos, es tan sólo una transferencia del sector privado al sector público, y todos sabemos que este sector no es precisamente el más eficiente para gastar.


Por otra parte, el Congreso de los EU justamente acaba de aprobar una medida justamente opuesta a la implementada aquí: Aprobó casi por unanimidad un paquete de estimulo económico, que consiste en devolver impuestos entre 300 y 1,200 dólares a cada contribuyente, dependiendo del nivel de ingreso y tamaño de la familia. Esto implica inyectarle por lo menos 150 mil millones de dólares a la economía, equivalente a alrededor de uno por ciento del PIB. El financiamiento para esta política no proviene de aumentos en impuestos o recortes de gasto en otras áreas, sino de una ampliación del déficit fiscal que se pagará en años futuros, cuando la economía se haya recuperado. Por lo mismo, se considera una política anti recesiva, ya que aumenta el gasto en época de recesión y disminuye después.

El estímulo fiscal pudiera ser de formas diferentes. Por ejemplo, el gobierno podría aumentar el gasto en proyectos de infraestructura o realizar inversiones en sectores en los cuales se estima que tendrá más impacto sobre la creación de empleos. Sin embargo, lo hace en forma de devolución de impuestos para que el ingreso disponible de las familias se vea fortalecido y puedan mantener su ritmo de consumo. Esto no solamente tiene un impacto más favorable sobre la economía, sino que el gasto realizado por las familias se estima mucho más eficiente que si lo hiciera el gobierno.

Enfatizo allá hacen exactamente lo opuesto que acá….

Por tanto, de lo último que estoy plenamente seguro, es que Carstens no es un buen economista, y es sus manos la economía no sólo no va a tener catarro, tendrá bronconeumonía. ¡En manos de que ineptos estamos!

1 comentario:

  1. Anónimo1:40 p.m.

    A diferencia de Carstens,
    Guillermo Ortìz
    hizo declaraciones prudentes y màs realistas.

    ResponderBorrar