viernes, enero 23, 2015

Miedo a la Deflación

El día de ayer nos hemos enterado de que el largamente esperado “Aligeramiento Cuantitativo” en la Eurozona será ya efectivo. Mario Draghi, el gobernador del BCE ha anunciado la compra mensual de €60,000 millones de bonos de deuda de los diferentes estados de la Unión Europea. La razón, justifican, es combatir la deflación, imperante en la Eurozona.
No hay nada que se tema, o mejor dicho horrorice a los gobiernos, sus acólitos los banqueros centrales y su cártel de bancos comerciales, y, por supuesto a los economistas del mainstream que a la deflación.
Sus razones más o menos van en la siguiente línea:
Cuando los consumidores se percatan de que los precios persistentemente caen, retraen su consumo. Se preguntan ¿Estará más barato el mes entrante? Y dejan de consumir, ahorran y esperan. Los economistas tan fijados en su tesis de la Demanda Agregada, se les baja el azúcar del susto porque se amenaza el crecimiento.
También las empresas, argumentan, posponen la compra de materias primas, esperando reducir sus costos, y retrasan las inversiones y el crecimiento de sus negocios y en consecuencia paran la contratación de empleados. Además, la facilidad que tienen en un régimen inflacionario de subir sus precios se desvanece, lo que según esto, hace más difícil tener utilidades. En este contexto, las empresas tienen que reducir sus precios si no quieren perder ventas y su participación en el mercado, lo que hace las cosas todavía peores.
Y el corolario del escenario sería: Menores Utilidades igual a menos dinero para los trabajadores. Los empleados no reciben los incrementos salariales esperados, cortan más su consumo, y aparece un círculo perverso, por eso le llaman la espiral deflacionaria.
Todos estos postulados son usados como justificación teórico para introducir prácticas inflacionarias por los Bancos Centrales. Es por esto que fijan una “meta” de inflación de los precios al consumidor de digamos el 2% y nunca lo hacen del 0%. Y, por esto,
Desde el punto de vista de todos los intereses comunes de los miembros de la sociedad, la cantidad de dinero en la economía es irrelevante. Cualquier cantidad de dinero tanto en el largo como en el corto plazo proporciona el servicio del intercambio indirecto, esto es, te cambio dinero por un producto o servicio en lugar de te intercambio mi producto o servicio por tu producto o servicio, el truque. Esta es la condición inquebrantable de cualquier reflexión sólida en cuestiones monetarias.
Y es el criterio más relevante cuando pensamos en lidiar con la deflación. A la luz de los principios razonados de los economistas clásicos, categóricamente podemos afirmar que la deflación no es lo que comúnmente se alega que sería: Una maldición para todos los miembros de la sociedad. Pero ¿Es esto cierto?
Un Poco de Historia
Aristóteles afirmaba que el dinero no es parte de la riqueza de una nación y que era simplemente un medio de intercambio que sustituía al inoperante trueque. En consecuencia los Escolásticos no gastaron mucho tiempo en pensar si era o no benéfico cambiar la cantidad de dinero disponible. Los economistas clásicos Hume, Adam Smith, establecían que el dinero ni es bueno para los consumidores ni lo es para los productores, y en consecuencia su cantidad es irrelevante. Más adelante Say, David Ricardo, Stuart Mill, Bastiat y Carl Menger le asignaron también la propiedad de almacén de valor, y lucharon por el dinero sólido.
Como consecuencia en el siglo IX tenía dinero mucho más sólido que en la actualidad. Sin embargo, para nada era perfecto, en primer lugar porque los gobiernos eran los únicos facultados para acuñar, intervinieron en su producción camuflándolo con el pomposo nombre de “bimetalismo”  (usar oro y plata), promovieron el sistema de reserva fraccionada lo que le dio más fondos al tesoro público y promovieron la creación de bancos centrales que junto con los bancos comerciales se constituyeron como un oligopolio, un cártel, del dinero. El resultado final fue usar dinero de papel, que obviamente se presta para introducir la inflación, es decir, emitir más papel a voluntad del gobierno aunque no esté respaldado por el oro. Así empezó la “pachanga” que hoy sufrimos todos.
La idea inflacionaria fue reforzada por los economistas de la época, Hume creía que la inflación podría estimular la producción, Adam Smith, creía que la inflación en la forma de expansión del crédito era benéfica siempre que estuviera “respaldada” con la correspondiente contraparte de bienes reales. Say también respaldó la expansión de dinero para hacer acomodaticio a “las necesidades del comercio”, Stuart Mill decía que el dinero sólido debía de tener valor estable. Estos errores en la concepción del dinero eran despreciables comparados con su idea central: La cantidad de dinero no depende de las cantidades de dinero. Pero, eventualmente, sus sucesores, infectados con el virus del estatismo, borraron la idea central, que fue la que triunfó en el siglo XX.
Hombres como Irving Fisher, Wicksell, Cassel y finalmente Keynes armaron una batalla sin tregua contra el patrón oro, Keyes lo llamó “Reliquia de los bárbaros” Les dieron por su lado a los economistas clásicos estando de acuerdo que la cantidad de dinero no depende de la cantidad de dinero, pero, agregaron, “en el largo plazo”. En el corto plazo, la imprenta, podía hacer “maravillas”, podría reducir el desempleo, estimular la producción (y financiar al gobierno, aunque esto nunca lo decían), cínicamente Keynes alguna vez dijo “En el largo plazo todos estaremos muertos”…
¿Quién podía rechazar este cuerno de la abundancia propuesto por Keyes? Nadie, y el patrón oro, el dinero sólido sucumbió ante éstos maniacos inflacionistas: La Reserva Federal cumplió el año pasado un siglo, y el dinero de papel, el dinero fiduciario o “fiat”, que por decreto usamos, ha producido enormes inflaciones, el dólar ha perdido 98 por ciento de su poder de compra, pero sobre todo ha producido muchas crisis económicas, muchas burbujas de auge seguidas por estallidos y recesiones. El dinero de papel respaldado por nada, ha cambiado de forma fundamental la estructura financiera del mundo. A principios del siglo XX, la mayor parte de las empresas se financiaban y crecían usando sus utilidades, los bancos tenían un papel subordinado, el crédito era complementario al ahorro. Hoy las cosas son exactamente al revés, gracias al dinero de papel, se ha creado un nivel de endeudamiento verdaderamente asombroso (y absurdo) es todos los niveles, desde los gobiernos con que financian sus déficit  y les faculta a crecer sin freno alguno, las empresas que les evita tener que formar capital y acumular riqueza, terminando en los individuos que ya no ahorran, viven del crédito, todo lo tienen, y todo lo deben, y lo van pagando…
Así el dinero fiduciario es el principal responsable del crecimiento desmesurado de los gobiernos, y es el fundamento de la amenaza totalitaria imperante en nuestros días.
Y muy importante, la inflación ni produce más empleo, ya he escrito aquí en este espacio sobre esto en La Inflación y el Empleo: La Curva de Phillips y la Estanflación 
 Así como lo es la inflación, a la que estamos habituados, la deflación es un fenómeno monetario, y como tal no afecta en un ápice los agregados de riqueza de la sociedad ni la importancia relativa de las unidades productoras de bienes o servicios. La deflación es la reducción de la cantidad de dinero y de los sustitutos del dinero (p. e. créditos) y provoca la caída de los precios de los productos y servicios, caída que puede ser dramática. Sin embargo, esta situación, aún siendo dramática no es una amenaza mortal para la sociedad.
Imagine que para mañana todos los precios se caen en un 50 por ciento. ¿Afectaría esto nuestra capacidad para alimentarnos, vestirnos, transportarnos? Ciertamente que no, la desaparición del dinero que provocó la caída en los precios ciertamente que no eliminó las cosechas, el número de pollos y vacas, la ropa en los almacenes, los trenes, aviones o automóviles que nos transportan. Todo esto sigue estando ahí. En una circunstancia de una deflación muy dramática existe mucho menos dinero en circulación que el que existía, y, en consecuencia no podemos vender nuestros bienes y servicios a los precios previos. Pero, nuestros bienes de capital, cosechas, ganado, medios de transporte aún están ahí, nadie las destruyó, la cantidad de dinero no destruye nada, sólo los precios. De esta forma, como todo está en orden, aún podemos tener como empresarios utilidades, éstas no dependen del nivel de precios, dependen de la diferencia entre el precio de venta y el precio que cuesta producirlos o adquirirlos. Cuando hay deflación ambos precios caen y en consecuencia la utilidad en términos reales, absolutos, se mantiene. Si bien es cierto que las utilidades nominales pueden decrecer, las más recientes valen más, entonces ¿Cuál es el problema?
Se argumenta que los consumidores retraen su consumo ante la expectativa de menores precios futuros, esto tiene varias explicaciones…
¿Quién no recuerda cuánto costaba una Apple II en 1981?, hoy con el equivalente de ese dinero puedes comprar, algo mucho mejor, o también comprar una tablet, por una fracción mínima de ese precio. Lo mismo sucede con otros artículos como pantallas, Blue Ray, autos, etc. Se siguen vendiendo aunque sus precios bajen , y han bajado con inflación ¿Vas a dejar de comer, ir a un restaurante, al cine si los precios bajan? Ciertamente que no.  Argumentan sobre los mercados inmobiliarios, y ahí sí el asunto es importante porque la gente le ha asignado a un bien de consumo duradero la categoría de inversión, y si los precios bajan, deja de serlo. Pero al menos en este mercado, los precios no deberían de bajar, la tierra es escasa, y la demanda por nuevas casas debiera de superar la oferta, y la clave está en “debiera”, la baja de los precios inmobiliarios tiene que ver con que se han construido más casas, en virtud de la expansión del crédito inflacionaria previa, que las que la sociedad demanda, los precios bajarán momentáneamente, y, si no se sigue insistiendo en reinflar, y seguir construyendo casas, algún día sus precios naturalmente por razón de mercado se estabilizarán, si, probablemente no subirán mucho, si se siguen construyendo casas para satisfacer la nueva demanda, mostrarán un equilibrio, y su posible aumento en el precio tendrá que ver con la mayor valoración subjetiva, por el lugar en donde están construidas, los servicios que la rodean, seguridad, etc.,  Pero insisto, las casas, no son inversiones, son bienes de consumo duradero.
Pero sí existe un cambio fundamental en la economía que trae consigo la deflación: Radicalmente modifica la estructura de la propiedad. Las empresas financiadas en base a créditos se van a la quiebra debido al menor nivel en los precios que no le van a permitir pagar la deuda contratada en la que incurrió cuando los precios eran elevados. También para las personas, aquellos que tenían hipotecas o créditos al consumo también irán a la quiebra debido a que sus ingresos monetarios han caído junto con la caída en los precios generales, como sus créditos permanecen a niveles nominales no podrán pagarlos y quebrarán. Tan sólo el intento de vender activos para liquidar los adeudos provocará una reducción adicional en los precios de éstos activos, tal y como lo estamos viendo con el mercado inmobiliario de EU, España, Irlanda, entre otros, haciendo aún más difícil llegar a acuerdos con los acreedores.
Otro punto importante es que bajo las condiciones actuales de dinero de papel, una gran cantidad de dinero se ha creado en base a créditos, es más, puede afirmarse que el dinero en nuestro sistema actual es crédito. Dinero creado de la nada por el sistema bancario en virtud del sistema de reserva fraccionada. Con la deflación este sistema se desmorona, cada firma, cada individuo que vaya al impago, a la bancarrota no sólo vulnera los activos del sistema bancario, hace desaparecer el dinero que fue creado de la nada. Con esto, la deflación regresa a la realidad.
Sin embargo, debemos de enfatizar que las bancarrotas, sin importar que tantos individuos o empresas estén implicados no afecta en nada el capital, esto es todo aquello que produce riqueza de la nación, ni tampoco afecta en nada los bienes de consumo duradero como las casas habitación, y en particular, éstas bancarrotas no previenen que pueda seguirse produciendo. Durante la bancarrota, existe la liquidación de activos así que otras personas tomarán cargo de las empresas liquidadas o usarán sus activos en otras. Esta es gente o empresas que para el momento de la deflación tenía dinero ahorrado y no tenía deuda. Desgraciadamente, después de más de un siglo de “pachanga” crediticia, las empresas e individuos con ahorro, son una mínima parte.
En síntesis, el punto verdadero de la deflación es que no oculta la redistribución que va de la mano con los cambios en la cantidad de dinero. Descubre y hace visible la miseria de mucha gente, para beneficio de igualmente visibles ganadores. Esto radicalmente contrasta con el esquema inflacionario que crea ganadores anónimos a expensas de perdedores anónimos. Por tanto, ambas, la deflación y la inflación son un juego de gana cero. Pero la inflación es subrepticia, es usada por los gobiernos de forma oculta para financiarse y quitar valor a su deuda, es por así decirlo el vehículo perfecto para la explotación de la población para arrancarle su riqueza sin que apenas se percaten a través de sus falsas élites gobernantes, mientras que la deflación implica un proceso abierto, transparente la redistribución se verifica conforme a la ley a través del procedimiento de bancarrota.
De esta forma hemos visto que no es la deflación inherentemente mala y que en consecuencia está muy lejos de ser evidente que la política monetaria prudente busque evitarla, o amortigüe sus efectos al precio que sea. Es cierto, la deflación crea una gran cantidad de perdedores, y muchos, la mayor parte de estos perdedores son gente inocente, trabajadora, que no ha sido lo suficientemente prudente para moderar la contratación de sus créditos y anticipar el evento deflacionario. Pero la deflación también crea muchos ganadores, y lo más interesante es que castiga a los “empresarios” mercantilistas que han lucrado con sus conexiones con aquellos que tienen el control de la producción del dinero fiduciario, esto es, con el gobierno.
Pero sobre todo castigará a los gobiernos, que han crecido de forma exponencial, con déficit, crédito e inflación, al igual que las empresas, en deflación con el dinero cada vez valiendo más, no podrán pagar su enorme deuda, y tendrán al igual que las empresas que quebrar ¿El Estado no puede quebrar? Sí puede, tendrán que liquidar activos, despedir burócratas, adelgazarse, y a esto, sí a esto es a lo que le tienen no miedo, terror.
Ciertamente que la deflación no es una especie de inversión de la inflación previa y que repara el daño hecho en las redistribuciones previas. Trae consigo un nuevo round de redistribuciones que se agrega a los rounds previos inducidos por la inflación. La conclusión importante es que toda política monetaria tiene efectos redistributivos. Si se estable la deflación y se combate re inflando esta política implica también una redistribución en la que habrá forzosamente ganadores y perdedores.
En consecuencia no existe racionalidad económica para establecer una política monetaria que sea una lucha ardiente y frontal contra la deflación en lugar de que la deflación siga su curso natural. Ninguna política monetaria beneficia en país alguno a todos sus pobladores: Siempre una parte de la sociedad sacará beneficio de la otra. Ningún servidor público leal puede de forma testaruda o visceral fijar una postura en contra de la deflación, y tampoco podrá invocar a la autoridad de la ciencia económica para respaldar su postura anti deflacionaria.
Pero existe un punto de vista final que amerita consideración y que es de hecho el punto decisivo de nuestro problema: Existen fundamentalmente dos opciones a seguir en la política monetaria, en la primera, la que hemos venido siguiendo, es incrementar la cantidad de dinero, la segunda opción es dejar de hacerlo. Ahora la pregunta es, si queremos seguir despedazando el valor del dinero hasta que colapse todo el sistema fiduciario, o, dejar que las cosas sigan su cauce. ¿Estamos conscientes del peligro que representa el colapso de todo el sistema financiero actual? ¿Qué falsos mesías emergerán?
Los japonenses empezaron con esta pachanga de los aligeramientos cuantitativos, siguen en recesión, los EUA, le siguieron con 3 rondas, finalizaron la tercera apenas en octubre pasado. El crecimiento actual de la economía tiene más que ver con la caída de los precios del petróleo, la reducción (deflación), de los precios de los energéticos, que con el QE iniciado por Bernanke, lo que sí infló fueron los mercados accionarios, que aparentemente no estaban muy caros, pero si se inspecciona con más cuidado, veremos que muchas empresas recompraron sus propias acciones y también participaron en el auge inducido por la Reserva Federal, y tuvieron utilidades financieras, no reales. Eso se acabó se quitó el caldero que inflaba. Pero ahora llegan los europeos al desquite para seguirle a la pachanga. En un vano intento de hacer lo que tienen que hacer: Reducir el tamaño de los estados, desmantelar el Estado de Bienestar, reducir impuestos, des endeudarse, y dejar que los hombres trabajen creen riqueza real y venga la prosperidad bien fundamentada, todo esto bajo un contexto de dinero sólido, respaldado con riqueza creada. Pero no lo van a hacer…



2 comentarios:

  1. Que es un absurdo completo. La máxima demostración que el sistema de dinero fiat, está colapsando. La tasa de interés es el sobreprecio que se paga por un bien por el que no se tiene suficiente liquidez para adquirirlo. El traer el futuro al presente. Una tasa negativa implica que si no se tiene liquidez para adquirir un bien que me hagan un descuento por adquirirlo ahora y no en el futuro. Lo que implica que tener liquidez es absurdo. Como escribía aquí mismo, en deflación ser deudor es terrible porque su deuda la contrató con un poder de compra inferior. Como en deflación el dinero vale más, la deuda se hace impagable. Es un intento de no quebrar como deudor.

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  2. Anónimo4:08 p.m.

    Esperemos que el banco de Mexico no vaya a querer copiar el script...

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