Hago una
digresión del tema que he estado tratando, para enfocarme a un tema semejante:
La economía brasileña, y lo hago, porque comparte con nosotros muchas
características notables, porque fue considerada, como nosotros “la economía
del futuro”, nosotros también hace no mucho fuimos “milagro”; pero sobre todo
porque el socialismo de Lula da Silva continuado por Dilma Rousseff han acabado
de desbaratar la economía y a pesar del mundial próximo a empezar en unos
cuantos días, la economía se encuentra estancada y en estado francamente lamentable, como la nuestra con Peña-Videgaray.
En el año 2001,
los economistas de Goldman Sachs seleccionaron a Brasil, Rusia, India y China
como las economías que dominarían el mundo el famoso BRIC, la B por Brasil.
La revista The
Economist puso la siguiente portada en su edición de noviembre de 2009:
Brasil Despega,
en donde el famoso Cristo Redentor del cerro del Corcovado en Río de Janeiro
como un cohete despegara a las alturas.
La economía de
Brasil después de algunos años de desorden, crisis, inflaciones y devaluaciones
se había estabilizado a mediados de los 1990s bajo la administración de Fernando
Henrique Cardoso, para luego acelerar bajo Luiz Inácio Lula da Silva a
comienzos del milenio en los 2000s.
Con la crisis
inmobiliaria del 2008 después del colapso de Lehman Bros. Que “inauguro la
recesión mundial”, la economía de Brasil apenas y se inmutó.
La siguiente
gráfica muestra la evolución del PIB brasileño en donde apreciamos que el PIB
brasileño apenas y tuvo una contracción del 0.3 por ciento que se compara muy
favorablemente contra la caída del PIB mexicano de -7 por ciento, como se
muestra n la siguiente gráfica.
Sin embargo,
después de crecer hasta 7.5 por ciento en 2010, la economía se desinfló, y ha
regresado a su crecimiento histórico “normal”, menor a 3 por ciento, tal y como
nos sucede a nosotros, todavía peor, en el 2012 la economía sólo creció 0.9 por
ciento, en el 2013 1.1% y para 2014 con todo y mundial se espera 1.79 por ciento,
recientemente han revisado a la baja de 2.2 a 2 por ciento. Así de las
expectativas de “milagrosos” crecimientos, de ponérnoslo como ejemplo, de
afirmar que el socialismo de Lula era el eficaz, “el bueno”, que fue premiado
con el mundial de fútbol que empezará en unos cuantos días y los olímpicos en
Río para el 2016. La fortaleza (aparente) era tal que Lula convenció a los
votantes para votar por su elegida Dilma Rousseff, que continuaría con el
“milagro brasileño”.
Pero la economía
se “ponchó”…
El “cohete”
empezó a dar giros, y ahí viene a estrellarse en tierra….
Con este pobre
desempeño de la economía, cientos de miles han tomado las calles las mayores
protestas en una generación, se quejan del alto costo de la vida, servicios
públicos deplorables, y la corrupción y ambición de la clase política ¿Alguna
semejanza con México y todos los países de Latinoamérica? Este país es el huésped del Mundial,
indudablemente la FIFA y el comité olímpico “se fueron con la finta” como
decimos acá en México, se dejaron llevar por el espejismo, y despreciaron lo
verdaderamente importante.
Claro, como acá
siempre hay excusas, acá decimos que se desaceleró la economía de los EU por el
crudo invierno, allá dicen que todos los mercados emergentes se han ralentizado.
Algunos de los impulsos detrás del boom brasileño, el gasto público con
endeudamiento ¿Leyeron Peña- Videgaray? La apertura comercial pero sobre todo
el alza en el precio de las materias primas, los “commodities”, impulsados por
la explosión monetaria en los EU y el excesivo gasto público en China para
sostener el crecimiento de su PIB a como diera a lugar. Y, como siempre, la
expansión en el crédito inducido por una baja intervenida en las tasas de
interés que generó una burbuja de consumo, y que como todas las burbujas tronó.
Como México, el
principal problema de Brasil es el exagerado tamaño del gobierno en la
economía. Su gobierno gasta 40% del PIB, que es incluso mayor al enorme gasto
de México y de otros mercados emergentes. Como hemos establecido aquí un
gobierno enorme, extrae recursos del sector generador de la riqueza y es la
causa de la baja, bajísima inversión del sector privado.
También, como acá
en México, el gobierno brasileño ejerce una “rectoría” en la economía: Tiene la
propiedad mayoritaria en la petrolera Petrobrás (48%), en el Banco do Brasil
(70%) y en Vale (25%), tiene el equivalente a nuestra “Banca de Desarrollo”,
que presta con tasas de interés subsidiadas, estos préstamos van a donde el
gobierno desea “fomentar” y no a donde la economía requeriría.
Petrobrás que
alguna vez fue administrada como una empresa, cambió su forma de operar bajo
Lula- Rousseff para convertirse, como lo es Pemex, en la principal
proporcionadora de recursos para el enorme gobierno brasileño. Así cambió su forma de operar, desechando la
eficiencia y buen manejo para adoptar el típico comportamiento de las empresas
paraestatales que se mueven por razones políticas sin importar la rentabilidad.
Por ejemplo, fue obligada a invertir en un plan de desarrollo de refinerías en
el norte sin importar en nada su rentabilidad, por supuesto, las refinerías
tienen hoy pérdidas. Pero la intervención no se limita a Petrobrás también ha
obligado al Banco do Brasil a proporcionar créditos como medidas contra
cíclicas (así dicen los economistas del main stream), para compensar el
aletargamiento de la economía. Claro, esto trae como consecuencia, que más
adelante multitud de créditos no pueden cobrarse, el banco quiebra, pero como
es del gobierno, no quiebra es “saneado”, y sigue la mata dando.
Por supuesto,
este manejo irresponsable de Petrobrás ha afectado el valor de sus acciones que
cotizan en la bolsa de Nueva York (NYSE), la siguiente es la grafica mensual de
PBR. Y aquí vale la pena comentar sobre la tan cacareacada “Reforma Energética”:
Si Pemex se va a abrir, como PBR, pero se va a administrar como PBR, poco
interés habrá en desarrollarla, y su futuro como el de PBR será incierto.
Por supuesto, que
así como sucede con nosotros, la enorme participación del gobierno en la
economía y la multitud de burócratas requiere de muchos recursos monetarios, lo
que impone altos impuestos y leyes fiscales extraordinariamente complejas, tan
es así que son las leyes más complejas del mundo, y nos quejamos que aquí son
complejas. También de forma muy
semejante a como sucede aquí los impuestos a la nómina agregan 58% al costo de
los salarios.
El Estado de
Bienestar ha sentado sus reales en Brasil, lo que es sorprendente en un país
tan pobre, por ejemplo, las pensiones: Son absurdamente generosos, un brasileño
promedio puede retirarse con el 70% de su salario a los 54 años. Así, no
obstante ser un país joven y sobre todo pobre, gasta en pensiones como los
países (quebrados) de Europa en donde la proporción de adultos mayores es tres
veces mayor, se imaginan lo que pasará en Brasil cuando la proporción de
jubilados aumente a los niveles de Europa, no habrá dinero que financie eso. Es
un país en vía de quiebre mayúsculo.
En contraste, no
obstante el enorme gasto público, otra vez, como acá en México, el gasto en
infraestructura es tan pequeño como las tangas de las brasileñas en el
sambódromo de Río en Carnaval. Mientras que como anotábamos el gasto del
gobierno es 40% del PIB, en infraestructura es de sólo 1.5% que es menos de la
mitad de lo que el mundo gasta (3.8%). También, como acá, casi todo el
transporte se verifica en autopistas, el ferrocarril que es muchísimo más
eficiente (una vía doble de ferrocarril electrificado equivale a una carretera
de ¡58 carriles!), lo que eleva significativamente los costos de transporte de
mercancías y personas. Además debe decirse que sólo 13.5% de las carreteras
están pavimentadas.
Ante la
imposibilidad de aumentar más lo impuestos y el endeudamiento, el gobierno
brasileño se financia con inflación, rondando el 6 por ciento anual.
Ahora con el
mundial en puerta, Brasil se arriesga a un ridículo enorme: Para empezar Brasil
no es un destino turístico, apenas unos 400,000 argentinos lo visitan,
principalmente Río cada año, y párenle de contar. Esto contrasta fuertemente
con los 20 millones de visitantes que tiene México sólo en la franja fronteriza
con EU. Sus aeropuertos no están capacitados para la avalancha humana que se
les viene. Pero en fin, Brasil ha ganado cinco copas, es un país en donde el
fútbol es religión, y, sobre todo tanto la FIFA como el Comité Olímpico se
deslumbraron por el “despegue” de Brasil, y su inclusión en la moda con el
BRIC. A unos cuantos días del mundial
aún hay estadios sin terminar, en fin, la desorganización, improductividad, tan
típica en los países latinoamericanos, así como la falta de infraestructura le pesa.
También como acá,
los problemas de pobreza, se han acumulado por generaciones. La actual
presidente la Sra. Rousseff ha sido simplemente incapaz de atajarlos, por el
contrario ha creado nuevos y peores al interferir más en la economía, sangrar
más a Petrobrás que el más pragmático Lula. Ha literalmente espantado a los
inversionistas (les hablan Peña-Videgaray) en obras de infraestructura, y en
factorías parando prácticamente la inversión y lo peor es que ha minado la
pasada reputación de Brasil por su manejo prudente de las finanzas públicas,
esto es, aunque el gasto público era enorme, al menos era sin déficit así como
su manía en obligar a los bancos a prestar sin garantías suficientes a bajas
tasas de interés. Este comportamiento desató la hidra de la inflación, obligó a
subir las tasas de interés para contener la inflación que se disparaba como sus
aún más irresponsables vecinos Argentina y Venezuela.
En lugar de
admitir el fracaso del manejo de la economía y de admitir que han fallado en
alcanzar sus metas de recaudación fiscal, el gobierno de Rousseff ha recurrido
a la “contabilidad creativa” para maquillar el fracaso. Al fallar en sus metas
fiscales, con toda esa burocracia y gastos absurdos como al que nos referimos
sobre las pensiones ha llevado a que la deuda pública se haya trepado hasta el
70% de PIB, mismo que el mundial y las olimpiadas probablemente lo incrementen
a más del 90%. Bueno ya se parecen a España, Italia, Grecia,
Portugal, Francia, países insolventes, quebrados. Y nosotros, con las ideas de
Peña-Videgaray y el PRI de regreso para allá vamos.
Sin embargo,
también como sucede en México, Brasil tiene una clase empresarial AAA, por
ejemplo su sector agropecuario (allá no hay límite al tamaño de la propiedad
agrícola, como acá el absurdo ejido), que lo colocan como el tercer mayor exportador de alimentos en el mundo. A pesar
de que el gobierno ha hecho que el proceso de exportación sea mucho más lento y
costoso de lo que debiera de ser. También, gracias a las exploraciones en aguas
ultra profundas en las que Petrobrás es líder junto con asociaciones con otras
importantes petroleras, Brasil será un importante exportador de petróleo para
el año 2020. También tiene varias fábricas manufactureras que son unas
verdaderas joyas, y tiene importantes inversiones en investigación y desarrollo
privados en biotecnología, ciencias genéticas, y como apuntábamos en la
exploración y producción en aguas ultra profundas en petróleo y gas.
Pero para que
Brasil empiece a caminar con pié firme y cambiar su desarrollo de raquítico a
vigoroso tendrá que hacer cambios profundos. Empezando por la cuestión fiscal
que toma el 36% del PIB – la proporción más alta junto con la caótica Argentina
de Cristina Fernández- el gobierno deberá cambiar de su estrategia
“redistributiva” a una que promueva la inversión y la generación de la riqueza
que es fundamentalmente lo que hace crecer económicamente a un país. El
gobierno no puede buscar ya más impuestos para financiar sus programas
“sociales” salud, educación gratuita y transporte sólo para satisfacer a los que
se manifiestan en las calles. En su lugar, debe de re estructurar si gasto
público, adelgazar el tamaño de la burocracia y redefinir la cuestión de las
pensiones a lago más sensato y racional.
El problema de la
productividad y competitividad de Brasil es aún peor que el de México, están
muy rezagados, lo mismo que todos los países de Latinoamérica a excepción de
Chile. La forma de lograrlo no es como creé el gobierno socialista mediante el
proteccionismo y mediante la asignación de créditos, que luego quiebran a los
bancos que deben ser “saneados”, esta estrategia los llevará a la insolvencia
total. No, Brasil debe abrirse a la
competencia externa real, con países más competitivos debe reducir los
impuestos, simplificar sus leyes fiscales, bajar sus aranceles a la importación
y agilizar sus aduanas que son una historia de terror para cualquiera que
quiera importar algo al país carioca. Otras economías latinoamericanas como
México y Chile han forjado tratados de libre comercio que les han resultado
altamente redituables y han aumentado su productividad. Brasil, por el
contrario se encuentra agazapado, escondido detrás del Mercosur un bloque
comercial moribundo de países izquierdistas. Brasil pues, requiere de apertura.
Por último
también podría decirse que requiere de una transformación política a fondo: La
proliferación de partidos que sólo buscan vivir del presupuesto, la enorme
cantidad de políticos, crean, como acá un enorme desperdicio en cada nivel de
gobierno. El gabinete de la Sra. Rousseff tiene 39 ministerios (aquí les llamamos
secretarías de estado). En el papel, la solución es fácil y la misma que para
México: Cerrar ministerios, recortar el número de diputados y de partidos. Sin
embargo, como aquí, hay muchos intereses creados, y, por supuesto una fuerte
oposición de los políticos que perderían sus canonjías, prebendas y salario. La
Sra. Rousseff simplemente no tiene la
habilidad política.
Poco después del
mundial la Sra. Rousseff se enfrentará a elecciones, ella tratará de buscar su
reelección para un segundo periodo de cuatro años. Obviamente, por lo dicho
aquí lo votantes tiene poca o ninguna razón para darle su voto. Ella ya ha
tratado de recortar impuestos, pero tímidamente, quizá ya no tenga tiempo para
recortar el déficit, desgraciadamente, intentará lo que siempre hacen los
políticos siguiendo las tesis keynesianas: Expandir aún más el gasto público a
ver si la economía reacciona, esperar que Brasil gane el mundial, lo que pondrá
a la gente (ciegamente y sin razón) optimista, pero ciertamente que si Brasil
no hace cambios profundos, y esto implica revertir lo escrito aquí, seguirá,
como nosotros, dando tumbos, con un raquítico crecimiento y lo peor, dejando
que se acumule la presión social y
terminar la aventura socialista – estatista de muy fea manera, muy fea.
Muy buen análisis, lo único que no me agrada de los libertarios es su pesimismo, sobre que los mexicanos somos unos ''chairos socialistas'' eso es totalmente falso, estoy seguro que a la inmensa mayoría de los mexicanos les agradaría la idea de reducir impuestos y tener mejores salarios y productos mas baratos, sólo falta que alguien se anime a meterse al juego de la política, presentar esas ideas liberales y sacar a esa bola de lacras que nos gobiernan.
ResponderBorrarNo es que seamos pesimistas, es que, si vemos que las cosas van en sentido contrario a lo que sabemos debiera ser, lo señalamos. Me gustaría meterme a la política, sólo con el fin de ponerlos en evidencia. Pero es muy difícil, el club de los políticos es "cerrado".
BorrarSaludos
Pues no hace falta formar un partido político precisamente, basta con unir fuerzas junto a otras personas que piensen similar, por ahí anda un ingeniero de Monterrey llamado Gilberto Lozano, es liberal y da conferencias por todo el país, la verdad gente como el o tú hacen falta en la política, saludos.
BorrarMuy chistosa tu comparación ridícula del tamaño del gasto gubernamental entre México y Brasil , cuando el del Brasil es del doble que el de México y recauda tres veces más que México.
BorrarLos problemas de México no son iguales que los de Brasil, Lula la farsa más gran que existe..
Sabes algo de Toncha? Mexico liberal tengo nostalgia de aquel 2006 y de las tertulias que aquí se organizaban ��
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