sábado, mayo 23, 2020

DESTRUYENDO SU PROPIO BIENESTAR (O IMPIDIÉNDOLO)


Esto está dirigido a todos aquellos que, lo que les importa es la desigualdad y no la pobreza.


Que no quieren que los ricos sean más ricos para que los pobres sean menos pobres, o dejen de serlo. Prefieren que los ricos sean menos ricos, o que se vuelvan pobres, aunque eso implique que los pobres sean más pobres.

Para empezar ¿Qué es riqueza?

Afirman los socialistas que la riqueza está concentrada en unos pocos, tienen en su repertorio frases como esta:
“Es difícil de entender que defiendan al capitalismo y negar el enriquecimiento de un pequeño grupo de la población, a costa de que un grupo mayoritario se vuelva muy pobre.”
Lo que implica que los que concentran la riqueza se apropian de la riqueza de la mayoría y eso los empobrece.
En consecuencia la bandera de los socialistas, y en particular de López Obrador es “La principal función del estado es repartir la riqueza”.
Por eso no es de extrañar que el presidente de Morena  Alfonso Ramírez Cuéllar haya presentado la propuesta de que el INEGI investigue en los domicilios particulares para encontrar la riqueza.  Y una vez encontrados buscar la manera de despojarlos de sus bienes, que pueden ser totalmente legítimos y que para su adquisición obtuvieron un ingreso por el que pagaron un impuesto.
Mostrando su enorme ignorancia en temas económicos.
Para empezar, los de izquierda están confundidos y ni tan siquiera saben lo que es riqueza.
Así que la definimos como:
Riqueza es aquello que produce intercambios voluntarios,
En el intercambio normalmente se canjea dinero por el bien o el servicio, el adquiriente considera que ese bien o servicio es más valioso que el dinero que paga por él, y, por la otra parte el que proporciona el bien o el servicio lo hace precisamente para satisfacer los deseos y/o necesidades del adquiriente y por ello obtiene una utilidad. Todo esto es por supuesto voluntario y ambas partes se sienten beneficiadas por el intercambio, es un juego de gana, gana.
La riqueza consiste en activos, incluido, por supuesto, el de uno mismo mi Capital Humano, que prometen un flujo de ingresos en el futuro. Esto es riqueza. Ni el petróleo, ni el oro, ni el dinero acumulado per se, son riqueza. Para que sean riqueza deben de ser convertidos  en activos que como se define producen un flujo de ingresos. Estos activos, los economistas les denominan bienes de capital y son las industrias, las máquinas que producen bienes, los hoteles, los bares, los comercios, edificios de oficinas,  los puertos, escuelas, carreteras,  etcétera.  El petróleo, el oro y el dinero son, en todo caso, fortuna. Y el dinero puede ser riqueza sí y sólo sí,  se invierte y produce un interés. Pero el DINERO NO ES RIQUEZA.
En los términos de esta definición, un pobre, lo es, por que su persona no es capaz de ofrecer bienes O servicios bien valorados por los demás, no tiene posibilidades de intercambiar algo que él pueda ofrecer, no tiene mucho de valor en él mismo o no tiene posibilidad de crear o comerciar con bienes que sean codiciados o necesitados por los demás. Por eso no tiene riqueza, su promesa de flujo de ingresos a futuro es o nula o muy baja. Así un barrendero, un limpiador de coches, son pobres, porque existe una gran oferta de otros que como ellos no tienen ninguna preparación y por tanto su trabajo no tiene un gran valor y en consecuencia sus ingresos son bajos. Por el contrario, un eminente médico oncólogo, un neurocirujano, un arquitecto innovador y artístico, un futbolista crack, y en general cualquier deportista, artistas , músicos, que hacen cosas que los demás valoran, aprecian, aunado a que hay poca gente capaz de hacer lo que ellos hacen tiene en consecuencia que sus ingresos son muy altos. Ellos son ricos no porque tenga dinero, lo son porque porque lo que ofrecen es codiciado o valorado por los demás. Con esta visión de lo que es la pobreza realmente, puede entonces ofrecerse una solución que es buscar la forma de incrementar el valor Ya en este mismo espacio he propuesta que la primera y más obvia es capacitar al pobre para que añada valor a su persona. Pero hago énfasis en capacitarlo en conocimientos que agreguen valor, no todos los conocimientos agregan valor, no por tener un título universitario puede afirmarse que se tenga valor, esto es importante, sin embargo, los jóvenes estudian “porque les gusta”, o también “porque no tiene matemáticas”, y pocos, muy pocos se preocupan por poner su esfuerzo en aprender algo que tenga valor. Además, las universidades sólo les preocupa ofertar profesiones, y titular a los más que se pueda, privilegiado la cobertura a expensas de la calidad y del valor…Pero esto es todo un tema.

LA RIQUEZA ES CIVILIZACIÓN Y BIENESTAR


De lo que no se dan cuenta los socialistas como López que la riqueza  que detenta ese pequeño grupo de individuos es la responsable de las mejoras materiales en el  nivel de vida, de los adelantos, y de lo que llamamos “civilización”.
Los socialistas como López, no son conscientes de esto, porque ven el mundo a través de una lente intelectual que es inapropiada para la vida bajo el capitalismo y su economía de mercado. Ven un mundo, aún presente en muchos lugares de México y presente en todas partes hace unos pocos siglos, de familias granjeras autosuficientes, cada una produciendo para su propio consumo y sin tener ninguna conexión esencial con los mercados.
En un mundo así, si uno ve el campo de un granjero, o su granero, o su arado, o sus animales de carga, y pregunta de ¿A quién sirven esos medios de producción?, la respuesta es para el granjero y nadie más. En un mundo así, aparte de la recepción de alguna caridad de los propietarios, quienes no son propietarios de medios de producción no pueden beneficiarse de éstos hasta que no se conviertan en propietarios de los mismos. No pueden beneficiarse de los medios de producción de otros, excepto heredándolos o apropiándoselos.
En el mundo de los socialistas como López Obrador, los medios de producción tienen el mismo estatus esencial como bienes de consumo, que por regla general benefician solo a sus propietarios. Es por esto por lo que quienes comparten esta idea normalmente pintan a los capitalistas como hombres gordos, cuyos platos tienen montones de comida, mientras que la masas de los asalariados deben vivir cerca de la muerte por hambre. De acuerdo con esta mentalidad, la redistribución de riqueza es meramente quitar de los platos desbordantes de los capitalistas y dárselo a los hambrientos trabajadores.
Y con eso, despojando a los ricos de su dinero creen que mejorarán la “distribución de la riqueza”, y que, en consecuencia los pobres serán menos, aunque los ricos sean menos ricos. Tienen mucho, hay que despojarlos para nivelar a la sociedad, básicamente es lo que claman a cada instante.
Así el mundo que ansía López  y sus socialistas, es un mundo en el que se han desvanecido los capitalistas multimillonarios y sus empresas, reemplazados por pequeños productores pobres, que no serían significativamente más ricos de lo que son ellos, lo que equivale a decir que se las empobrece. Esperan que en un mundo de proveedores como éstos, proveedores a quienes les falta el capital necesario para producir mucho de algo, no digamos proveer la producción en masa de los productos tecnológicamente avanzados del capitalismo moderno, de alguna forma estarían mejor económicamente. Evidentemente, los manifestantes no podrían estar más engañados.
De ahí la exaltación de López al trapiche o a las formas rudimentarias de producción. Por su cabeza no entra la idea de que en lugar del trapiche que es un bien de capital improductivo, podría usar un extractor para producir el jugo de caña de azúcar, pero que, con el tiempo que se emplea para producir un vaso con el trapiche, con el extractor podrían producirse diez, o más facultando al propietario del bien de capital productivo de mayores ingresos.
 
López exalta los medios primitivos y rudimentarios de producción
En lugar de incentivar la mayor productividad que generará mayores ingresos

LA RIQUEZA DEL CAPITALISTA SON BIENES DE CAPITAL

Al contrario de estas creencias, en el mundo moderno en el que vivimos realmente, la riqueza de los capitalistas sencillamente no existe en buena parte en forma de bienes de consumo, no es comida, ni trajes lujosos, ni jets privados, ni yates, ni mansiones, sí las tienen pero ahí no es donde está su riqueza. No, está abrumadoramente en forma de bienes de capital, esto es en bienes que sirven para producir, sino que esos medios de producción se emplean en la producción de bienes y servicios que se venden en el mercado. Totalmente al contrario que en las condiciones de las familias rurales autosuficientes, los beneficiarios físicos de los medios capitalistas de producción son todos los miembros del público consumidor en general que compran los productos de los capitalistas.
Así, por ejemplo, Carlos Slim, tiene su riqueza invertida en bienes de capital: En redes de fibra óptica, torres de telefonía celular, centrales telefónicas, restaurantes (Sanborns), fábricas Euskadi, de cigarros, mineras, Frisco, etc. Que muy difícilmente son “repartibles” , por lo que ir a meterse a su casa para ver qué tan rico es es para decirlo rápidamente una aberración, una estupidez, que demuestra la ignorancia supina de los creadores de la propuesta. Slim no tiene como rico MacPato un arca en dónde se echa clavados en billetes y monedas de oro. Ni la totalidad de los ricos.
Todos y cada uno de nosotros nos beneficiamos, por ejemplo, que existan, Telcel, Telmex, AT&T, Movistar,  Toyota, Honda, GM, Volkswagen, así como Nokia, Motorola, Samsung, y Apple,  e infinidad de empresas más, que compiten entre sí para ofrecernos a nosotros, consumidores productos de su giro a la mejor calidad y precio.
En otras palabras, todos nosotros, el 100% de nosotros, nos beneficiamos de la riqueza de los odiados capitalistas. Nos beneficiamos sin ser capitalistas o no siendo capitalistas a gran escala. Los socialistas como están literalmente vivos gracias a la riqueza de los capitalistas a los que odian. Los camiones que son esenciales para el transporte de mercancías, los aviones y los barcos, transportan la comida que comen, muchas de estas empresas son “Transnacionales”,  lo cual ni las hace mejores ni peores que las empresas locales. Los socialistas y manifestantes que odian el capitalismo odian los fundamentos de su propia existencia.
El beneficio de los medios de producción capitalistas a los no propietarios de medios de producción no solo se extiende a los compradores de los productos de esos medios de producción, sino asimismo a los vendedores del trabajo que se utiliza para trabajar con ellos. La riqueza de los capitalistas, en otras palabras, es la fuente tanto de la oferta de productos que compran los no propietarios de medios de producción como de la demanda del trabajo que venden dichos no propietarios. De esto se deduce que cuanto mayor sea la riqueza y el número de capitalistas, mayores son la oferta de productos y la demanda de mano de obra y por tanto más bajos serán los precios y más altos los salarios, es decir, mayor será el nivel de vida para todos.
 Nada interesa más a la persona media que vivir en una sociedad que esté llena de multimillonarios capitalistas y de sus empresas, todos ocupados utilizando su enrome riqueza para producir los productos que compra y compitiendo por el trabajo que vende aquél.

LOS IMPUESTOS MERMAN Y DESTRUYEN EL CAPITAL


“La idea del socialismo es de inmediato grandiosa y simple...Podríamos decir, que de hecho, es una de las más ambiciosas creaciones del espíritu humano...,tan atrevida, tan magnífica, que ha con derecho levantado la mayor admiración. Por eso, si queremos salvar al mundo de la barbarie tenemos que refutar el Socialismo, y no quedarnos impávidos y permanecer al margen" Ludwig von Mises.
Según López Obrador la función primordial del estado es repartir la riqueza, esto es, hacerle al Robin Hood, quitarle a los ricos para regalarle a los pobres.

JUSTICIA SOCIAL Y DERECHOS SOCIALES

Nuestro Lenguaje Envenenado: La Engañosa Palabra “Social”

La palabra social, empleada por sí misma es relativa mente inocua, sin embargo, cuando se le usa como el calificativo “social”, se transforma cualquier expresión en la que es empleada convirtiéndola en confusa engañosa, lo “social” es lo más ambiguo de todo nuestro vocabulario moral y político. La confusión que disemina en cualquier área para la cual es empleada es parcialmente debido a que es usada no sólo para describir fenómenos producidos por varias formas de cooperación entre individuos, que integran una “sociedad”, sino que también se usa para describir las medidas u órdenes que promueven o sirven para producir la cooperación entre individuos. Para este último uso se ha transformado en un exhorto, como una idea de los moralistas racionalistas utilizan para desplazar toda idea que se le contraponga, y finalmente se emplea para sustituir la palabra “bueno” pero con énfasis en que es moralmente correcto.
Quizá el más perverso uso de “social”, el que destruye inmediatamente todo posible significado de cualquier palabra que califique es la frase “justicia social”. Esta frase, para empezar es un fraude semántico como si existiera la justicia privada, y una fuera una categoría de la otra.
Hayek reconoció que a fines del siglo XIX, cuando el término "justicia social" ganó prominencia, se usó al principio como un llamamiento a las clases dirigentes para que atendieran las necesidades de las nuevas masas de desarraigados campesinos que se habían convertido en obreros urbanos. A eso, él no tenía objeción. Lo que sí objetaba era al pensamiento chapucero. Los pensadores descuidados olvidan que la justicia, por definición, es social. Semejante descuido se vuelve positivamente destructivo cuando el término de "social" ya no describe el producto de las virtuosas acciones de muchos individuos sino más bien el objetivo utópico hacia el que todas las instituciones y todos los individuos "deberían ser llevadas a convergir en el mayor grado posible'' mediante la coerción. En ese caso, el "social" de la "justicia social" se refiere a algo que no emerge orgánica y espontáneamente del comportamiento respetuoso de la ley de individuos libres sino más bien de un ideal abstracto impuesto desde arriba, de algo que es justificable, de algo que es “moral”.
Por supuesto, derivado de la consecución de esta “Justicia Social”, se derivan los “Derechos Sociales”, que es como se llega a la Justicia Social: Los derechos a la educación, a la salud, al trabajo, a la habitación, etc. El Estado que se ocupará de usted, el Estado es el gran padre proveedor para que sus hijos desvalidos e inútiles, los hombres niño, puedan acceder a sus favores y gracias y vivir sin ninguna preocupación su existencia.
Pero la palabra “Justicia”, junto con lo “social” se aplica para cualquier acción, que remueva la “injusticia”, y la injusticia es, por supuesto, las diferencias en el ingreso de la población, así que justicieramente el Estado, está facultado, para tomar acciones que lleven a reducir o eliminar diferencias en el ingreso. Esto es “La Repartición de la Riqueza”. Por supuesto, debido a que las mayorías son las que tienen pocos ingresos, y siempre hay en la psique de los individuos un algo o un mucho de envidia del que tiene más, no necesariamente, de los inmensamente ricos, asegura a los políticos que promueven “El Primero los Pobres”, los votos para acceder al poder y ya ahí de aplicar políticas “re distributivas” del ingreso y de la riqueza. Sin embargo, esto es irreconciliable con el orden competitivo de los mercados, con el crecimiento económico, y sobre todo la acumulación de capital, y aún el mantenimiento de la población y de la riqueza. Por consiguiente la gente, por medio de estos errores intelectuales, ha llamado “social” a lo que es el principal obstáculo para mantener una sociedad que se desarrolle y tenga mejores niveles de vida, así lo “social” debiera de llamársele “anti-social”.
Todos queremos, por supuestos que también los proponentes y defensores del Capitalismo y los mercados libres que mejore el nivel de vida de la población. Para el Capitalismo es simplemente suicida empobrecer a la gente puesto que reduce sus mercados disponibles. No tiene ninguna lógica pensar que el pobres es pobre, porque el rico es rico.
Este Post ya está muy largo así que continuaré en una segunda parte en donde escribiré como reducir la pobreza, aunque aumente la desigualdad.


sábado, mayo 16, 2020

EL FIASCO DEL SIGLO


Escrito por 
Laurie Ann Ximénez-Fyvie


Cd. de México (05 mayo 2020).- "Como alguien dijo una vez, "existe una diferencia entre un fracaso y un fiasco". Un fracaso es sólo la ausencia de éxito. Cualquier tonto puede lograr el fracaso. Pero un fiasco... Un fiasco es un desastre de proporciones míticas. Un fiasco es una leyenda popular que hace a otros sentirse más vivos porque no les sucedió a ellos".- Cameron Crowe

La pandemia de Covid-19 continúa expandiéndose por el mundo con estelas de sufrimiento y devastación económica. Su impacto en todos los sectores de la sociedad, de los círculos de poder político y económico a los ciudadanos, es cada día más patente. La mayoría de los jefes de Estado y autoridades sanitarias -sobre todo los de España, Italia y Estados Unidos- se tropiezan intentando enmendar los errores cometidos al inicio de la pandemia. Otros, como los de Brasil y Nicaragua, agachan la cabeza y se rinden sin haber emprendido en realidad la lucha para contener la catástrofe, ofreciendo en sacrificio la vida de una porción del pueblo al que representan. Pocos emprendieron a tiempo y con eficacia las acciones de contención para esquivar los efectos negativos más adversos de la pandemia. En este grupo están Vietnam, Taiwán y Nueva Zelanda. La visión y valor de los líderes de esos países se reflejan en el bajo número de muertes y el panorama alentador de una recuperación social y económica más expedita.

Desde el inicio, los esfuerzos emprendidos por las autoridades mexicanas, encabezados por el Dr. Hugo López-Gatell Ramírez, Subsecretario de Prevención y Promoción de la Salud, fueron tardíos e insuficientes. La displicencia de la inacción y el discurso condescendiente revelan resignación ante un curso de acontecimientos que, si bien no era inevitable, sí era predecible, tanto por modelos matemáticos como por las experiencias previas de otros países. Muchas acciones y declaraciones de Lopez-Gatell han llegado a ser incluso perjudiciales a la contención de los contagios. La lista es larga, pero tres han sido especialmente perniciosas: 1) la continua descalificación de medidas preventivas simples pero efectivas como el uso de cubrebocas, 2) la reiterada desinformación al sugerir que los portadores asintomáticos del virus no pueden contagiar a otros y 3) la insistencia en que la realización de pruebas diagnósticas masivas no tiene utilidad alguna. Si el objetivo de las autoridades es "aplanar la curva" para evitar la saturación de los hospitales y reducir el número de defunciones, parece inexplicable que sus propias acciones sean contraproducentes al objetivo de reducir el ritmo y número de contagios.

Las acciones de nuestras autoridades pasaron rápidamente de la insuficiencia a la negligencia. Tan solo 14 días después de reportarse los primeros casos en México, López-Gatell declaró que sería "demasiado complicado" seguir tratando de rastrear los casos y contagios. Pasamos entonces de la ilusión de un posible control a la vigilancia centinela, modelo que proporciona cifras generales y estimaciones, que evidentemente no está diseñado para controlar un fenómeno de la magnitud y complejidad de esta pandemia. Las autoridades se resignaron a ser espectadoras de la catástrofe. Reportan los datos que tienen a mano con fines meramente informativos y las cifras y estadísticas no conducen a la toma de decisiones informadas. El 11 de abril, al ser cuestionado sobre la posibilidad de cambiar la estrategia, López-Gatell fue tajante en su respuesta: "No necesitamos cambiar la estrategia, esta estrategia la definimos en enero y es para toda la epidemia". Su declaración explica por qué se hace tan poco para mejorar la calidad de los datos. Aunque los casos y defunciones aumenten de manera alarmante, la estrategia definida antes del inicio de la pandemia es considerada como inamovible; los datos son sólo descriptivos, se deja que los eventos ocurran y la autoridad se limita a reportarlos.

La pregunta obligada es: ¿La estrategia de nuestras autoridades tiene siquiera la intención de contener la expansión de contagios? No es necesario especular para obtener una respuesta, basta con prestar atención a las declaraciones del propio López-Gatell. Por ejemplo la del 16 de marzo, después de aquel ignominioso ejercicio de estulticia científica, cuando declaró: "la fuerza del Presidente es moral y no es una fuerza de contagio". Las redes sociales y medios de comunicación estallaron, centrándose en esa frase. No era para menos. Pero más preocupante fue lo que dijo justo antes: "casi sería mejor que padeciera (el Presidente) coronavirus, porque lo más probable es que él en lo individual, como la mayoría de las personas, se va a recuperar espontáneamente y va a quedar inmune". El 7 de marzo, López-Gatell declaró: "La estrategia que seguimos es de mitigación, no de contención. México no tiene aspiración alguna de que el virus se va a detener". Permitir que una proporción amplia de la población se infecte, con la idea de que quedará naturalmente inmune a la enfermedad una vez que la infección se resuelva, se conoce como "inmunidad de rebaño" o "inmunidad comunitaria". En la práctica, el fenómeno de inmunidad de rebaño se refiere con frecuencia a la vacunación y no a permitir intencionalmente que las personas enfermen. Lo anterior es aún más pertinente tratándose de enfermedades con altos índices de transmisión y letalidad como Covid-19.

Con base en los últimos cálculos del índice de transmisión del virus SARS-CoV-2, en su publicación más reciente de estimaciones predictivas, la Escuela de Salud Pública de la Universidad Johns Hopkins señaló que para lograr una inmunidad de rebaño efectiva contra Covid-19, se necesitaría que entre 70 y 80% de la población adquiriera inmunidad. Hasta el momento, se conoce poco sobre la inmunidad que los individuos que se recuperan de Covid-19 adquieren contra la enfermedad. Se desconocen aún conceptos básicos como: cuánto tiempo después del contagio se adquiere un nivel de inmunidad suficiente para conferir protección, cuánto tiempo dura la protección inmunológica adquirida tras la infección y, sobre todo, qué porcentaje de individuos inmunes existe en cada comunidad. En un estudio de la Universidad de Stanford publicado la semana pasada, se señaló que a pesar de estimar que entre 48,000 y 81,000 de los residentes del Condado de Santa Clara, en California, habían sido infectados por el virus, sólo entre el 2.5 y el 4.2% de las personas estudiadas a principios de abril presentaban anticuerpos contra el virus. En el Estado de Nueva York, las últimas cifras dadas a conocer el 23 de abril por el Gobernador, Andrew Cuomo, señalaban que sólo el 13.9% de los residentes del Estado presentaban anticuerpos contra el virus. La evidencia científica con la que se cuenta en este momento indica que llevaría más de un año y medio para que entre el 70 y 80% de la población adquiriera inmunidad natural y que se diera así una inmunidad de rebaño efectiva.

El 23 de abril, circuló en varios medios una nota con declaraciones de López-Gatell, señalando que durante la Fase 3 de la pandemia se estimaba que alrededor de 125,000 personas requerirían hospitalización por Covid-19 y que entre 6,000 y 8,000 morirían. El Subsecretario declaró: "Son cifras que mantenemos como referencia para garantizar los recursos necesarios". Dejando de lado lo pavoroso que resulta que la persona al frente de controlar esta catástrofe acepte con naturalidad la previsión de muerte de hasta 8,000 personas, es necesario destacar que, al igual que las cifras presentadas en las conferencias vespertinas, López-Gatell se equivoca en la aritmética básica. Según estudios publicados en The Lancet sobre la distribución de casos, aproximadamente 80% son asintomáticos o leves, 15% son severos y requieren hospitalización y 5% son críticos y requieren cuidados intensivos con ventilación mecánica. De estos últimos, muere entre el 80 y 85%. Si el Subsecretario estima que 125,000 casos requerirán hospitalización, eso significa un total aproximado de 833,333 infectados; 666,667 casos leves; 41,667 casos críticos y entre 33,333 y 35,417 defunciones.

Las cifras ocultas, las interpretaciones sesgadas y las verdades a medias son graves, pero el mayor error es de cálculo. Para que en México -con una población aproximada de 127 millones de habitantes- se pudiera dar una inmunidad de rebaño efectiva por medio de la infección natural masiva de la población, tendrían que infectarse en el transcurso del siguiente año y medio entre 88.9 y 101.6 millones de personas. De ellas, entre 13.3 y 15.2 millones requerirían hospitalización, entre 4.4 y 5.1 millones alcanzarían un estado crítico y tendrían que ser tratadas en unidades de terapia intensiva con ventilador (8,231 a 9,407 cada día durante los siguientes 18 meses). Entre 3.5 y 3.8 millones de personas morirían. No hay sistema de salud en el mundo, ni siquiera sumando los mejores de otras naciones, capaz de atender semejante número de casos críticos al día. El "fiasco del siglo" consiste pues en haber apostado --contra todas las evidencias científicas-- a una estrategia que implicaría sacrificar la vida de más de 3.5 millones de personas, pensando seguramente que sería el camino más fácil y menos costoso. La estrategia de la inmunidad de rebaño, aunque no ha sido nombrada así de forma explícita por las autoridades, es la que se está llevando a cabo, de hecho, en nuestro País y sencillamente no puede funcionar para controlar la pandemia que nos azota.

Tarde o temprano vendrá la rendición de cuentas. La historia no suele tratar con amabilidad a aquellos científicos que en pro de un bien común malentendido y faltando a la ética que su profesión demanda, han abusado de su poder y posición, sacrificando o arriesgando la vida de las personas. ¿Quizás el caso de Josef Mengele venga a la mente? Hoy en México se reportaron oficialmente 24,905 casos y 2,271 defunciones. Queda mucho por hacer y debe hacerse con urgencia. Hemos perdido ya por arriba de 4 veces más vidas a causa de Covid-19 que por el terremoto de 2017. El coronavirus llegó para quedarse, no va a desaparecer de forma espontánea. No existe vacuna o tratamiento efectivo contra la enfermedad que causa. Se requiere la implementación de medidas enérgicas y efectivas de contención, mediante la realización de pruebas diagnósticas masivas y el rastreo de casos y contagios. Estamos en la etapa de mayor velocidad de avance de la pandemia y hay muchas vidas que todavía pueden salvarse. Nuestras autoridades deben ajustar la estrategia. El precio de su vacilación y pusilanimidad, para actuar con rapidez y contundencia al inicio de la pandemia, se está pagando con el sufrimiento y la vida de muchos mexicanos. Ahora tienen la obligación cívica y moral de rectificar el rumbo y tratar de resarcir el daño, salvando el mayor número posible de vidas.
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La autora es Doctora en Ciencias Médicas con Especialización en Microbiología egresada de la Universidad de Harvard. Jefa del Laboratorio de Genética Molecular. Facultad de Odontología. UNAM.