Viene diciendo
AMLO desde hace mucho que “Desde la
época de Carlos Salinas de Gortari, se impulso la política de comprar alimentos
en el extranjero y dejar de apoyar al campo con la mentira de que resultaba más barato comprar lo que
consumimos en un mundo globalizado”
Afirma López
Obrador:
“Nada más que se
les olvido que un 25% de la población mexicana habita en el campo.”
“Que a
consecuencia de esto, la gente del medio rural
emigro a las ciudades; causando la descomposición social.”
Ya en Noviembre
de 2011, López Obrador firmó el que denominó “Plan de Ayala Siglo XXI” a los
cien años de la promulgación del Plan de Ayala original qué como explica López
Obrador “Como hace 100 años, se convocará a organizaciones a firmar un
compromiso para elaborar un plan acorde con las luchas actuales en el campo
mexicano, en especial hacer realidad la soberanía alimentaria por medio de la
producción campesina y combatir frontalmente las desigualdades extremas, se
tratará de pensar y actuar para generar condiciones para reactivar las cadenas
productivas y desarrollar el empleo rural”.
Y, como hace 100
años que se jodió al campo mexicano, nuestro personaje, simplemente lo quiere
dejar igual de jodido de re-joderlo con las mismas ideas centenarias que tienen
al campo mexicano improductivo.
El candidato por
Morena a la presidencia dice que de llegar a la presidencia su política agraria
estará basada en este documento para “fortalecer la propiedad social de la
tierra y revertir la contra reforma aprobada en el sexenio de Carlos Salinas al
artículo 27 de la Constitución”.
Los siete
componentes del “Nuevo Plan” son compromisos por la soberanía alimentaria, el
derecho al trabajo y a no migrar, y “el derecho humano a una alimentación sana,
suficiente y culturalmente apropiada”.
En el penúltimo
punto plantearon que buscarán un “gobierno progresista, nacionalista, social,
garante de los derechos humanos y con fortaleza económica, es decir un gobierno
de izquierda(…) capaz de regular los mercados y desmantelar los monopolios y
prácticas anticompetitivas”
Mucha gente
piensa que López Obrador representa un cambio para bien, sin embargo, yo
siempre he afirmado que López Obrador es un conservador; uno que desea
perpetrar nuestro atraso histórico, uno que desea que las cosas no cambien,
peor aún quiere llevar a México al pasado, sí, al autoritario del PRI pero
ahora con él y su partido privado Morena
como autoritarios.
Pero vayamos por
partes para investigar realmente por qué el campo mexicano está en el atraso.
El Suelo Mexicano
En primer lugar
AMLO falla en su diagnóstico, México no puede ser un importante país agricultor
de cereales, como el maíz, ni de leguminosas como el fríjol.
Echémosle un ojo
a la geografía nacional. Un territorio que asemeja un cono invertido, con la
base en la frontera con Estados Unidos. Por lo que respecta a la orografía,
bordeando a lo largo el cono, cuyo vértice se encuentra en el Istmo de
Tehuantepec, hay dos cadenas montañosas dejando dos franjas costeras
relativamente angostas, una en los territorios del Océano Pacifico Norte
(Jalisco, Nayarit, Sinaloa, y Sonora) y la otra en la costa del Golfo de México
(Veracruz y Tamaulipas) en medio de las cuales se encuentra el altiplano
acotado en el sur, en el vértice, por la Sierra Madre del Sur. Pasando esta
Sierra, hacia la frontera con Guatemala, se encuentra Chiapas con un territorio
también montañoso. En cuanto a la hidrografía, los ríos de mayor caudal se
encuentran en el sur del país, mientras que otros de menor caudal se encuentran
en las zonas relativamente cerca de las costas en el norte del país y unos
pocos en el centro occidental del altiplano el cual, por consecuencia, tiene un
clima que va de semiárido a desértico, con excepción de la zona del Bajío. Y
finalmente están las dos penínsulas, la de Baja California con un clima
desértico y la de Yucatán con una tierra en gran parte caliza. Con esta
geografía es de risa decir que México tiene una vocación natural hacia la
producción de granos como el maíz, particularmente cuando la comparamos con
Estados Unidos que tiene en el Medio Oeste una extensa planicie con alta
calidad de la tierra y bien abastecida de humedad, y con inviernos que matan a
las plagas y dejan a la tierra preparada para los cultivos. Yo quisiera pedirle
a López Obrador que se diera una vuelta a los estados del centro de los EU
Oklahoma, Nebraska, Arkansas, etc. y vea lo que es en serio la producción de
cereales.
Ahora agreguemos
a esta geografía el desastre que ha sido la política agraria en este país. La
limitación a la extensión de tierra en la pequeña propiedad privada, la
notoriamente deficiente e ineficiente definición de los derechos de propiedad
en los ejidos, la burocracia de la Secretaría de la Reforma Agraria y los
magistrados del Tribunal Agrario que bloquean en la práctica la reforma del
artículo 27 constitucional que le da a los ejidatarios la propiedad sobra la
tierra y, finalmente, la atomización de la tierra en minifundios, generaron las
condiciones para que la agricultura mexicana no tenga ninguna ventaja
comparativa frente a Estados Unidos en la producción de granos, particularmente
el maíz.
Comparemos a un
agricultor estadounidense de maíz con un campesino mexicano. El primero tiene
cientos sino miles de hectáreas de tierra plana, de alta calidad, bien abastecida de agua y
cultivando con técnicas de producción intensivas en el uso del capital, cuantas
veces he insistido aquí que la diferencia entre un país pobre y uno rico es el
capital invertido por habitante, además de emplear insumos modernos tales como
insecticidas y fertilizantes.
El segundo, un minifundista, tiene entre tres y
cinco hectáreas en una ladera de 30º, llena de piedras, sin abastecimiento de
agua excepto el de la lluvia de temporal, utilizando como abono excremento
animal y con una técnica de producción del siglo XVIII: una yunta de bueyes
jalando arado de madera para abrir los surcos en donde depositar a mano cada
grano de maíz. En consecuencia, en el cultivo de maíz, por hectárea sembrada,
la productividad en Estados Unidos es entre 10 y 20 veces superior que en
México y más aun, una estructura de propiedad de la tierra que garantiza la pobreza
perpetua de ese campesino. Entiéndase ese terreno no es apto para cultivar
maíz, se cultiva por tradición, o por amor al subsidio, por que no se saben de otra, pero ese terreno
no sirve para cultivar granos, y esto es una verdad que muy poco importa cuántos
planes Ayala o cuantos Zapatas vengan, la tierra no sirve, México no puede ser
un país agricultor de granos. PUNTO.
En consecuencia,
México no puede tener “Soberanía Alimentaria”, simplemente el campo mexicano,
independientemente del capital invertido, independientemente de los insumos, no
tiene como proporcionar la mentada soberanía. El terreno del que disponemos, no
es lo suficientemente grande para lograrlo, le guste o no a AMLO. Por más
“Planes” que firme, el terreno no va a cambiar, México siembra maíz contra
natura, no es lo mejor en lo que podemos usar la tierra y si lo hacemos es por
una estúpida tradición.
Se exige que el
gobierno haga “algo”, con el precio de la tortilla. Sin entender por qué ha
subido el precio del maíz o el precio del gas, el otro insumo que incide
fuertemente en costo de producción, se exige que el gobierno destine más
recursos para apoyar a los campesinos mexicanos en un esquema de incentivos mal
diseñados para que éstos se queden en sus tres hectáreas viviendo en la
pobreza; unos más exigen que el gobierno subsidie directamente la tortilla sin
tomar en consideración siquiera el costo fiscal de tal medida; y otros, peor aún,
exigen que el gobierno imponga un precio máximo a la tortilla, con lo cual se
garantizaría el des abasto. Tal y como sucedió aquí en México en los tiempos de
los populistas Luis Echeverría y José López Portillo, o como sucede en la
Venezuela de Chávez-Maduro o en Cuba en que racionan los alimentos. Esta es la consecuencia
fatal de imponer precios tope.
Entendámoslo de
una vez, México no tiene ventaja comparativa en la producción de maíz, por lo
que es indispensable, justamente proceder al revés de cómo propone López
Obrador: Liberalizar ya el comercio internacional de este bien, sin aranceles
ni cuotas.
Yo sólo agrego,
México, nunca podrá satisfacer la demanda de Maíz, siempre se ha importado y se
importará, y en referencia a los precios, si éstos suben ¿Se obligará al
agricultor mexicano a vender su producto más barato? Obviamente, con estos
precios no requiere subsidios, entonces como el precio está topado a un máximo
se tendrá que dar un subsidio, y éste ¿es posible? ¿Cuántos miles de millones
de pesos se requerirán de subsidio? ¿De dónde saldrán? ¿Más impuestos? ¿Más
deuda? ¿Más qué…?
Mantenerse en el
Pasado
En primer lugar
como lo he expresado hasta la saciedad, mientras se tengan campesinos con
tierras de 3 o 5 hectáreas, fertilizadas con excremento y usando el método del
siglo XVI: La yunta de bueyes, sembrando a mano, en una ladera llena de
piedras, con no más agua que la que la suerte le depare con las lluvias, por
más “fomento”, dinero y más dinero que se invierta en el campo, se va a esfumar
como siempre, como a lo largo de los últimos ¡90 años!. Mientras la propiedad
rural no sea realmente una propiedad privada, y mientras se fijen ridículas
limitantes a la extensión de la tierra, por más que digan y hagan será la misma
estupidez de siempre.
Segundo, gracias
o otros “progres” como los de
Greenpeace, que impiden el uso de semillas mejoradas (entre otras cosas) la
producción de maíz en México es ¡20 veces!, a ver, lo captaron bien, 1 hectárea
en EU produce 20 veces, ¡VECES! Más maíz que aquí. ¿Cómo que “algo” anda mal.
No es así?, ¡Ah! Y por cierto, estos mismos ecologistas están felices del uso
del maíz para crear etanol y biodiesel, aunque luego sale alguien de la
izquierda a decir que es “un crimen que se use el maíz de vocación alimentaria
para uso como combustible” ¡Quién los entiende! ¡Bipolares locos!
Cada año se
asignan enormes cantidades de dinero al presupuesto de la Secretaría de
Agricultura, ¿Qué pasa con ese dinero? veamos:
Para Jaime
Yesaki, presidente del Consejo Nacional Agropecuario:
“Para el
productor resulta atractivo recibir un apoyo aunque su actividad no sea
rentable, es por ello que se mantienen en la producción de lo que no es
productivo, pero sí el pase a subsidios directos.”
Y continúa
diciendo que “Estos vicios del campo son los que han hecho que los cambios
productivos sean lentos, porque es mejor y más fácil cosechar subsidios y
apoyos, que trabajar la tierra.”
Por tanto, los
programas de apoyo o “fomento” como dice nuestro personaje de marras, que son
operados por el Gobierno federal en el agro mexicano, hacen al sector
productivo más dependiente y con pocos resultados, lo cual no lo incentiva es
un desperdicio monumental de recursos.
Pero no sólo la
renuncia a los subsidios tiene atemorizado al agricultor para dar el paso a la
modernidad, sino que se suma lo riesgoso que es incursionar en el libre
mercado, por lo que resulta mejor estar bajo la cobija del Gobierno que estar
en la competencia y vender en los supermercados o centros de abasto.
Por otra parte,
en un estudio del Colegio de Postgraduados: "En el umbral de una
agricultura nueva", detalla que los bajos ingresos de los productores los
orillan a solicitar apoyos al Gobierno, pero los subsidios han crecido más y
más y en lugar de recomendar o ayudar al productor a que cultive un producto
más rentable, decide quedarse en el que tiene el subsidio, de lo contrario lo
perdería.
Esto es la
“Regulación de los Mercados” que propone
Andrés Manuel: Seguir produciendo ineficientemente cultivos que no son
rentables pero que al ser subsidiados los hacen atractivos para seguir
desperdiciando el dinero, destruyendo la riqueza que tú y que yo generamos y
que estaría mucho mejor canalizada en manos de los individuos y no siendo dilapidada
en el campo. López Obrador quiere más dinero para el campo, esto es, más
riqueza destruida que podría utilizarse en asuntos verdaderamente productivos
que mejoren el nivel de vida de los mexicanos.
Propiedad en el Campo
Afirma López
Obrador que quiere echar abajo las tímidas reformas al Art. 27 de Salinas de
Gortari, es decir, quiere perpetrar la propiedad de todos, propiedad de nadie,
que en palabras del AMLO es la “propiedad social”, y el minifundio: La consecuencia es que como
ha sido, la parcelización de las tierras y las tierras comunales, la
atomización de las tierras no van a generar una alta productividad, así mismo,
el control de tierra, herramienta y capital, otorga al cacique un amplio poder sobre las
decisiones económicas y políticas de las comunidades, esto atenta contra la
libertad individual y es un claro ejemplo de por qué afirmo categóricamente que
México es un país socialista, las tierras comunales son un verdadero fracaso.
El primer paso para sacar al campo de su atraso ancestral es otorgar a los campesinos
la propiedad, que puedan comprar, vender o rentar sus tierras a su libre
albedrío, sin pedirle permiso a nadie,
también se debe eliminar toda restricción en cuanto a extensión siempre
y cuando la tierra produzca. Con la tierra en propiedad daríamos al campesino
la garantía fundamental para recibir créditos, para asociarse libremente, para
hacerse empresario, tendría en sus manos capital que podría transformar en
riqueza. Veríamos como con la tierra en propiedad REAL el campesino actuaría de
manera muy distinta, liberado de la opresión de caciques, de la CNC haría
producir el campo como nunca lo hemos visto. Se que es difícil y quizá
políticamente incorrecto mencionar esto en tiempo de elecciones, “Tierra y
Libertad” de Zapata, es un atavismo, un mito que llevamos los mexicanos en lo
más profundo de nuestra genética, pero el ejido no les ha dado a los campesinos
tierra, puesto que no es de ellos, y mucho menos libertad, ya que son esclavos
del cacique y de la CNC, ni progreso, ni bienestar. Por esto, demos propiedad
en la tierra, para que los campesinos vivan mejor.
Importación de Alimentos
Es muy común
entre mucha gente pensar que la importación, en este caso de alimentos, es
mala. López Obrador afirma que nos están invadiendo y que vamos a proteger a
los productores nacionales. López
Obrador fue uno de los principales detractores del TLC, se equivocó entonces,
se equivoca ahora.
Adam Smith en su
“Riqueza de las Naciones” escribe: “Lo que en el gobierno de toda familia
particular constituye prudencia, difícilmente puede ser insensatez en el
gobierno de un gran reino. Si un país extranjero puede suministrarnos un
artículo más barato de lo que nosotros mismos lo podemos fabricar, nos conviene
más comprarlo con una parte del producto de nuestra propia actividad empleada
de la manera en que llevamos alguna ventaja [...]. En cualquier país, el
interés del gran conjunto de la población estriba siempre en comprar cuanto
necesita a quienes más baratos se lo venden. “
Estas palabras
son tan válidas hoy como eran entonces. Tanto en el comercio interior como en
el exterior, es de interés para el “gran conjunto de la población” comprar al
que vende más barato y vender al que compre más caro. Con todo, la “retórica
interesada” , industriales, comerciantes, agricultores poco competitivos,
proclaman que es necesario imponer restricciones sobre lo que podemos comprar y
vender, a quiénes podemos comprar y a quiénes podemos vender y en qué
condiciones, a quiénes podemos dar empleo y para quiénes podemos trabajar, dónde
podemos residir, y qué podemos comer y beber.
Otra falacia rara
vez puesta en tela de juicio es que las exportaciones son buenas y que las
importaciones son malas. Sin embargo, la verdad se revela muy diferente. No
podemos comer, vestir o gozar de los bienes que enviamos al extranjero. Comemos
frutas procedentes de América Central, calzamos zapatos italianos, usamos
computadoras americanas, conducimos automóviles alemanes, japoneses, coreanos, y disfrutamos de programas a través de
televisores japoneses o coreanos. Nuestra ganancia a causa del comercio
exterior estriba en lo que importamos. Las exportaciones constituyen el precio
que pagamos para obtener las importaciones. Como ya dijo claramente Adam Smith,
los ciudadanos de un país se benefician de la obtención de un volumen de importaciones
lo mayor posible a cambio de sus exportaciones o, lo que viene a ser lo mismo,
de exportar lo menos posible para pagar sus importaciones.
Por cierto, la
mentada soberanía alimentaria supone la imposición de aranceles respecto a las
importaciones de granos, un modo sutil de prohibir las importaciones, de modo
que al encarecer el producto importado, supongo que por encima de los precios
que pueden ofrecer los productores mexicanos, nos veamos obligados a comprar el
producto nacional, obviamente que subsidiado. Esto, llevado a la práctica,
¿acaso no significa entregar a los caciques y burócratas anexos el monopolio de
la venta de maíz? ¿No se supone que se busca combatir los monopolios? ¿De qué
manera esto ayudará a los campesinos, y no a sus líderes, a abandonar los
subsidios y llegar a la clase media? Me parece que en las propuestas de AMLO
subyace un pensamiento pueril: es nuestro deber no importar nada.
También se nos
dice que en los EUA y en Europa de subsidia a los agricultores ¡Qué bueno! Así
nosotros que importamos, lo haremos aún más barato.
Cabe señalar que
México es un país superávit ario en comercio exterior agroalimentario, (cuando
se incluye el sector pesquero), lo que quiere decir que vendemos más de lo que
compramos al exterior. Además, la mayor parte de los bienes agrícolas ya
compiten en los mercados sin necesidad de arancel alguno. Los productos que
restan de ser desgravados (entre ellos maíz y fríjol) tienen una protección
arancelaria no mayor al 2%, de modo que la eliminación de tales aranceles
tendrá un impacto muy bajo. Además de que el maíz que se produce allá es
diferente del que usamos acá por ejemplo para la elaboración de tortillas, por
lo que no hay real competencia, por lo que sólo queda el fríjol.
Se confunde López
Obrador, se equivoca, se equivocó oponiéndose al TLC, los resultados benéficos
para México son palpables, son incuestionables, nos dio un gran impulso en sus
inicios, y si no hubiera sido por él, la crisis de 1994-1995 hubiera sido mucho
peor, y hoy en día el comercio exterior es el principal motor de la economía
mexicana, y ya no es sólo petróleo como antes. Pero ¡Cuidado! Ya otros países
están abriéndose y firmando tratados de libre comercio con nuestros socios
comerciales, están compitiendo y van a competir más aún, ahí está China. Si
México hiciera las reformas estructurales que impiden que la inversión se
promueva vigorosamente los mexicanos podríamos elevar sustancialmente nuestro
nivel de ingreso encontrar más y mejores empleos, y por supuesto el campo
mexicano prosperaría… Pero López Obrador se resiste al cambio, es increíble que
él mismo se autoproclame promotor del cambio, siendo que en su retórica, en su
proyecto está el preservar las viejas y dañinas estructuras corporativistas.
López Obrador quisiera a un México cerrado, como en los 70’s que cobije nuestra
ineptitud y falta de competitividad. Con López Obrador de presidente el campo
seguirá siendo igual de pobre, y muy, pero muy probablemente aumentará la
pobreza, por que la inversión no
llegará, y si lo que quiere es regalar el dinero a los campesinos otorgando
créditos sin garantía alguna y precios de garantía para subsidiar la baja
productividad, el resto de los mexicanos lo vamos a pagar, y muy caro
¿Cambio? Qué Cambio ... un retorno a lo peor de México
Sí, como en el
2006, y el 2012, lo tenemos de regreso,
aunque en realidad nunca se ha ido, tiene ya 12 años en campaña, así que lo
tenemos oootra vez compitiendo por la presidencia, más “amoroso” que nunca, ahora más incluyente,
con su partido personal Morena no se le
ha quitado lo peligroso. Subsidios,
déficit, deuda, devaluación, eso ya lo vivimos, ¿ya se te olvidó?
Mucha gente
afirma que votará por él porque quiere un “cambio”, pero López Obrador es un
cambio para un regreso al pasado, al pasado autoritario
del PRI, al de los caciques, al de la cerrazón, no es un cambio benéfico, por
el contrario, es regresarnos a lo peor que México ha tenido en su historia. Eso
es López Obrador una invitación al desastre económico.