El día de ayer
nos hemos enterado de que el largamente esperado “Aligeramiento Cuantitativo”
en la Eurozona será ya efectivo. Mario Draghi, el gobernador del BCE ha
anunciado la compra mensual de €60,000 millones de bonos de deuda de los
diferentes estados de la Unión Europea. La razón, justifican, es combatir la
deflación, imperante en la Eurozona.
No hay nada que
se tema, o mejor dicho horrorice a los gobiernos, sus acólitos los banqueros
centrales y su cártel de bancos comerciales, y, por supuesto a los economistas
del mainstream que a la deflación.
Sus razones más o
menos van en la siguiente línea:
Cuando los
consumidores se percatan de que los precios persistentemente caen, retraen su
consumo. Se preguntan ¿Estará más barato el mes entrante? Y dejan de consumir,
ahorran y esperan. Los economistas tan fijados en su tesis de la Demanda
Agregada, se les baja el azúcar del susto porque se amenaza el crecimiento.
También las
empresas, argumentan, posponen la compra de materias primas, esperando reducir
sus costos, y retrasan las inversiones y el crecimiento de sus negocios y en
consecuencia paran la contratación de empleados. Además, la facilidad que
tienen en un régimen inflacionario de subir sus precios se desvanece, lo que
según esto, hace más difícil tener utilidades. En este contexto, las empresas
tienen que reducir sus precios si no quieren perder ventas y su participación
en el mercado, lo que hace las cosas todavía peores.
Y el corolario
del escenario sería: Menores Utilidades igual a menos dinero para los
trabajadores. Los empleados no reciben los incrementos salariales esperados,
cortan más su consumo, y aparece un círculo perverso, por eso le llaman la
espiral deflacionaria.
Todos estos
postulados son usados como justificación teórico para introducir prácticas
inflacionarias por los Bancos Centrales. Es por esto que fijan una “meta” de
inflación de los precios al consumidor de digamos el 2% y nunca lo hacen del
0%. Y, por esto,
Desde el punto de
vista de todos los intereses comunes de los miembros de la sociedad, la
cantidad de dinero en la economía es irrelevante. Cualquier cantidad de dinero
tanto en el largo como en el corto plazo proporciona el servicio del
intercambio indirecto, esto es, te cambio dinero por un producto o servicio en
lugar de te intercambio mi producto o servicio por tu producto o servicio, el
truque. Esta es la condición inquebrantable de cualquier reflexión sólida en
cuestiones monetarias.
Y es el criterio
más relevante cuando pensamos en lidiar con la deflación. A la luz de los
principios razonados de los economistas clásicos, categóricamente podemos
afirmar que la deflación no es lo que comúnmente se alega que sería: Una
maldición para todos los miembros de la sociedad. Pero ¿Es esto cierto?
Un Poco de
Historia
Aristóteles
afirmaba que el dinero no es parte de la riqueza de una nación y que era
simplemente un medio de intercambio que sustituía al inoperante trueque. En
consecuencia los Escolásticos no gastaron mucho tiempo en pensar si era o no
benéfico cambiar la cantidad de dinero disponible. Los economistas clásicos
Hume, Adam Smith, establecían que el dinero ni es bueno para los consumidores
ni lo es para los productores, y en consecuencia su cantidad es irrelevante.
Más adelante Say, David Ricardo, Stuart Mill, Bastiat y Carl Menger le
asignaron también la propiedad de almacén de valor, y lucharon por el dinero sólido.
Como consecuencia
en el siglo IX tenía dinero mucho más sólido que en la actualidad. Sin embargo,
para nada era perfecto, en primer lugar porque los gobiernos eran los únicos
facultados para acuñar, intervinieron en su producción camuflándolo con el
pomposo nombre de “bimetalismo” (usar
oro y plata), promovieron el sistema de reserva fraccionada lo que le dio más
fondos al tesoro público y promovieron la creación de bancos centrales que
junto con los bancos comerciales se constituyeron como un oligopolio, un
cártel, del dinero. El resultado final fue usar dinero de papel, que obviamente
se presta para introducir la inflación, es decir, emitir más papel a voluntad
del gobierno aunque no esté respaldado por el oro. Así empezó la “pachanga” que
hoy sufrimos todos.
La idea
inflacionaria fue reforzada por los economistas de la época, Hume creía que la
inflación podría estimular la producción, Adam Smith, creía que la inflación en
la forma de expansión del crédito era benéfica siempre que estuviera “respaldada”
con la correspondiente contraparte de bienes reales. Say también respaldó la
expansión de dinero para hacer acomodaticio a “las necesidades del comercio”, Stuart
Mill decía que el dinero sólido debía de tener valor estable. Estos errores en
la concepción del dinero eran despreciables comparados con su idea central: La
cantidad de dinero no depende de las cantidades de dinero. Pero, eventualmente,
sus sucesores, infectados con el virus del estatismo, borraron la idea central,
que fue la que triunfó en el siglo XX.
Hombres como
Irving Fisher, Wicksell, Cassel y finalmente Keynes armaron una batalla sin
tregua contra el patrón oro, Keyes lo llamó “Reliquia de los bárbaros” Les
dieron por su lado a los economistas clásicos estando de acuerdo que la
cantidad de dinero no depende de la cantidad de dinero, pero, agregaron, “en el
largo plazo”. En el corto plazo, la imprenta, podía hacer “maravillas”, podría
reducir el desempleo, estimular la producción (y financiar al gobierno, aunque
esto nunca lo decían), cínicamente Keynes alguna vez dijo “En el largo plazo
todos estaremos muertos”…
¿Quién podía
rechazar este cuerno de la abundancia propuesto por Keyes? Nadie, y el patrón
oro, el dinero sólido sucumbió ante éstos maniacos inflacionistas: La Reserva
Federal cumplió el año pasado un siglo, y el dinero de papel, el dinero
fiduciario o “fiat”, que por decreto usamos, ha producido enormes inflaciones,
el dólar ha perdido 98 por ciento de su poder de compra, pero sobre todo ha
producido muchas crisis económicas, muchas burbujas de auge seguidas por
estallidos y recesiones. El dinero de papel respaldado por nada, ha cambiado de
forma fundamental la estructura financiera del mundo. A principios del siglo
XX, la mayor parte de las empresas se financiaban y crecían usando sus
utilidades, los bancos tenían un papel subordinado, el crédito era
complementario al ahorro. Hoy las cosas son exactamente al revés, gracias al
dinero de papel, se ha creado un nivel de endeudamiento verdaderamente
asombroso (y absurdo) es todos los niveles, desde los gobiernos con que financian
sus déficit y les faculta a crecer sin
freno alguno, las empresas que les evita tener que formar capital y acumular
riqueza, terminando en los individuos que ya no ahorran, viven del crédito,
todo lo tienen, y todo lo deben, y lo van pagando…
Así el dinero
fiduciario es el principal responsable del crecimiento desmesurado de los gobiernos,
y es el fundamento de la amenaza totalitaria imperante en nuestros días.
Y muy importante,
la inflación ni produce más empleo, ya he escrito aquí en este espacio sobre
esto en La Inflación y el
Empleo: La Curva de Phillips y la Estanflación
Así como lo es la inflación, a la que estamos
habituados, la deflación es un fenómeno monetario, y como tal no afecta en un
ápice los agregados de riqueza de la sociedad ni la importancia relativa de las
unidades productoras de bienes o servicios. La deflación es la reducción de la
cantidad de dinero y de los sustitutos del dinero (p. e. créditos) y provoca la
caída de los precios de los productos y servicios, caída que puede ser
dramática. Sin embargo, esta situación, aún siendo dramática no es una amenaza
mortal para la sociedad.
Imagine que para
mañana todos los precios se caen en un 50 por ciento. ¿Afectaría esto nuestra
capacidad para alimentarnos, vestirnos, transportarnos? Ciertamente que no, la
desaparición del dinero que provocó la caída en los precios ciertamente que no
eliminó las cosechas, el número de pollos y vacas, la ropa en los almacenes,
los trenes, aviones o automóviles que nos transportan. Todo esto sigue estando
ahí. En una circunstancia de una deflación muy dramática existe mucho menos
dinero en circulación que el que existía, y, en consecuencia no podemos vender
nuestros bienes y servicios a los precios previos. Pero, nuestros bienes de
capital, cosechas, ganado, medios de transporte aún están ahí, nadie las
destruyó, la cantidad de dinero no destruye nada, sólo los precios. De esta
forma, como todo está en orden, aún podemos tener como empresarios utilidades,
éstas no dependen del nivel de precios, dependen de la diferencia entre el
precio de venta y el precio que cuesta producirlos o adquirirlos. Cuando hay
deflación ambos precios caen y en consecuencia la utilidad en términos reales,
absolutos, se mantiene. Si bien es cierto que las utilidades nominales pueden
decrecer, las más recientes valen más, entonces ¿Cuál es el problema?
Se argumenta que
los consumidores retraen su consumo ante la expectativa de menores precios
futuros, esto tiene varias explicaciones…
¿Quién no recuerda
cuánto costaba una Apple II en 1981?, hoy con el equivalente de ese dinero
puedes comprar, algo mucho mejor, o también comprar una tablet, por una
fracción mínima de ese precio. Lo mismo sucede con otros artículos como
pantallas, Blue Ray, autos, etc. Se siguen vendiendo aunque sus precios bajen ,
y han bajado con inflación ¿Vas a dejar de comer, ir a un restaurante, al cine
si los precios bajan? Ciertamente que no. Argumentan sobre los mercados inmobiliarios, y
ahí sí el asunto es importante porque la gente le ha asignado a un bien de
consumo duradero la categoría de inversión, y si los precios bajan, deja de
serlo. Pero al menos en este mercado, los precios no deberían de bajar, la
tierra es escasa, y la demanda por nuevas casas debiera de superar la oferta, y
la clave está en “debiera”, la baja de los precios inmobiliarios tiene que ver
con que se han construido más casas, en virtud de la expansión del crédito
inflacionaria previa, que las que la sociedad demanda, los precios bajarán
momentáneamente, y, si no se sigue insistiendo en reinflar, y seguir
construyendo casas, algún día sus precios naturalmente por razón de mercado se
estabilizarán, si, probablemente no subirán mucho, si se siguen construyendo
casas para satisfacer la nueva demanda, mostrarán un equilibrio, y su posible
aumento en el precio tendrá que ver con la mayor valoración subjetiva, por el
lugar en donde están construidas, los servicios que la rodean, seguridad, etc.,
Pero insisto, las casas, no son
inversiones, son bienes de consumo duradero.
Pero sí existe un
cambio fundamental en la economía que trae consigo la deflación: Radicalmente
modifica la estructura de la propiedad. Las empresas financiadas en base a
créditos se van a la quiebra debido al menor nivel en los precios que no le van
a permitir pagar la deuda contratada en la que incurrió cuando los precios eran
elevados. También para las personas, aquellos que tenían hipotecas o créditos
al consumo también irán a la quiebra debido a que sus ingresos monetarios han
caído junto con la caída en los precios generales, como sus créditos permanecen
a niveles nominales no podrán pagarlos y quebrarán. Tan sólo el intento de
vender activos para liquidar los adeudos provocará una reducción adicional en
los precios de éstos activos, tal y como lo estamos viendo con el mercado
inmobiliario de EU, España, Irlanda, entre otros, haciendo aún más difícil
llegar a acuerdos con los acreedores.
Otro punto
importante es que bajo las condiciones actuales de dinero de papel, una gran
cantidad de dinero se ha creado en base a créditos, es más, puede afirmarse que
el dinero en nuestro sistema actual es crédito. Dinero creado de la nada por el
sistema bancario en virtud del sistema de reserva fraccionada. Con la deflación
este sistema se desmorona, cada firma, cada individuo que vaya al impago, a la
bancarrota no sólo vulnera los activos del sistema bancario, hace desaparecer
el dinero que fue creado de la nada. Con esto, la deflación regresa a la
realidad.
Sin embargo,
debemos de enfatizar que las bancarrotas, sin importar que tantos individuos o
empresas estén implicados no afecta en nada el capital, esto es todo aquello
que produce riqueza de la nación, ni tampoco afecta en nada los bienes de
consumo duradero como las casas habitación, y en particular, éstas bancarrotas
no previenen que pueda seguirse produciendo. Durante la bancarrota, existe la
liquidación de activos así que otras personas tomarán cargo de las empresas
liquidadas o usarán sus activos en otras. Esta es gente o empresas que para el
momento de la deflación tenía dinero ahorrado y no tenía deuda.
Desgraciadamente, después de más de un siglo de “pachanga” crediticia, las
empresas e individuos con ahorro, son una mínima parte.
En síntesis, el
punto verdadero de la deflación es que no oculta la redistribución que va de la
mano con los cambios en la cantidad de dinero. Descubre y hace visible la
miseria de mucha gente, para beneficio de igualmente visibles ganadores. Esto
radicalmente contrasta con el esquema inflacionario que crea ganadores anónimos
a expensas de perdedores anónimos. Por tanto, ambas, la deflación y la
inflación son un juego de gana cero. Pero la inflación es subrepticia, es usada
por los gobiernos de forma oculta para financiarse y quitar valor a su deuda,
es por así decirlo el vehículo perfecto para la explotación de la población
para arrancarle su riqueza sin que apenas se percaten a través de sus falsas
élites gobernantes, mientras que la deflación implica un proceso abierto,
transparente la redistribución se verifica conforme a la ley a través del
procedimiento de bancarrota.
De esta forma
hemos visto que no es la deflación inherentemente mala y que en consecuencia
está muy lejos de ser evidente que la política monetaria prudente busque
evitarla, o amortigüe sus efectos al precio que sea. Es cierto, la deflación
crea una gran cantidad de perdedores, y muchos, la mayor parte de estos
perdedores son gente inocente, trabajadora, que no ha sido lo suficientemente
prudente para moderar la contratación de sus créditos y anticipar el evento
deflacionario. Pero la deflación también crea muchos ganadores, y lo más
interesante es que castiga a los “empresarios” mercantilistas que han lucrado
con sus conexiones con aquellos que tienen el control de la producción del
dinero fiduciario, esto es, con el gobierno.
Pero sobre todo
castigará a los gobiernos, que han crecido de forma exponencial, con déficit,
crédito e inflación, al igual que las empresas, en deflación con el dinero cada
vez valiendo más, no podrán pagar su enorme deuda, y tendrán al igual que las
empresas que quebrar ¿El Estado no puede quebrar? Sí puede, tendrán que liquidar
activos, despedir burócratas, adelgazarse, y a esto, sí a esto es a lo que le
tienen no miedo, terror.
Ciertamente que
la deflación no es una especie de inversión de la inflación previa y que repara
el daño hecho en las redistribuciones previas. Trae consigo un nuevo round de
redistribuciones que se agrega a los rounds previos inducidos por la inflación.
La conclusión importante es que toda política monetaria tiene efectos redistributivos.
Si se estable la deflación y se combate re inflando esta política implica
también una redistribución en la que habrá forzosamente ganadores y perdedores.
En consecuencia
no existe racionalidad económica para establecer una política monetaria que sea
una lucha ardiente y frontal contra la deflación en lugar de que la deflación
siga su curso natural. Ninguna política monetaria beneficia en país alguno a
todos sus pobladores: Siempre una parte de la sociedad sacará beneficio de la
otra. Ningún servidor público leal puede de forma testaruda o visceral fijar
una postura en contra de la deflación, y tampoco podrá invocar a la autoridad
de la ciencia económica para respaldar su postura anti deflacionaria.
Pero existe un
punto de vista final que amerita consideración y que es de hecho el punto
decisivo de nuestro problema: Existen fundamentalmente dos opciones a seguir en
la política monetaria, en la primera, la que hemos venido siguiendo, es
incrementar la cantidad de dinero, la segunda opción es dejar de hacerlo. Ahora
la pregunta es, si queremos seguir despedazando el valor del dinero hasta que
colapse todo el sistema fiduciario, o, dejar que las cosas sigan su cauce.
¿Estamos conscientes del peligro que representa el colapso de todo el sistema
financiero actual? ¿Qué falsos mesías emergerán?
Los japonenses empezaron
con esta pachanga de los aligeramientos cuantitativos, siguen en recesión, los
EUA, le siguieron con 3 rondas, finalizaron la tercera apenas en octubre pasado.
El crecimiento actual de la economía tiene más que ver con la caída de los
precios del petróleo, la reducción (deflación), de los precios de los
energéticos, que con el QE iniciado por Bernanke, lo que sí infló fueron los
mercados accionarios, que aparentemente no estaban muy caros, pero si se
inspecciona con más cuidado, veremos que muchas empresas recompraron sus
propias acciones y también participaron en el auge inducido por la Reserva
Federal, y tuvieron utilidades financieras, no reales. Eso se acabó se quitó el
caldero que inflaba. Pero ahora llegan los europeos al desquite para seguirle a
la pachanga. En un vano intento de hacer lo que tienen que hacer: Reducir el
tamaño de los estados, desmantelar el Estado de Bienestar, reducir impuestos, des
endeudarse, y dejar que los hombres trabajen creen riqueza real y venga la
prosperidad bien fundamentada, todo esto bajo un contexto de dinero sólido,
respaldado con riqueza creada. Pero no lo van a hacer…
Que es un absurdo completo. La máxima demostración que el sistema de dinero fiat, está colapsando. La tasa de interés es el sobreprecio que se paga por un bien por el que no se tiene suficiente liquidez para adquirirlo. El traer el futuro al presente. Una tasa negativa implica que si no se tiene liquidez para adquirir un bien que me hagan un descuento por adquirirlo ahora y no en el futuro. Lo que implica que tener liquidez es absurdo. Como escribía aquí mismo, en deflación ser deudor es terrible porque su deuda la contrató con un poder de compra inferior. Como en deflación el dinero vale más, la deuda se hace impagable. Es un intento de no quebrar como deudor.
ResponderBorrarEsperemos que el banco de Mexico no vaya a querer copiar el script...
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